¿En qué rubro te desempeñás?
Trabajo como gráfico y diseñador hace diez años en mi local del Centro. Tengo una imprenta modesta, que se encarga de dar servicios a los clientes asesorándolos en sus trabajos e intentando generar una relación distinta a la que se puede tener en un megalocal, en la que se pueda intercambiar ideas hasta lograr lo que se está buscando. El negocio lo arrancó mi viejo por los años 90, cuando el diseño gráfico era más acotado; se pegaba letra por letra manualmente, hoy todo se tipea en una PC. Antes sólo con hacer boletas y volantes se vivía, ahora se fueron agregando rubros para subsistir y sobrevivir, como por ejemplo hacer packaging, cartelería, pins, etcétera.
¿Cómo afectó tu vida la pandemia?
Todos tuvimos una enseñanza al tener que parar un poco la rueda, bajarnos y mirar la cosa de afuera. En mi caso pude desconectarme totalmente de mi trabajo, ya que no había otra opción, aproximadamente a los 20 o 30 días de cuarentena. No sé cómo explicarlo con palabras, pero se puede decir que la cabeza empieza a funcionar de distinta manera que cuando estamos en la vorágine del trabajo, enfrentando los problemas del día a día y la vida cotidiana. Cuando todo volvió a la seminormalidad sentí que esos pensamientos se esfumaron, no totalmente, pero en gran parte sí, y volví a ser una máquina de pensar en el trabajo y en cómo sobrellevar el día a día. Por otro lado, los avances tecnológicos vienen golpeando a la industria gráfica fuertemente hace ya años, y esta se fue reconvirtiendo hasta lograr encontrar su espacio en el mercado, y eso es lo que nosotros intentamos hacer, buscar el hueco en donde alguien esté precisando algo que nosotros le podamos brindar.
El primer mes abrimos el local dos días, uno por quincena; el segundo mes, cuatro días, uno por semana, atendiendo las solicitudes vía mail o Whatsapp. Recién en mayo la cosa empezó a acomodarse y pudimos volver de lunes a viernes en horarios reducidos y con los protocolos recomendados. De todas maneras, había mucho tiempo libre y me traje una guitarra para hacer un poco de ruido en los ratos libres. Por suerte en junio y julio el trabajo se ha ido acomodando bastante, pero no es un cien por ciento.
¿Qué te complicó y qué fue lo más sencillo?
Lo más complicado en los primeros meses fue no tener nada que hacer, la falta de trabajo y la incertidumbre que tenía en esos momentos, las preocupaciones. Por otra parte, lo más sencillo fue mantener a los clientes por la vía de medios electrónicos; se ha aprendido mucho en esa línea y mucho de esa plataforma para trabajar. Va a quedar instalado como una nueva herramienta a futuro.
¿Qué te parece que va a pasar?
Por ahora seguimos en el camino de la incertidumbre, realmente no se entiende cómo, en una región tan golpeada por la pandemia, estamos en el lugar que estamos. Esta situación nos hizo pensar e idear muchísimas cosas en nuestra cabeza, ayudados por las olas de información y también de desinformación que tuvimos. No sé qué va a pasar. Lo que sí creo es que hay que basarse en la realidad y no en teorías. No nos podemos hacer los cracks por tener 200 casos y nada más. Debemos seguir en alerta, teniendo en cuenta la magnitud de esto, que hoy en día no es tanta como en marzo, pero aún está presente.
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