En su primer discurso como ministra de Economía, el lunes 2 de marzo, Azucena Arbeleche prometió emprender desde ese momento el ahorro en los gastos del Estado para reducir el déficit fiscal más elevado de los últimos 30 años. Para conseguirlo, anunció la instalación de una regla fiscal para limitar el gasto y la elaboración de un proyecto de ley para reformar el sistema previsional. De visita en Uruguay, el economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Martín Rama, se manifestó sobre los anuncios del nuevo gobierno y expuso algunas previsiones para el país y la región, en las cuales identificó a la desaceleración del crecimiento y el aumento del gasto público como los principales desafíos.

“Uruguay es uno de los países donde hubo crecimiento del gasto público, un crecimiento perfectamente sostenible si [el país] crece como lo hizo en los buenos años. El problema es que el mundo ya no es el de los buenos años. Eso genera una tensión que efectivamente tiene que resolverse”, afirmó Rama, y señaló que una regla fiscal es “una buena cosa” para establecer disciplina en el gasto del gobierno, aunque aclaró que probablemente “por sí sola probablemente no alcance”, porque “no es un sustituto de un trabajo más sostenido sobre la eficiencia del Estado”. “Somos una de las sociedades más viejas, tenemos buena cobertura de servicios sociales, jubilaciones y salud, pero esos gastos tienen en sí mismos una tendencia al crecimiento, o sea que la eficiencia en los gastos de seguridad social y salud es muy importante y complementario”, sugirió.

En este sentido, afirmó que “Uruguay ha avanzado mucho en la reforma de la seguridad social”, pero coincidió con las nuevas autoridades nacionales en la necesidad de profundizar algunos cambios en el sistema previsional para disminuir el impacto que actualmente tiene en las finanzas del Estado. No obstante, advirtió que no es sencillo encontrar un modelo a seguir en esta materia. “Quizá uno de los problemas que hemos tenido en América Latina es que durante un tiempo parecía que teníamos una solución fácil, que era mirar lo que había hecho Chile y pensar: ‘Capaz que es eso lo que hay que hacer’. Creo que el descontento social en Chile es una llamada de atención de que el elemento redistributivo de los sistemas sociales tiene que ser importante”, observó. “El sistema chileno permitió que si la gente quería contribuir poco lo hiciera, pero después, cuando mucha gente contribuye poco y tiene jubilaciones muy chicas se vuelve un problema”, alertó.

Para Rama es lógico que a medida que la esperanza de vida aumenta el cálculo actuarial cambia la edad jubilatoria, pero propuso que en lugar de ir a un sistema en el que haya una edad jubilatoria mínima sería preferible establecer incentivos para que la gente decida continuar trabajando. “Trabajar sobre esos incentivos vuelve la discusión mucho menos sensible políticamente, porque uno deja de discutir si 60, 62 o 64 años”, señaló. Además, aclaró que “la esperanza de vida no ha aumentado del mismo modo para todo el mundo”, por ejemplo, para la gente con trabajos físicos duros en comparación con quienes tienen profesiones liberales. Rama opinó que el sistema mixto debería mantenerse porque “es un buen sistema, si está controlado en términos de cuánto se gasta”. “El problema que ha habido con el pilar contributivo personal, en algunos casos, es que los márgenes de intermediación financiera han sido muy altos”, sostuvo.

Abrirse al mundo

Hay “varios” elementos para ser optimistas en cuanto a las perspectivas económicas del país, pero también “como para pensar que aún falta en la transformación”, observó el jerarca. Uno de ellos es la falta de integración con el mundo, puesto que Uruguay se encuentra en una de las regiones menos integradas del planeta, que es América Latina, y a su vez en la subregión menos integrada del continente, que es la región atlántica. “Para un país chico, uno pensaría que poder integrarse con el mundo es extraordinariamente importante, no sólo por los tamaños de los mercados. Las partes más importantes de integrarse al mundo son los estándares que se establecen y el aprendizaje que viene de trabajar con empresas que son más avanzadas. En eso hay diversidad”, señaló Rama.

En este sentido, reconoció que las tasas de inversión aumentaron en general en el continente y la inversión extranjera directa en Uruguay “ha llegado a ser importante”. “Cuando llega una papelera, si uno lo pone en porcentaje de producto, son inversiones enormes”, acotó. Además, indicó que la inversión extranjera “viene cuando un país da garantías, estabilidad y tranquilidad de que no va a haber sorpresas” y “esa es un área en que Uruguay ha creado un capital que es muy importante preservar”. Para el economista un tratado de libre comercio con Estados Unidos podría ser favorable, dado que en Uruguay “no hay muchos sectores que estén en gran desventaja si el país se abre”. “Hace algunas décadas, cuando había un sector manufacturero protegido, era mucho más complejo, porque ahí había sectores que sin dudas no iban a poder aguantar, pero Uruguay ha hecho esa transformación”, destacó.

Por otra parte, en caso de aprobarse el acuerdo Mercosur-Unión Europea, el Banco Mundial prevé una proyección de crecimiento de hasta diez puntos en una década. Asimismo, para todos los países del Mercosur los sectores vinculados con la agricultura, la industria y los servicios se mantendrían más o menos estables. Sin embargo, se advierten cambios a nivel territorial; donde se avizora el perjuicio más importante en Uruguay es en el sector azucarero, dado que perdería competitividad con Brasil. Por este motivo, cabría esperar efectos territoriales, concretamente, en el departamento de Artigas. Además, se producirían cambios a nivel medioambiental, por ejemplo, a partir del fortalecimiento de la ganadería, que pasaría a ser el sector primario y es el que tiene más emisiones de carbono.

El economista también destacó que Uruguay consiguió atenuar la vinculación de su ciclo económico con los de los países vecinos. “Anteriormente, cada vez que nuestros vecinos tenían crisis la crisis acá era amplificada. Obviamente, no podemos ser totalmente independientes, pero es una diferencia fundamental”, celebró. En cuanto a las causas de esta transformación, Rama explicó que algunos “ocurrieron casi naturalmente, en la medida en que países vecinos se volvieron más proteccionistas y las exportaciones uruguayas a sus mercados se volvieron menos importantes”, pero otros fueron “más deliberados”. Entre los últimos, mencionó la solidez del sistema financiero, “que fue el punto débil anteriormente”, la flexibilidad cambiaria y la forma en que se manejó la deuda pública para lograr el grado inversor y generar confianza en los mercados.