Nadie entendía lo que estaba pasando en la placita de Rivera y Soca, que algunos días estaba atestada de motos y bicicletas cargadas con mochilas y cajones de las empresas de entrega de pedidos, y un tumulto de personas hablando entre sí. Muchos pensaron en un accidente, otros en que tenía que ver con la inseguridad, y no faltó aquel a quien se le despertó súbitamente el apetito. Pero no pasaba nada de eso.

En esas reuniones periódicas de gente y birrodados nació el Sindicato Único de Repartidores (Sinurep), filial de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (FUECYS), para comenzar a denunciar una de las realidades más precarias del país en materia de condiciones y derechos laborales. El sector de delivery o de reparto se ha expandido en los últimos años de manera exponencial: de ser un servicio brindado por algunas pizzerías y farmacias se convirtió en una importante fuente de trabajo, sobre todo a partir de la aparición de aplicaciones para teléfonos celulares como PedidosYa (mochilas rojas), Rapid (mochilas naranjas), Glovo (mochilas amarillas) y UberEats (mochilas verdinegras), y la extensión de la entrega a domicilio de todo tipo de mercaderías. Según contaron a la diaria el presidente del Sinurep, Andrés Palermo, y el secretario del sindicato, Leandro Martins, se estima que actualmente hay 8.000 repartidores, distribuidos en tres modalidades de empleo: los que tienen una relación de dependencia directa con un comercio (pizzería, restaurante, farmacia, etcétera); los que son empleados en relación de dependencia de empresas que brindan servicios de delivery a comercios; y los que reparten mediante la intermediación de las aplicaciones. La primera modalidad, la tradicional, está en vías de extinción. La aplicación PedidosYa tiene una empresa para hacer la entrega que se llama RepartosYa SA, que tiene repartidores empleados en relación de dependencia. Las otras empresas sólo operan con trabajadores que contactan mediante la aplicación, y si estos quieren hacer aportes al Banco de Previsión Social (BPS) o contratar un seguro, deben tramitar una empresa unipersonal.

“El trabajo de repartidor a domicilio tiene por lo menos 20 años. Nosotros nos agremiamos hace más o menos un año, cuando empezamos a juntarnos en Rivera y Soca, al ver que los repartidores teníamos los mismos problemas: el bajo precio que pagaban por hora al trabajador, y el que muchos de nosotros no estábamos en caja y no teníamos los beneficios de un trabajador común. Por eso empezamos a juntarnos y fundamos el Sinurep, que en un principio tenía otro nombre y abarcaba más que nada a las motos”, contó Palermo. Según el presidente del sindicato, comenzaron a darse cuenta de que todos tenían los mismos problemas. O no estaban registrados en el BPS, o lo estaban por un monto menor del que cobraban. “Basta con tener una moto y un poco de ganas de laburar, y ya te ponen a trabajar. Ni siquiera te piden la libreta de conducir. Después empezamos a ver la alta siniestralidad que había en la calle, que de cada diez accidentes de tránsito, siete son protagonizados por motos y seis de ellos son repartidores. Empezamos a ver que había una problemática común que teníamos que cambiar”, añadió Palermo.

Por su parte, Martins dijo que las aplicaciones “te contratan como empresa unipersonal” y “perdés el derecho al aguinaldo, a la mutualista, a la jubilación, porque vos tenés que pagarte todo”. “Si te enfermás, no cobrás; si tenés un accidente, nadie te cubre. Entonces empezás a retroceder en los derechos ya adquiridos como trabajador. Te encajan la mentira de que sos un socio colaborador, cuando en realidad te sancionan, te cortan la aplicación o te bajan el sistema por unos días, porque, por ejemplo, recibieron alguna queja de tu trabajo. Además, ni siquiera te dan la oportunidad de defenderte”, sostuvo Martins.

Sinurep ya ha mantenido reuniones con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y con la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados. “Aspiramos a que el sector se regule y a que las empresas y el MTSS estén en condiciones de evaluar la firma de un convenio”, dijo Palermo. El dirigente informó que un repartidor gana unos 75 pesos la hora, y afirmó que “con eso no se puede pagar el combustible de la moto, el mantenimiento, el seguro, la patente” y, “a su vez, vivir”. “Debemos ser los únicos trabajadores que tenemos que invertir para poder trabajar, y hay alguien que se lleva una parte de ese trabajo. Los taxistas son dueños del taxi; lo tienen que comprar, pero lo que ganan es para ellos, no hay una empresa que se queda con una parte de su ganancia”, expresó Martins.

Pausados

Los bajos salarios se compensan con lo que recaudan con las propinas, que “son variadas y dependen de cada lugar”. “Trabajás cuatro horas y capaz que hacés propinas como para desquitar el gasto de la moto, pero hay veces que no te cierran los números”, afirmó Martins. Otro problema que tienen es que aquellos que trabajan para las aplicaciones carecen de estabilidad laboral. “Rechazás un pedido y al otro día estás pausado, bloqueado, sin que te lleguen pedidos. Eso se toma como una sanción o un despido, pero ellos te dicen que sos socio colaborador”, agregó. Uno de los principales problemas que enfrentan ahora es que las empresas pretenden que en los edificios los repartidores entreguen los productos en la puerta de los apartamentos, lo que implica subir hasta el piso donde está el cliente y dejar la moto en la vereda o en la calle. Si bien en un principio se hacía, luego de que se registraran varios robos de motos los repartidores empezaron a negarse a subir. Cuando los clientes se quejan, las empresas les cortan los pedidos a los repartidores, sin previo aviso.

Palermo dijo ante la Comisión de Legislación del Trabajo de Diputados que “80% de los trabajadores de este rubro está en la informalidad, y tal vez quien aporta no lo hace por el total, lo que lleva a que las condiciones no sean las mejores para estar en la calle”. “Un trabajador en la calle gana entre 75 pesos y 100 pesos la hora, trabaja cuatro horas diarias, y eso no permite tener las motos en condiciones, por lo que las ruedas están lisas, los frenos con poca pastilla, tienen pocas luces, etcétera. No justificamos el hecho de andar fuera de la normativa, pero eso hace que los repartidores también tengamos que correr más para poder alcanzar más propinas, y de esta manera se generan muchos más riesgos a la hora de trabajar. A la vez, muchas veces se trabaja sin libreta, porque se tienen multas atrasadas o algún otro problema y no es posible sacarla, lo que también genera que el costo al que se pague la hora sea menor. Todo eso hace que suba la estadística”, explicó.

Palermo se quejó en el Parlamento de “una nueva modalidad que ha llegado a Uruguay, que es el reparto en bicicleta”. “Eso genera un retroceso. Me hace acordar a cuando se llevaba el bidón de agua en la cabeza. Al principio, era en bicicleta; hoy están haciendo que caminen los repartidores con un cajón colgando atrás, con bebidas que, muchas veces, superan los 20 o 30 kilos. Eso genera daños en la espalda del trabajador. Creemos que la problemática es aun mayor, dado que estas nuevas aplicaciones, en vez de aportar, precarizan el trabajo y nos hacen retroceder en derechos que los trabajadores ya habíamos conseguido”, sostuvo.

Capacitación con Inefop

El Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) comenzó a brindar un curso de Capacitación para Trabajadores Repartidores en Moto, en el marco de un convenio con la Unidad Nacional de Seguridad Vial, la Inspección General del Trabajo y de la Seguridad Social del MTSS, el Banco de Seguros del Estado, las cámaras empresariales y el PIT-CNT. El curso tienen una carga horaria total de 12 horas distribuidas en seis horas de clases teóricas y seis horas de clases prácticas, más dos horas de manipulación de alimentos para el departamento de Montevideo. Este curso es sin costo y, según Palermo, ya lo hicieron entre 1.800 y 2.000 repartidores. “El problema es que hay tanta gente en la informalidad en el sector, que muchos no llegan al curso”, expresó. “Si uno quiere trabajar en Rapid, por ejemplo, sólo tiene que descargar la aplicación, entrar a un registro, llenarlo, ir a una charla informativa, comprar la mochila, subirse a la bicicleta y empezar a repartir”, dijo Martins. Sí, además de poner la moto o la bici, la nafta, los repuestos, la ropa, el equipo de lluvia, hay que comprar la mochila de la empresa.

Palermo y Martins hicieron un llamado para que todos los trabajadores del sector se vinculen al sindicato. Pueden hacerlo por la página de Faccebook: Sinurep, por el celular 098812187, o acercándose al local de FUECYS (Río Negro 1210).

Pioneros

En octubre, la diaria publicó una nota sobre la creación en Argentina de APP (Asociación de Personal de Plataformas), sindicato que nucleó a todos los repartidores y deliveries de ese país. A mediados del mes pasado, la Justicia Nacional del Trabajo argentina emitió un fallo contra la empresa Rappi, que reconoce el vínculo laboral y el derecho de los trabajadores de las aplicaciones a organizarse gremialmente y a no ser suspendidos o castigados por su actividad sindical. En noviembre, tres sindicalistas de la empresa habían sido “bloqueados” tras participar en una reunión con directivos de Rappi y exigir reconocimiento de la relación laboral y el establecimiento de instancias para acordar un ingreso fijo y la cobertura de riesgos de trabajo por accidentes y robos.