En cada rincón con sombra hay una compostera. Las destapa, descubre y toma entre sus manos una masa uniforme de tierra negra entreverada con lombrices y pedacitos de desechos orgánicos. Huele e invita a oler ese compost que desprende aroma a preticor con tonos ácidos. “Si el producto tiene mal olor es porque estás haciendo algo mal”, aconseja. Jorge Solari, uno de los fundadores del Centro Uruguay Independiente (CUI), cuenta que junto con la Secretaría de Empleabilidad y la Secretaría de Accesibilidad para la Inclusión Social de la Intendencia de Montevideo (IM), ejecutan el Programa de Reutilización de Yerba, una iniciativa que da empleo a personas con capacidades diferentes. En dependencias de la IM se recoge en recipientes especiales la yerba que consumen los funcionarios, una vez a la semana un equipo del programa pasa a recoger el desecho, que será utilizado para hacer compost. En el local del club Olympic Belgrano, en la calle Galicia, en el Parque Tecnológico del Cerro, o en un espacio abierto en el Museo de la Memoria, la yerba se composta para luego, en principio, volver a la casa de los funcionarios de la IM que tienen huerta propia o de cualquier persona que se contacte con Yerbalito.

“En todas las oficinas grandes la yerba es un problema porque todos los materos la tiran para volver a armar otro mate o parte de él, y a veces la yerba va a parar a la plantita, a la pileta, al desagüe. Era un problema hacer un circuito para que la yerba vaya por otros lados, pero con las secretarías de la IM hicimos el proyecto para darles a estos muchachos estas horas semanales de trabajo para juntar la yerba en un circuito limpio y hacer el compost sólido y líquido para abono y para fertilizante, y luego empezamos a promover el tema”, dijo Solari.

La idea es que todas las personas que tengan espacio en su casa puedan realizar compostaje, por lo menos con la yerba, que “es el 11% de los residuos de los hogares de Uruguay”. “Es un residuo muy uruguayo y es más fácil hacer el compost solo con yerba que con todos los demás restos de vegetales, porque la yerba es uniforme, tiene humedad propia, está picada en pequeños trozos. En otros casos tenés cosas más duras, más fibrosas, más secas, y el compost te va a llevar mucho más tiempo. Con la yerba lleva un mes, un mes y poquito”, agregó Solari.

Además, Solari destacó que decidieron hacer compost y a la vez “generar lombrices, porque el compost con lombrices es de mejor calidad que el que no las tiene; incluso al compost con lombrices se le puede echar cítricos, porque la lombriz neutraliza la acidez”.

El compost se pasa por un cernidor para que no pasen las lombrices (“puede pasar alguna chiquita o los huevos”) y se envasa en bolsas de diez kilos para utilizar como abono. También se puede hacer compost líquido, que se echa directamente para ser absorbido por las raíces de las plantas. “El líquido es como un alimento de shock, mucho más rápido”, asegura Solari. Unos 250 funcionarios municipales recibieron abono de algún tipo y participaron en talleres. “A este proyecto de la yerba, que ya tiene 11 años, le sumamos la edición de material de difusión y formación, que otro grupo de muchachos vende para beneficio propio. Esto se les pinchó un poco por la pandemia, porque tenían un lugar en la IM por donde pasaba público, y algunos eventos a los que iban no se hicieron el año pasado”, contó Solari.

Según cuenta el CUI en su sitio web, el programa “La yerba no es basura” surgió “en el seno del Programa de Recuperación de Latas (Prolata) y en 2004, a partir del fondo social generado por una exportación de latas de aluminio a San Pablo, Brasil, contó con el financiamiento que le permitió remunerar el trabajo de tres becarios, con quienes se construyeron los espacios necesarios para el desarrollo de los primeros lombricultivos en cajones, la recuperación de latas ferrosas para reúso, y una experiencia de cultivos en azotea. Esto permitió contar de modo permanente con lombrices, latas, semillas y plantas, que junto a una breve capacitación fueron donadas a instituciones coordinadas por la Secretaría de la Gestión Social de la Discapacidad de la IM, centros educativos públicos y privados, organizaciones sociales, etcétera. En 2006 este trabajo se fortaleció sustantivamente, ya que el Fondo de las Américas aprobó el proyecto ‘La yerba no es basura: lombrices, humus y cultivo urbano’”.

Yerbalito

“Yerbalito nació en el marco del trabajo de diferentes proyectos educativos –ambientales y laborales– inclusivos referidos al tema de los residuos, que han sido ejecutados en los últimos 20 años por el CUI mediante convenios con diferentes instituciones públicas y organizaciones privadas”, se explica en un calendario ambiental, una de las tantas publicaciones en las que aparece este personaje. Yerbalito es un muchacho de boina y barba, que generalmente porta termo y mate y que se dedica a brindar talleres sobre cómo reciclar, reusar y reutilizar (“cultura de las erres”) residuos. En su casa, según la historieta, Yerbalito vive con una perra llamada Rasqueta y un gato llamado Filosi, que hablan entre ellos sobre su dueño. Yerbalito aparece en diversas publicaciones del CUI, como los calendarios, que año a año, además de ayudar a saber en qué día vivimos, incluyen relatos y consejos sobre cómo cuidar el medioambiente. Solari también es autor de Educando para un mundo no descartable. Todo se transforma, un libro que ya va por su tercera edición. Se puede consultar a Yerbalito y anotarse para ir a buscar abono, por Whatsapp, al 099 174889.

La forma de compostar que difunde Yerbalito se hace con lombrices (lombricompostaje o vermicompostaje), pero no con las conocidas lombrices californianas, sino con la variedad Eisenia fetida, que se destaca “por su gran reproducción” y “voraz alimentación”. Compostaje con lombrices en hogares y otros sitios urbanos, una publicación especial del CUI que va por su segunda edición, explica con lujo de detalles cómo transformar los residuos orgánicos en abono para las plantas y cultivos.

El CUI también tiene un convenio con la Intendencia de Canelones para trabajar con clasificadores.

Centro Uruguay Independiente

El CUI fue fundado en 1984. En sus primeros años se dedicó a la publicación de documentos para la formación sindical y política, como la serie de Cuadernos Sindicales, y a la difusión del Programa y los Estatutos de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) y de los documentos sindicales de la Huelga General de 1973. También fue conocido por la publicación de los libros de la serie Los Poderosos: El poder económico en el Uruguay actual, de Luis Stolovich, Juan Manuel Rodríguez y Luis Bértola; Poder económico, ¿poder político? Reflexiones polémicas en relación con la clase dominante y el bloque de poder en el Uruguay actual y Poder económico y empresas extranjeras en el Uruguay actual, ambos de Stolovich. Hace 20 años que se dedica a trabajar en el cuidado del medioambiente mediante proyectos de compostaje, reciclaje y reutilización de residuos.