[Esta nota forma parte de las más leídas de 2019]
Como cada martes, voy caminando hacia la pequeña feria de la calle Julio César, lista para cargar mis bolsas de frutas y verduras, cuyos colores resplandecen con el sol. Pero esta vez llego tarde y los feriantes ya están cargando todo en los camiones. El dueño del único puesto todavía abierto me dice con una amplia sonrisa: “¡Si hay clientes, yo sigo acá!”. Una ocasión para hablar, con curiosidad, del trabajo cotidiano de los feriantes. Unos minutos después, empiezo a hablar con el ayudante del dueño: Joel Solano, de 35 años, vino de Cuba, y está en Uruguay hace unos tres meses. Por suerte, cuando llegó al país conoció a unas personas que le ayudaron a encontrar un trabajo. Pero la primera cosa que dijo es que para las personas inmigrantes, de Cuba, o de otros países, puede ser muy difícil encontrar un trabajo. Joel empezó trabajando en obras, pero no en las mejores condiciones: “Me estaban explotando, en un lugar lejísimos que se llama Salinas, tenía que levantarme a las 4.00 y llegar ahí, y lo que me pagaban eran 12.000 pesos, todo en negro”. Joel trabaja ahora en diferentes ferias, y según cuenta, “[los cubanos y los uruguayos] nos llevamos muy bien, tenemos química y tenemos mucha empatía”.
Pero como Joel explica, los inmigrantes se enfrentan a un mercado de trabajo donde quizás no son tratados como los trabajadores locales. Por estar buscando cualquier trabajo, llegando a un país desconocido, se transforman en mano de obra barata, que puede aceptar empleos muy duros, a veces pagados por debajo de lo habitual, y sin una protección legal adecuada. Sin embargo, hasta la Constitución de Uruguay dice, en su artículo 7: “Todos los habitantes tienen derecho a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad”.
El acceso al trabajo es más difícil
Los inmigrantes con los que hablé, en realidad, han conseguido trabajo bastante rápido. Es lo que Freddy Rodríguez, venezolano desde hace un año en Uruguay, me contó. Encontró un trabajo en menos de diez días de su llegada, sin necesidad de tener el trámite de residencia hecho. Su trayectoria ha sido un éxito: “Fui host, tenía que recibir a las personas en el restaurante, tomar las reservas, y ubicarlas en las mesas para que fueran atendidas. Luego, de allí, me ascendieron a mozo, luego me ascendieron a encargado general del restaurante, y en paralelo obtuve mi residencia uruguaya. Me ha ido muy bien”. Dice que no se puede quejar, “igual que otros venezolanos que han conseguido trabajo súper rápido”.
El testimonio de Julieta, de Argentina, concuerda con la situación de Freddy, porque ella pudo encontrar trabajo formalizado muy rápido, y sin tener experiencia. Pero la realidad de la población inmigrante en su totalidad es un poco diferente; en su conjunto, los inmigrantes acceden con más dificultades al trabajo, y a empleos menos estables.
Es lo que pudo comprobar un investigación de estudiantes de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, publicada en la Revista Interdisciplinar da Mobilidade Humana, de Brasilia, sobre el acceso al empleo de la reciente inmigración en Uruguay, que tomó datos entre 2007 y 2015.1 Los investigadores sostienen que existe una desventaja sistemática en el acceso al empleo, un nivel de desempleo mayor, más posibilidad de ser empleados de manera informal, y una alta probabilidad de estar sobrecalificados para las tareas que desempeñan: “La probabilidad de los inmigrantes recientes de encontrarse en empleos que demandan un tipo de tareas no acordes a su formación es cinco veces superior a la de los uruguayos no migrantes”. Es lo que contó también Joel, hablando de la situación de su esposa: médica cubana que no ha podido ejercer su profesión y está trabajando en una residencia haciendo la limpieza, con un salario muy bajo para la cantidad de horas que hace, todo lo que para Joel configura “explotación”. El artículo citado muestra también dos elementos importantes: primero, que las mujeres tienen menos probabilidad de acceso al empleo, -70%, y más riesgo de empleos informales, 46% más que los hombres. Segundo, el artículo muestra que el tema del trabajo es importante porque permite la integración de los inmigrantes a la sociedad uruguaya gracias al contacto con los locales: es el “eje vertebrador de los procesos de integración” y es también la puerta de entrada al ejercicio de los derechos sociales, como la salud o la educación.
Jornelius López, una venezolana de 25 años, contó su historia, que confirma las cifras de los análisis sobre el tema. Jorne llegó a Uruguay, según ella, “sin nada”. En Venezuela, estudió administración de empresas, pero en Uruguay no pudo conseguir un trabajo acorde a esos estudios. Después de cinco días de prueba en una cafetería, que le dijeron que no eran pagos, Jorne consiguió un empleo de moza en otra cafetería, donde trabajó diez meses. Rápidamente cargada con responsabilidades, no ha podido todavía contar con la seguridad legal de un empleo formalizado. El acceso a un trabajo “en blanco”, según ella, fue porque empezó “a presionar a la dueña”, ya que “necesitaba hacer una diligencia” para poder alquilar, y “estas cosas que necesitan que yo que esté en la caja, con mis recibos al día, pero no los tenía y necesitaba moverme”, pero no lo lograba gracias a la voluntad directa de su responsable. Además de eso, se ha enfrentado a un problema de falta de pagos, con dos meses sin sueldo; al momento de renunciar, la propietaria no hizo la liquidación, lo que ha llevado a Jorne a hacer una denuncia ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Sin embargo, no ha sido el único problema de Jorne con el mercado de trabajo local. En su siguiente empleo tuvo que sufrir comentarios y actitudes contra ella por ser venezolana, una xenofobia difícil de vivir cuando proviene de compañeros de trabajo, y que afectaba el ambiente laboral. El tema llegó a que la propia encargada tuviera actitudes xenófobas con ella, y derivó en el despedido por desacuerdos. Si Jorne pudo encontrar personas con una gran receptividad a su condición de inmigrante, otros le demostraron que no les gustaba su presencia, lo que se explica, según ella, porque “tal vez ellos piensan que uno viene a quitarles el trabajo, pero no es así, nosotros venimos buscando, capaz, una mejor oportunidad, nosotros venimos con la mentalidad de trabajar y producir, tenemos familiares en Venezuela a quienes tenemos que ayudar, pero hay muchos que nos ven como competencia”. Jorne, que hizo todo tipo de trabajos antes de encontrar estabilidad, dice que para los inmigrantes las dificultados son numerosas, y el trabajo es “como una lotería: depende dónde caiga”.
Del dicho al hecho
En realidad, la legislación uruguaya es amplia para proteger al inmigrante, en su vida y en su trabajo. Esto nos lo detalla el Ministerio de Desarrollo Social, en un informe publicado en marzo de 2017 sobre la caracterización de las nuevas corrientes migratorias en Uruguay. En 1999, con la Ley 17.106, Uruguay ratifica la “Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares”, que busca garantizar los derechos de los trabajadores inmigrantes. En 2008, con la Ley 18.250, Uruguay reconoce a las personas migrantes iguales derechos que los nacionales, como la salud, el trabajo, la seguridad social, la vivienda y la educación, independientemente de la regularidad migratoria, y se crea la Junta Nacional de Migración, que permite coordinar las políticas migratorias del Poder Ejecutivo. Finalmente, en 2014, la Ley 19.254 facilita la residencia permanente a los nacionales de los estados parte del Mercosur y países asociados, así como a las personas con vínculo con nacionales uruguayos. El conjunto de estas tres leyes constituye un aparato jurídico consecuente, que sitúa a Uruguay como un país vanguardista, líder en la protección legal de derechos humanos para inmigrantes.
Pero existen diferencias entre el dicho y el hecho. La realidad indica que se demora mucho en aplicar las normas y que hay desconocimiento de las leyes y poca difusión de la nueva legislación. Según las nacionalidades y las comunidades establecidas en Uruguay, el acceso a la información no es el mismo, y las poblaciones más vulnerables no tienen mucha información sobre sus derechos.
El Sistema de Información de Calidad Laboral, producido por UnionCapital AFAP, publicó un informe en diciembre de 2018 sobre las condiciones laborales de los inmigrantes y de los uruguayos, que demuestra un empeoramiento en la calidad del empleo para los inmigrantes, particularmente entre 2016 y 2017.2 Muestra una mayor proporción de inmigrantes con carencias de empleo, con una estabilidad laboral peor, y una cobertura de la seguridad social mucho menos aplicada. Además, los trabajadores inmigrantes viven discriminaciones en el trabajo. Las personas contactadas para el presente artículo hablan todas de empleadores que abusan y piden más horas de trabajo, a veces sin pagarlo como horas extras, que es lo que corresponde. Cuando los uruguayos rechazan este tipo de abuso y de pedidos inadecuados, hay inmigrantes que pueden aceptar, a veces por ignorancia de la ley, buscando un aumento de su sueldo y una mejora en su calidad de vida. Según Jorne, los tratamientos diferentes o abusivos son difíciles de sobrellevar, pero afirma que “[los inmigrantes], no podemos parar por como los demás nos traten”, y menciona también situaciones de discriminación donde “el empleador se aprovecha [...] siempre es ‘mirá, ¿te podés quedar media horita más?’ y uno dice que sí, porque al final se termina beneficiando, y sucede que si se lo dices a un uruguayo te responde ‘no, yo ya he cumplido mi horario’”. El miedo de perder un empleo, en una situación de vulnerabilidad económica, empuja también a los trabajadores a vivir situaciones injustas, algo que vive la tía de Jorne, que trabaja en negro, pero que no quiere reclamar nada porque tiene miedo de que la despidan.
La opinión publica dividida
Por diferentes motivos, lo que es cierto es que Uruguay parece destinado a acoger cada vez más inmigrantes, y a ver su mercado laboral cambiar. Pero los prejuicios se mantienen fuertes dentro de la sociedad. Es común oír afirmaciones que dicen que los inmigrantes “roban” el trabajo de los uruguayos, o que gozan de ayudas y apoyos del Estado mucho más importantes de lo que recibe los uruguayos, lo que se ve como una injusticia. La idea de que los inmigrantes traen con ellos delincuencia, incremento de los robos y violencia, es extendida también. Muchas de estas ideas están construidas de acuerdo a clichés, y a veces con ignorancia, sin conocer las estadísticas y la realidad de la situación. El Grupo de Estudios de Migración e Integración en Uruguay, en conjunto con la Universidad de la República, ha publicado una encuesta sobre las actitudes de la población local hacia los inmigrantes extranjeros y retornados, que constituye una de las primeras encuestas de opinión sobre el tema a nivel nacional.3 Los resultados muestran una división de la opinión, con 45% de los uruguayos pensando que la inmigración no es positiva para el país, y 43% que piensan que la llegada de inmigrantes es negativa por la competencia que representan en el mercado laboral. Además, siete de cada diez uruguayos está de acuerdo con la idea de favorecer a los ciudadanos naturales en materia de acceso al mercado laboral, en detrimento de los extranjeros, en un contexto de escasez de empleos. La conclusión de la encuesta es que es importante mencionar “la distancia que hay entre un imaginario de la inmigración que recoge la opinión pública y la evidencia sobre las características de los inmigrantes que recibe el país y de su inserción en la sociedad uruguaya”.
Julia Galan es francesa, cursa tercer año de Ciencia Política y Ciencias Sociales en la Universidad Sciences Po Paris, en Francia, pero vive en Uruguay desde agosto de 2018, en el marco de un año de intercambio universitario, que está realizando en la universidad ORT en la Licenciatura de Estudios Internacionales.
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“Acceso y calidad del empleo de la inmigración reciente en Uruguay”. Victoria Prieto, Sofia Robaina, Martin Koolhaas. Revista Interdisciplinar da Mobilidade Humana, n. 48, p.121-144, setiembre/diciembre 2016, Brasilia. ↩
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“Condiciones laborales de inmigrantes y nativos, Uruguay 2012-2017”, publicado el 24 de diciembre de 2018 por el SICLAB, el Sistema de Información de Calidad Laboral, producido por Unión Capital AFAP. ↩
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“Los uruguayos ante la inmigración. Encuesta Nacional de Actitudes de la Población Nativa hacia inmigrantes extranjeros y retornados”. Victoria Prieto, Sofía Robaina, Martín Koolhaas, Grupo de Estudios de Migración e Integración en Uruguay, Programa de Población, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, mayo 2017. ↩