Varias cadenas productivas agropecuarias sintieron su impacto debido a la sequía del último verano, que en algunos casos se manifestó en menores rendimientos de cultivos y de producción ganadera. Estos y otros datos fueron incluidos en el Anuario Estadístico de la Oficina de Planificación y Política Agropecuaria (OPYPA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, presentado ayer. Se trata de una recopilación de análisis sectoriales y de situación sobre las cadenas productivas en 2018, además de las proyecciones para el sector en 2019.

La cadena forestal “volvió a destacarse” este año por su contribución de divisas al país por medio de sus ventas al exterior, que se espera que totalicen 1.740 millones de dólares y ocupen el primer lugar del ranking de exportaciones de bienes del país. También favorecido por altos precios internacionales, el negocio de la madera sólida contribuiría a que las exportaciones de la cadena forestal alcancen, en su conjunto, 2.250 millones de dólares en 2018 y se mantengan “relativamente” estables en 2019.

Dentro de la ganadería, la producción de carne vacuna registró una caída de casi 4% interanual en el ejercicio 2017-2018, debido a una faena 2,6% menor, un descenso de 4,3% de los stocks y un aumento de 83% de las exportaciones en pie. Aun así, las exportaciones crecerían este año tanto en volumen como en valor, pero caerían en 2019. En tanto, el rubro ovino tendría un aumento del valor exportado de casi 5% a partir de “buenos” precios de exportación, a pesar de la caída de 1% de la producción. Por su parte, la faena de aves continuó con su trayectoria decreciente durante el año, a raíz del descenso registrado en dos de las cuatro principales empresas del rubro. Las exportaciones también volvieron a caer en 2018, aunque a un ritmo menor al de otros años. A diferencia del resto, la cadena porcina, que ha conjugado importaciones crecientes en los últimos años con el objetivo de abastecer una demanda interna cada vez mayor, sugiere cierta estabilidad después de una tendencia sostenida a la baja desde 2013.

Foto del artículo 'MGAP prevé que producto agropecuario crezca 0,9% en 2018'

Por otro lado, la sequía no afectó de manera significativa la producción de leche, cuya remisión a plantas aumentó durante el ejercicio y según lo cual las exportaciones crecerían 17% en valor respecto del año anterior, fruto de mayores volúmenes comercializados, que serán parcialmente contrarrestados por menores precios de venta.

La sequía sí impactó “significativamente” en la producción de soja –que alcanzó su menor nivel en nueve años–, y esto desencadenó otra serie de inconvenientes a lo largo de la cadena, entre ellos “un descenso del valor exportado a la mitad de lo registrado en 2017, afectación en el resultado de los agricultores, dificultades para atender compromisos financieros y caída de la demanda de servicios logísticos”. Sin embargo, se espera para la próxima zafra una recuperación de la producción de hasta 2,3 millones de toneladas, con base en una superficie de siembra de un millón de hectáreas y un rendimiento de 2,3 toneladas por hectárea. Por otro lado, la producción de trigo se redujo significativamente como consecuencia de la caída de 10% de la superficie cultivada –el menor valor de la última década– y particularmente por el descenso de la productividad en 35%, debido a la incidencia de condiciones climáticas desfavorables, mientras que las ventas de harina de trigo aumentaron respecto de la zafra anterior, tanto en volumen como en valor. Para el ejercicio 2018-2019 se espera una expansión de la oferta de este grano, por un aumento de la superficie sembrada y por la incidencia de condiciones climáticas favorables registradas en la primavera que permitirían obtener rendimientos “récord” según el anuario.

Otras cosechas afectadas por la sequía fueron las del maíz y el sorgo, con una reducción de sus rendimientos y de la superficie sembrada del segundo cultivo. Sin embargo, la escasa oferta a nivel internacional mantuvo firmes los precios internacionales y esto se transmitió al mercado doméstico, en el que los precios aumentaron 35% y 25%, respectivamente, y compensaron parcialmente la caída de rendimientos. Para la zafra 2018-2019 se espera una recuperación de la cosecha debido a un “posible” aumento de la superficie sembrada y buenas expectativas de rendimiento.

En el caso del arroz, la última zafra se caracterizó por un descenso de 12% de la producción, como resultado de una caída de 5% del área sembrada y 9% del rendimiento, además de la incidencia de “distintos inconvenientes climáticos” a lo largo del ciclo del cultivo. Se estima que la industria procesadora trabajó a una capacidad ociosa de 17% y, en este contexto, se proyecta una caída de 22% en el valor de las exportaciones. Según el anuario, la próxima zafra tendría un descenso de 10% en la superficie sembrada, por lo que, más allá de eventuales condiciones climáticas favorables y un rendimiento promedio, la producción caería en el entorno de 4%. Aun así, se proyecta para 2019 un leve incremento en el valor exportado respecto de 2018.

En cuanto a la cebada cervecera, su producción cayó 43%, como resultado de una disminución del área sembrada y una fuerte caída de los rendimientos promedio debido al retraso de la siembra por las excesivas lluvias registradas en mayo, lo cual llevó a importar para cubrir las necesidades locales. La fase industrial de la cadena, sin embargo, mantuvo un buen nivel de actividad durante el año, lo que, sumado a un precio promedio de exportación mayor, se tradujo en un valor exportado de malta levemente superior al de 2017. En contraposición, las exportaciones de cebada en grano registraron una caída en volumen y en valor en 2018 respecto del año anterior. Para la próxima zafra se espera un crecimiento de 12% del área sembrada y condiciones climáticas excepcionales, lo que “prometen un nuevo récord histórico de productividad y una cosecha récord”.

Aunque con un comportamiento heterogéneo entre rubros, la producción hortícola fue “abundante” este año según el anuario, y se ubicó “por encima del promedio histórico”. En contraposición, la oferta frutícola se vio “seriamente” afectada: en el caso de los cítricos, producto de la sequía y la granizada de junio en el norte del país y en los frutales de hoja caduca, la acumulación de horas insuficientes de frío condujo a una reducción “significativa” de los rendimientos. La escasez de oferta se tradujo en una caída generalizada de los volúmenes exportados y, sumado al descenso de precios, produjo una reducción del valor exportado. Para la zafra próxima, no obstante, se espera una recomposición de la oferta local, en la medida en que se registren condiciones climáticas “normales”.

Bajo estas condiciones, se prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) agropecuario registre una expansión interanual de 0,9% en 2018, y para 2019 una contracción de 0,4%, a raíz de una caída en la ganadería.