Antes se hablaba de “higiene”; desde los años 80 se reconoce que se debe referir a “salud” en el trabajo. También cambió el enfoque de encare: de una óptica de protección contra los riesgos a una que busca prevenirlos. Se avanzó en la materia, pero hay desafíos vigentes y pendientes. Al día de hoy 7.500 personas mueren por día debido a condiciones de trabajo inseguras e insalubres –entre 5% y 7% de las muertes en el mundo–: 1.000 en accidentes del trabajo y 6.500 como consecuencia de las llamadas “enfermedades profesionales”. Sin embargo, estas últimas continúan invisibilizadas. Si bien las nuevas tecnologías evitan viejos riesgos, también habilitan nuevos.

Ayer fue el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, y el viernes el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) lo conmemoraron con la presentación de un informe que recoge 100 años de experiencia del organismo internacional en la materia y un panel tripartito que profundizó en los desafíos pendientes, en el marco del Consejo Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (Conassat), que funciona en Uruguay desde 1996.

Foto del artículo 'Al menos 31.000 personas se accidentaron por razones laborales en 2018; proponen mejorar la prevención'

El informe

El documento que el viernes presentó Carmen Bueno, especialista en Seguridad y Salud en el Trabajo de la OIT, se titula “La seguridad y la salud en el centro del futuro del trabajo”. Según estimaciones recientes, 2,78 millones de trabajadores mueren cada año a raíz de accidentes el trabajo y enfermedades profesionales (2,4 millones de ellos están relacionados con enfermedades) y 374 millones de trabajadores sufren accidentes de trabajo no mortales. En particular, los riesgos psicosociales, el estrés relacionado con el trabajo y las enfermedades no transmisibles preocupan cada vez más a los prevencionistas, debido a su características.

Las enfermedades del sistema circulatorio (31%), los cánceres de origen profesional (26%) y las enfermedades respiratorias (17%) representan cerca de tres cuartas partes de las muertes relacionadas con el trabajo. Las enfermedades causan la mayoría de las muertes relacionadas con el trabajo (2,4 millones, que implican 86,3%), frente a los accidentes de trabajo mortales, que representan el 13,7% restante. Juntos, suman entre 5% y 7% de las muertes totales. A su vez, entre los factores que contribuyen en mayor medida a la carga mundial de la enfermedad profesional se encuentran los de riesgo ergonómico, riesgo de lesiones, el material particulado, los gases, los humos y el ruido. También se están observando cambios en la incidencia relativa de diversos factores de riesgo profesional. De las 18 exposiciones medidas por la Global Burden of Disease Survey (datos de 2016), sólo la exposición profesional al asbesto disminuyó desde 1990, mientras que todas las demás aumentaron casi 7% en términos generales.

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Un estudio de la OIT del año pasado señala que, a nivel mundial, alrededor de 20% de los dolores lumbares y los dolores cervicales, y 25% de los casos de pérdida auditiva en los adultos son atribuibles a exposiciones en el trabajo. También se deja claro que la carga de mortalidad y morbilidad por causas profesionales no está distribuida por igual en todo el mundo. Alrededor de dos tercios (65%) de la mortalidad relacionada con el trabajo en el mundo se registra en Asia, seguida de África (11,8%), Europa (11,7%), América (10,9%) y Oceanía (0,6%). Si bien las cifras reflejan lo relativo a la distribución de la población de trabajadores y del trabajo peligroso, también dan muestra de los distintos niveles de desarrollo económico de los países. Las tasas de accidentes del trabajo mortales por cada 100.000 trabajadores también reflejan diferencias marcadas entre las regiones, siendo las de África y Asia entre cuatro y cinco veces superiores a las de Europa. Los países desarrollados parecen registrar una proporción mayor de mortalidad relacionada con el trabajo ocasionada por cánceres de origen profesional (más de 50%) y una proporción mucho menor de accidentes de trabajo y patologías infecciosas (por debajo de 5%). África, por su parte, registra la mayor proporción relativa de enfermedades transmisibles relacionadas con el trabajo (más de un tercio) y de accidentes de trabajo (más de 20%), y la proporción menor de cánceres de origen profesional (menos de 15%).

En el centenar de años transcurridos desde la creación de la OIT, la Comisión del Futuro del Trabajo, conformada por expertos provenientes de diversos países y convocada hace un año y medio por el organismo para debatir sobre el tema sugiere, por primera vez en la historia, que la salud y la seguridad en el trabajo sean incluidas como derechos fundamentales de los trabajadores. “En este contexto, en el que la tecnología y los cambios demográficos, ambientales y en la organización en el trabajo están revolucionando el mundo del trabajo, y también afectan la seguridad y la salud de los trabajadores, se hace más necesario que nunca anticiparse a los riesgos laborales”, manifestó.

Se estima que nuevos ámbitos de trabajo, como la tecnología, la demografía, el desarrollo sostenible, que incluye el cambio climático, y la organización en el trabajo, pueden ayudar a contener algunos riesgos, al tiempo que desarrollan otros nuevos. Por ejemplo: en determinadas circunstancias, los dispositivos tecnológicos pueden sustituir a las personas en trabajos “sucios, peligrosos y degradantes”; por otra parte, la inteligencia artificial puede ayudar en el diagnóstico médico temprano de las enfermedades profesionales. Por el contrario, también surgirán nuevos riesgos, como el que ocasiona el trabajo a distancia en lo relacionado con aspectos psicosociales y organizativos, que adquirirán cada vez más importancia, al igual que el tipo y el ritmo de trabajo, incluido el modo en que se gestionen los cambios y los derivados del mayor uso de los dispositivos móviles y del trabajo sedentario.

Aterrizaje local

Hace algunos meses, el MTSS, en asociación con la OIT, publicó un libro sobre el diálogo social tripartito en Uruguay, que hace foco, en particular, en los avances y desafíos del Conassat. Entrevistados a esos efectos, los entonces representantes del Poder Ejecutivo, Gerardo Rey; del PIT-CNT, Walter Migliónico; y de las cámaras empresariales, Raúl Damonte, resaltaron la necesidad de elaborar una ley de salud y seguridad en el trabajo, que tome las mejores prácticas y ordene la normativa actual.

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Rey sugirió que sería necesario impulsar una metodología de trabajo común para las comisiones tripartitas sectoriales, que “se parezca cada vez más a la del propio Conassat”, y consideró que las que “mejor funcionan” –las de la química, el gas, la construcción y el puerto– tienen cuatro características en común: se capacita a los integrantes de las bipartitas, tienen un protocolo que establece el procedimiento de determinación de tareas, y otros para las adversidades climáticas (para el trabajo a la intemperie) y para el consumo de alcohol y drogas en el lugar ideal trabajo. Migliónico, por su parte, señaló que el Conassat debería convertirse en el órgano rector que dirija todo lo que tenga que ver con la salud y la seguridad laboral a nivel nacional. En tanto, Damonte expresó que, más que nuevos desafíos, las cámaras abogan por concluir algunos temas de la agenda que están pendientes, como el documento de política nacional de salud y seguridad en el trabajo, el cumplimiento del compromiso de reglamentación del artículo 23 de la ley tributaria que permitiría a las empresas deducir los gastos de prevención del impuesto a las rentas empresariales, así como la aplicación, por parte del Banco de Seguros del Estado, de un sistema de incentivos –bonificaciones y/o recargos–, en función de los planes de prevención aplicados por las empresas.

La actual inspectora general del Trabajo y de la Seguridad Social, Cristina Demarco, aseguró: “Las metas que nos hemos planteado desde el Conassat, las estamos cumpliendo”. “Trabajo seguro y saludable: Tenemos que estar realizando un trabajo que no nos dañe ni desde lo físico, ni desde lo emocional, ni desde lo psíquico. No es bueno trabajar cuando nos da angustia llegar, cuando nos sentimos mal con el clima laboral o cuando tenemos alguna carencia en lo que refiere a la seguridad. Eso tiene que primar”, afirmó.

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