La semana pasada se llevó adelante una nueva feria de micro y pequeños emprendimientos (mypes) en el atrio de la Intendencia de Montevideo, con más de 70 personas exponiendo sus productos. Ropa, zapatos, jabones, tazas, mates y materas, joyería en diversos materiales y técnicas, piedras y gemas, plantas y tunas, comestibles, cuadernos y encuadernaciones, así como artículos personales y de decoración para el hogar fueron los productos exhibidos y que, en esta edición, se destacaron por una mayor calidad en cuanto a su presentación y acabado, y también por una mayor conciencia en la producción y el envasado respecto del medioambiente.

Plata y discos

“Eso que ya no es y es otra cosa”, explica Jimena sobre el nombre de su emprendimiento: ExEso. Se trata de joyería –caravanas, anillos, collares y pulseras– “sustentable” realizada con CD y DVD reciclados y plata 925. Además de los materiales, algo novedoso de este emprendimiento es que cada pieza viene con otras intercambiables, “porque me gusta el concepto de reusar en el uso mismo: sacarle más provecho y extender el tiempo de uso y personalizar cada producto, y que la persona que adquiere el producto de alguna manera pueda crear desde su individualidad”, explica Jimena, que es diseñadora gráfica, hizo una capacitación en joyería para trabajar la plata y empezó a investigar los materiales que utiliza hace cuatro años.

Luces de la aurora

Trabajaba como encargada de recursos humanos pero llegó un punto en que decidió renunciar y seguir el camino de lo que le apasionaba, que es el tejido artesanal. Empezó haciendo indumentaria, pero desde hace seis meses –cuando dice que se dio “un auge”– elabora muñecos hechos con la técnica crochet. Los empezó a hacer para bebés, aunque la clientela fue aumentando y hoy en día, por ejemplo, tiene un encargo de una vaca para una persona de 55 años. Lo que se destaca de su producción es la calidad y el cuidado de los materiales y la realización: “Tengo mucha precaución y cuidado en los detalles, por ejemplo, no pego ni una pieza. Todo el muñeco es hecho en hilo –hasta los ojos y botones–, y se pueden lavar cuantas veces se quiera, sin perder el color ni la forma”.

Más que una ciudad de Marruecos

Tanger es una ciudad de Marruecos que se destaca por el comercio de lo textil, y Virna nombró su emprendimiento así porque comparte estas características. Vivía en Buenos Aires y hace dos años se mudó a Montevideo. Es diseñadora de indumentaria, pero a partir del viaje decidió dedicarse a la decoración del hogar mediante el uso de textiles. Neceseres, bolsas “ecológicas”, cestos organizadores y cartucheras son algunas de las variantes que ofrece en algodón, lonas y gabardinas. “Trato de que sean materiales nobles, no sólo porque les da linda visibilidad sino también durabilidad” explica. Además, hace pedidos a medida.

Muestra de trabajos de Mypes, en el Atrio de la Intendencia de Montevideo.

Muestra de trabajos de Mypes, en el Atrio de la Intendencia de Montevideo.

Foto: Alessandro Maradei

Joyería, hojas y cuero

SF925 se llama el emprendimiento de Silvia, por sus iniciales y el tipo de plata que usa para su joyería. Habiendo tanta oferta, apunta a diferenciarse de otros emprendimientos integrando diseño y materiales “diferentes a lo que estamos acostumbrados”. Un ejemplo: a sus anillos, caravanas, dijes y prendedores les incluye monocopias de la hoja de ginkgo biloba en cuero. Además, todas sus piezas se presentan en un frasco de vidrio con tapa de corcho, que después sirve para “guardar otras cosas”.

Arte espiritual

Con un enfoque novedoso, Gabriela, en su emprendimiento Om Prem, hace mandalas y árboles de la vida en lana y madera, con dos características que la definen: el acabado prolijo y los vivos colores de sus creaciones. Dice que se dedica al arte espiritual –“Yo tejo a conciencia”, afirma–, y considera que lo que hace la “sana”. También destaca que todo le “sale de adentro” porque nunca aprendió el oficio: “A partir de crisis de pánico, empecé a pintar y dibujar mandalas y después me pasé a la lana. Cuando me empezaron a salir cosas más producidas, me animaron a comercializar, y así sigo hoy”, cuenta.

Manita

Manita es el emprendimiento de Mariela y su pareja que, después de “perder todo –la casa y el auto incluidos–” en la crisis de 2002, apostaron, desde La Paloma, a producir algo novedoso por estas latitudes: la manteca de maní. Fue tal el éxito que en pocos años se expandieron y hoy producen, además, pasta de ajo, crema de aceitunas, de morrones, de avellanas, de almendras, de castañas, tahini (pasta de sésamo) y linaza (pasta de semillas de lino). Lo que se destaca de sus productos es que no tienen colesterol, conservantes ni gluten, y que hacen producciones especiales para personas con diabetes e hipertensión. “Está todo naturalmente procesado para que conserven las propiedades. Y es para untar, no para cocinar, porque con el aumento de temperatura las pierden”, advierte.

Desde Youtube

Siempre le gustaron los cuadernos, pero la oferta local le resultaba limitada. Fue entonces, hace dos años, que por medio de tutoriales en Youtube comenzó a confeccionar los propios. Mezclando costuras con técnicas antiguas y otras características más modernas –como las telas y colores–, Betiana armó su propio estilo que plasmó en “Almar: encuadernación artesanal”, que ofrece cuadernos, agendas y recetarios hechos a mano con hojas recicladas. Las tapas son de tela de algodón y los diseños internos son realizados por ella.

Muestra de trabajos de Mypes, en el Atrio de la Intendencia de Montevideo.

Muestra de trabajos de Mypes, en el Atrio de la Intendencia de Montevideo.

Foto: Alessandro Maradei

La feria

Es organizada por la Unidad Mypes, en el marco de las políticas de apoyo para la creación, desarrollo, sustento y sostenibilidad de emprendimientos productivos, que lleva adelante el Departamento de Desarrollo Económico de la Intendencia de Montevideo. En diálogo con la diaria, el director de la unidad, Pablo Balea, comentó que se trabaja en cuatro áreas: formación, gestión, financiamiento y comercialización. En esta última se apoya la feria, que se hace en varias oportunidades al año. Se trata del “primer estadio” de la primera incubadora comercial del país: “A los emprendimientos que llegan, primero validamos sus planes de negocio y, si estos resultan positivos, damos ‘pase’ a la feria que, normalmente, se trata de una de sus primeras oportunidades de comercialización”, explicó. El segundo estadio de la incubadora es la galería y boutique que se ubica en el piso 22 del edificio municipal. El tercero es un multiespacio de la Unidad en el Mercado Agrícola de Montevideo (MAM) y el último, la adquisición de un local propio. “Para esto trabajamos con Portoseguro, que, con una carta de derivación de la Intendencia, habilita préstamos a los emprendedores sin exigencias de antigüedad ni de ingresos –dos impedimentos frecuentes para los micro y pequeños emprendimientos–”, afirmó. Al día de hoy, 22 empresas han llegado al cuarto estadio.

Volviendo a la feria, Belea destacó que si bien “como institución pública no tenemos nicho de mercado y recibimos a todo tipo de emprendimientos, sí existió un denominador común en esta edición de cuidado a nivel medioambiental en la producción y envasado”. También valoró un “salto de calidad, no de la unidad sino de los propios emprendedores”, producto de capacitaciones que tienen que ver con la presentación y la terminación de los productos. Actualmente, se capacitan entre 30 y 40 emprendedores por mes y unos 500 al año.