El desempleo en América Latina y el Caribe tuvo el año pasado un aumento que, aunque fue leve, acentuó desigualdades, afectó a una gran cantidad de personas y mostró una tendencia que puede profundizarse en 2020, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El estudio señala que 2019 se caracterizó por “el debilitamiento de la tasa de crecimiento económico regional, causado principalmente por dificultades para el comercio internacional”. Otro fenómeno que se destacó el año pasado fue el malestar social, que quedó en evidencia en las protestas que se repitieron en distintos países “para manifestarse contra la desigualdad y pedir oportunidades para mejorar sus condiciones de vida”.

“La protesta social que se intensificó en el último trimestre [de 2019] puso en evidencia la persistencia de los déficits de trabajo decente”, agrega el documento, y señala que el acceso a ese tipo de trabajo es “clave para responder a las demandas sociales, para lograr que los beneficios del crecimiento lleguen a todos, y para garantizar la gobernabilidad”.

El documento, titulado Panorama Laboral de América Latina y el Caribe 2019, estima que el desempleo pasó de 8,0% en 2018 (año en que esta tasa registró una baja) a 8,1% en 2019. Este porcentaje significa que más de 25 millones de personas están en busca de trabajo. La estimación del desempleo en este estudio surge a partir de datos de desocupación del tercer trimestre del año, y proyecciones de la OIT.

Este crecimiento del desempleo en la región se enmarca en “un momento de incertidumbre” en los mercados de trabajo, que se refleja también en “indicios de precarización que podrían empeorar en 2020”, afirma la OIT. De acuerdo con el informe, si América Latina “continúa enfrentando una situación de crecimiento económico moderado”, el desempleo podría llegar en 2020 a 8,4% en promedio.

Según la OIT, “las proyecciones oficiales de organismos multilaterales, organismos oficiales de gobiernos y analistas consideran una recuperación del crecimiento en la región para 2020”, pero “los riesgos de escalamientos de las tensiones comerciales, tecnológicas y geopolíticas siguen vigentes”. El estudio agrega que “varias economías enfrentan tensiones políticas y sociales internas, así como riesgos de contagio por cambios pendulares en la orientación de las políticas económicas en otros países de la región”.

Desigualdad por edad y género

Mientras la tasa de desempleo regional aumentó en promedio 0,1% en los primeros tres trimestres de 2019 en comparación con el mismo período de 2018, para las mujeres latinoamericanas el aumento fue del doble, 0,2%. Además, con este crecimiento, la tasa de desempleo llegó a 10,2% para las mujeres y a 7,3% para los hombres. Esa diferencia tiene como resultado “un aumento de las brechas de desocupación” y la “mayor precarización de las condiciones generales de las mujeres en el mercado laboral”, concluye la OIT.

La brecha de género en la participación en el mercado laboral (la suma de quienes buscan empleo y quienes ya lo tienen) supera los 20 puntos porcentuales: es de 50,9% para las mujeres y de 74,3% para los hombres. Sin embargo, la participación de las mujeres creció levemente, así como su tasa de ocupación, mientras que la participación de los hombres se redujo, según el informe.

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En el ámbito salarial, la brecha también se percibe. “Mientras que los salarios de las mujeres representaban 79% del salario de los hombres en 2012, en 2018 la proporción aumentó a 81%”, un crecimiento que “es marginal si se considera un período de seis años”.

Otro sector en desventaja para el acceso al empleo son los jóvenes de entre 15 y 24 años. Una de cada cinco personas de esa edad, 19,8%, estaba desocupada el año pasado. Se trató del porcentaje más alto en una década.

“En particular, se aprecia que la desaceleración económica observada en los tres primeros trimestres de 2019 afectó más a los jóvenes”, afirma la OIT. En ese sector de la población, el desempleo aumentó 0,3 puntos el año pasado y “la tasa de ocupación se redujo, mientras que entre los adultos siguió estable”.

La situación de los jóvenes varía según los países, y algunos de ellos pesan mucho en el promedio regional. Es el caso de Brasil: si se lo excluyera de los cálculos, la tasa de desocupación juvenil para América Latina y el Caribe se reduciría de 19,8% a 13,3%. Sin embargo, agrega el informe, sin la presencia de Brasil, el peso del desempleo en los jóvenes sobre el desempleo en el total de la población aumentaría 0,7%.

“La falta de oportunidades de trabajo decente para los jóvenes causa gran preocupación, pues es fuente de desaliento y frustración. Esto se ha visto reflejado en la primera línea de recientes protestas registradas en la región, pidiendo cambios para aspirar a un futuro mejor”, dijo Juan Hunt, director regional de la OIT para América Latina y el Caribe, al presentar esta investigación.

Salarios e informalidad

Uno de los fenómenos que registra la OIT es la generación de nuevos empleos (2%) en los sectores de servicios (que concentran más de un tercio del empleo urbano, que es el que más crece) y la caída del empleo en la agricultura, la pesca, la minería y la construcción. En las áreas rurales, además, es menor el porcentaje de trabajadores que tienen un contrato escrito, que aportan a la seguridad social, que tienen cobertura de salud y que están sindicalizados.

“De cada 12 asalariados, aproximadamente nueve trabajan en empresas privadas, dos en el sector público y una es trabajadora doméstica”, y estos tres grupos experimentaron “diferentes dinámicas salariales”, afirma el estudio.

Según el informe, después de una desaceleración que se registró en 2017, el salario real creció 1,2% en 2018, aunque con diferencias según los sectores. En varios países se observaron incrementos en el salario del sector privado, y a su vez, en el sector público creció en promedio 2,5%. En cambio, el salario de las trabajadoras domésticas aumentó 0,7 %.

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El salario mínimo real creció en la región 4% en promedio durante los primeros tres trimestres de 2019 en comparación con ese período de 2018. El aumento coincidió, además, con una tendencia a la caída de la inflación en muchos de los países que abarca el informe de la OIT. Allí se destaca el incremento del salario mínimo real en México (11,9%) y en Chile (4,9%), y se agrega que sólo en dos de los 16 países contemplados se registraron caídas: Guatemala (-3,8 %) y El Salvador (-0,2 %).

Por otra parte, “la dinámica de desaceleración económica observada desde mediados de 2018 ha tenido impacto en los empleos en América Latina y el Caribe, tanto en su estructura como en su calidad”. Uno de esos impactos es el aumento del trabajo por cuenta propia.

“En 2018, el tenue crecimiento del empleo asalariado tuvo en paralelo un importante aumento del empleo por cuenta propia, particularmente no profesional. Esta dinámica, que se observa desde 2015, ha implicado una reducción de la participación del empleo asalariado en casi dos puntos porcentuales hasta 2018”, agrega el informe. “Tal caída se ha dado exclusivamente en el sector privado y ha estado concentrada en el segmento de empresas con seis o más trabajadores”, sostiene. En el caso de Uruguay, afirma la OIT, el empleo asalariado “se contrajo levemente” en favor del trabajo por cuenta propia.

El crecimiento de este último tipo de empleo en la región fue superior a 2% en promedio en los tres primeros trimestres de 2019, un aumento similar al que se registró en 2018. Al mismo tiempo, aumentó el porcentaje de subocupación en la mayoría de los países para los cuales había datos disponibles.

En la presentación de este informe, su coordinador, el economista regional de la OIT, Hugo Ñopo, manifestó que el menor crecimiento del empleo asalariado en comparación con el empleo por cuenta propia es una señal de “una precarización relativa de los empleos que están siendo creados en América Latina y el Caribe”.

También Uruguay

En sintonía con las tendencias de la región, en Uruguay creció el salario mínimo real en los tres primeros trimestres de 2019 con respecto al mismo período de 2018. Mientras que en la región el aumento fue en promedio de 1,9%, en Uruguay llegó a 3,9%. El país también se alineó con la región en la tendencia a la caída del empleo asalariado (-0,3%) frente al trabajo por cuenta propia (+0,8%), según el informe de la OIT Panorama Laboral de América Latina y el Caribe.

A su vez, la desocupación también creció en Uruguay, de 8,4% a 9,0% en 2019, y fue mayor entre los jóvenes de 15 a 24 años, sector en el que el incremento llegó a 1,8%. Este aumento del desempleo también fue algo mayor entre los hombres (0,5%) que entre las mujeres (0,4%), y además lo acompañó una caída de 0,2% en la participación en el mercado laboral.