Al hablar no muestra el fervor de un cruzado, pero su serena convicción y sus precisiones conceptuales resultan mucho más elocuentes. Y el efecto es perdurable. Conocí a Diego Pereira en el foro “Empresas para una economía humana”, organizado por la Red Internacional de Economía Humana (RIEH), gracias a los buenos oficios de Julián Suquilvide.

Allí Pereira soltó frases como “el mercado financiero es donde la economía muestra su peor cara, poscrisis 2008, esto es claro”, para matizar después con “es en el mercado financiero donde se pueden hacer los cambios más grandes de la economía”.

Un par de meses después de haberlo escuchado en la sede de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, le formulé algunas preguntas por mail. Vale la pena conocer sus respuestas.

Recuerdo además aspectos medulares de su ponencia en el foro de la RIEH: la banca ética no es una mera expresión de deseos, sino que ya existen 55 bancos en el mundo en esa movida, con 60 millones de clientes y casi 200.000 millones de dólares de activos. La banca ética no es aspiracional, es casi 4% del mercado bancario mundial. En Uruguay el concepto está en un nivel de prefactibilidad. Porque en la banca no todo puede ser frío análisis de riesgo, sin medir otro tipo de consecuencias. El núcleo de la banca ética, igual que en otras partes, reside en financiar empresas que generan impacto positivo, por ejemplo en áreas como el desarrollo social, el medioambiente, la educación y la cultura.

Diego Pereira tiene 44 años. Es director de Banca Ética Uruguay y miembro del equipo coordinador de Banca Ética Latinoamérica. Economista, casado y padre de tres hijos, un varón y dos nenas. Economista independiente, asesor de empresas en la consultora BM Latam. Docente e investigador de la Universidad de la República y la Universidad Católica.

Su perfil es muy claro: trabajó 15 años en bancos, cuatro años como asesor y en estructuraciones financieras. Católico y educado con los jesuitas, declara que “en todo” trata de “amar y servir”.

No me queda claro si la banca ética refiere a un tipo de emprendimiento nuevo, como fueron en su momento los microcréditos, o bien a un espíritu nuevo dentro de instituciones ya existentes.

La banca ética es un modelo financiero diferente. Nada nuevo ni revolucionario. Pero sí creo que es una versión 2.0 de las experiencias propuestas sobre fines de los 60 y de las actuales de microcréditos o microfinanzas. La banca ética se define en torno a cuatro pilares: una clara definición de qué sectores va a financiar (por ejemplo, medioambiente, desarrollo social, educación y cultura); no realiza ningún tipo de inversión especulativa, lo que es una innovación o “transgresión” para las entidades financieras actuales; total transparencia sobre dónde coloca el dinero, dando a conocer los emprendimientos apoyados; no se remunera en base a bonos y respeta una escala acotada de diferencias en las remuneraciones. El movimiento Banca Ética tiene referentes en todo el mundo. En Europa, Triodos Bank (al que Banca Ética Latinoamérica tiene como referencia y Joan Melé promueve), Banca Ética Italiana, la Fiare española, GLS en Alemania, etcétera. Todos los bancos éticos o en valores se congregan en torno a la Alianza Global por una Banca con Valores o Global Alliance for Banking on Values. Esta alianza tiene más de 200.000 millones de dólares de activos, en 55 bancos y con 60 millones de clientes. En Latinoamérica la banca ética como movimiento tiene presencia en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Colombia y próximamente México, Paraguay y Costa Rica. En cada país tiene distintos niveles de avance. Por ejemplo, en Chile se está avanzando con la solicitud de licencia bancaria, hay un crowlending de 20 millones de dólares de carteras de activos y un fondo de inversión que lanzaron junto a la Corporación de Fomento de la Producción, una agencia del gobierno de Chile, por 15 millones de dólares. Los casos de Argentina y de Uruguay son similares, y se han recorrido y contactado prospectos de créditos para comenzar las operaciones en marzo de 2020. Brasil es especial, ya que se comenzó con un prototipo que ahora se frenó para relanzarlo con una capacidad de crecer a escala (Brasil tiene otra escala). En Colombia este año se conformó un grupo de trabajo que comienza a gestar la futura banca ética colombiana, y al resto de los países Joan Melé los ha visitado y está por volver por segunda vez, momento en el que invita a formar los grupos.

En tu ponencia preguntabas cómo puede ser que sepas que el banco del que eres cliente no es ético y le dejes tu dinero.

Los bancos son negocios fructíferos, compañías grandes e importantes. Sus ejecutivos y trabajadores son elegantes y de buen vivir. Sus oficinas, siempre modernas y con muebles impecables y alfombras. Todo limpio, prolijo, de nivel. Esas empresas hacen buenos negocios y ganan dinero con nuestro dinero. Sí, ese dinero es nuestro. Tenemos derecho a saber qué tipo de negocios se hacen. ¿Nosotros estamos a favor de que se realicen especulaciones con nuestro dinero? Por ejemplo, de que se compren o vendan dólares esperando la devaluación o revalorización de nuestra moneda (si viviéramos en Buenos Aires, esto adquiriría una relevancia total). ¿Financiaríamos a empresas que degradan el medioambiente, o no pagan impuestos, o no realizan los aportes jubilatorios de sus empleados? ¿Por qué no vemos personas de bajos ingresos en los bancos? ¿La inclusión financiera no debería alcanzar a toda la población, y de alguna manera no debería atender a los más numerosos, que son los de menores ingresos? ¿Cuántos cajeros hay en el oeste de Montevideo, donde viven 350.000 habitantes? Dos. Los dos del Banco República. Un paseo corto por Paso Molino es muy representativo del mercado nacional de financieras. Ni un solo banco. ¿A qué tasa prestan esas financieras? 120%, 140% y hasta 160%. Nuestra inflación es del 8% anual, y las tres financieras son propiedad de los bancos. Si financiamos la tarjeta de crédito pagamos 95% de tasa. ¿Cuánto paga un banco por los pesos que le depositamos? Cero, nada de nada. Entonces, tiene un negocio de 95%. La mejor de las paradojas es usar las tarjetas para consumir, por ejemplo una cena. ¿Con qué tarjeta se tiene descuento? ¿Cuál me da el 30%? Siempre la Platinum o Black, la que se les da a los clientes más importantes, a los ricos. Entonces, cenamos y pagamos menos porque la tarjeta nos regala la tercera parte de la cena... Bueno, no. La paga el comercio, que está obligado a pagarle a la tarjeta el descuento que nuestro banco nos propone. Esto [unir banca y ética] ya no es una paradoja, es cambiar las reglas del juego. Proponemos fraternidad en lo económico e igualdad en las relaciones de los negocios. El ser humano en el centro, no el dinero y los negocios. Un día la banca ética va a proponer una tarjeta que te da descuentos, pero el descuento que quiera hacerte el comerciante. Y no vamos a remunerar en base a bonos a nuestros funcionarios. Los bancos uruguayos pagan bonos anuales de cientos de miles de dólares a sus directores. No requiere explicar mucho más. Queremos ser un “banco de conciencias”, dice Melé. Nuestros clientes no van a depositar su dinero en nuestro banco porque seamos los más éticos, sino porque se han interpelado a sí mismos y quieren formar parte de una comunidad de personas y empresas con quienes comparten su propósito. Esto ya está pasando en todo el mundo y esta forma de hacer banca es el modelo que está triunfando. Los bancos de siempre ahora se vuelven “sostenibles” o “responsables”. Nuestros futuros clientes van a ser personas que reciclan en sus casas. Eso es comunidad de conciencias.

En el portal de Triodos Bank, uno de los casos inspiradores para el movimiento de la banca ética, se habla de más de 700.000 clientes en Europa y la generación de “11.800 viviendas sostenibles o en transición hacia la sostenibilidad financiadas en Europa”. Este banco financia personas y organizaciones “en los sectores medioambiental, cultural y social: agricultura ecológica, energías renovables, construcción sostenible, apoyo a personas con discapacidad o a grupos en riesgo de exclusión social…”. En tu exposición hablabas de The Netherlands Development Finance Company, un banco de desarrollo holandés con un enfoque similar. ¿Esto es posible en América Latina? ¿Se ha hecho algo semejante?

Claro que sí. Hay mucho, muchísimo de ese mundo verde, sostenible, que revaloriza la cultura y el desarrollo. América Latina es el continente más devastado y más desigual. Pero aún es el que tiene más verde, más naturaleza. Más jóvenes somos, aunque nos cueste vernos con ojos de europeos. Es el continente de la esperanza. Y Uruguay también. Proyectos de ganadería regenerativa de 3.000 hectáreas. Red de agroecología que vende en supermercados. Asociaciones de consumidores que compran por decenas de millones de pesos mensuales. Organizaciones de productores que venden regularmente al Estado y en centros de ventas formales, como las ferias. Las 2.200 cooperativas de viviendas son una solución maravillosa al déficit de vivienda. Los coworks, los colivings. Las instituciones que forman a personas discapacitadas para insertarse en el mercado formal. Las empresas de moda sostenible y diseño nacional... Y muchas otras que nos estamos encontrando todos los días. Vivimos en un país que se está transformando, que es vanguardista y que vale la pena mostrar. Parte del desafío que tenemos es llevar esperanza en que el mundo está respondiendo a los desafíos que se le están presentando. A pesar de los Trumps, los Bolsonaros y las tarjetas de crédito que no nos regalan lo que les sacan a los comercios... Nos gusta mucho una frase que dice: “Un mundo mejor es rentable”. Nuestros negocios son, además, rentables. “Fraternidad en lo económico”, un desafío que repito como mantra. Es una aspiración, un propósito que vamos a hacer realidad.

Reportajes para una economía humana 1

En Uruguay la Red Internacional de Economía Humana está integrada por un conjunto de personas e instituciones animadas por el propósito de que exista una economía humana. Es una disciplina de pensamiento y acción que promueve la reflexión y acción para el desarrollo integral de la persona humana en todas sus dimensiones. Durante 2018 y 2019 esta red ha desarrollado foros de diferentes temáticas, todas ellas vinculadas con los principios mencionados. El foro que da origen a estas notas tuvo como panelistas a Sebastián Figuerón, de la empresa Verdeagua, a Gualberto Trelles, de Ecotech, y a Diego Pereira, de Banca Ética, a quienes el profesor Agustín Courtoisie entrevistó.

Agustín Courtoisie integra la Red Internacional de Economía Humana, y es ex director nacional de Cultura, profesor de Filosofía por el Instituto de Docentes Artigas y docente de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República. Ha escrito, entre otros libros, Ciencia kiria. Ensayos sobre ciencia, tecnología y sociedad.