La fundación Bensadoun Laurent elaboró un documento sobre las consecuencias que sufren las personas en situación de discapacidad a partir de la crisis generada por la covid-19. El texto, titulado “El aumento en el desempleo no es ajeno al colectivo de las personas en situación de discapacidad”, dice que en Montevideo y en el área metropolitana hubo un descenso de más de 68% en las contrataciones en 2020. la diaria conversó con Baylena Escudero, encargada de Inclusión y Sensibilización de la fundación, y con Nicolás Chaccal, encargado de Comunicaciones, sobre las dificultades que atraviesan estas personas y cómo viene trabajando la fundación para ayudarlas.

El porcentaje de contrataciones en 2020 bajó mucho. ¿Cuántas personas fueron contratadas?

Nicolás Chaccal: Ese 68% hace referencia a que en 2019, cuando se aprobó la Ley de Promoción del Trabajo para Personas con Discapacidad en el Ámbito Privado (Ley 19.691), la fundación realizó 51 contrataciones laborales exitosas; con la llegada de la pandemia todo el mercado laboral experimentó una caída, y la población en situación de discapacidad no quedó ajena: en 2020 sólo 16 personas resultaron contratadas.

Baylena Escudero: Cuando se desencadenó la pandemia se dieron diferentes situaciones: personas que estaban trabajando no pudieron acceder al seguro de desempleo porque habían entrado hacía poco, además hubo recortes y las personas con discapacidad terminaron siendo despedidas debido a la baja producción. Vemos un tejido social frágil y esto de la covid-19 agudizó la situación; también algunas personas quedaron en stand by hasta que las empresas volvieron a recomponerse.

Antes había mayor demanda en el sector logístico y de servicios. Eso ha caído de forma considerable, lo que aumentaron fueron las solicitudes en el rubro de IT, para lo que hay que tener una alta formación y capacitación. Por un lado, está bueno porque estamos en una coyuntura en la que las personas pueden estudiar online, pero hay que pensar en una accesibilidad más amplia: un espacio de trabajo, equipos e internet.

En el informe mencionan que en el censo de 2011 se evidenció que 56,6% de la población en situación de discapacidad de 25 o más años declaró no tener instrucción o haber alcanzado sólo la educación primaria.

Baylena Escudero: Esta es una población históricamente vulnerada. Estas personas no acceden a derechos que las demás personas sí tenemos, y a eso hay que sumarle que si uno está en una situación de vulnerabilidad y de incertidumbre, a ellas les choca más. Esta situación refuerza las situaciones de exclusión y de desigualdad que ya se venían dando. En este marco la fundación tuvo que flexibilizar cómo trabajamos y atender lo que se necesita; por ejemplo, todo el año pasado se dio un apoyo de canastas, en nexo con una organización de vecinos del Parque Rodó, y se repartieron alimentos por muchos barrios, porque es muy difícil que estas personas accedan a las ollas populares o a otro tipo de servicios. Antes lo hacíamos, pero reforzamos el trabajo en red con otras instituciones de temáticas más específicas, hubo situaciones de violencia de género, y situaciones extremas que hicieron necesaria esa red. A veces nos parece que son coordinaciones impersonales porque son virtuales, pero tenemos que adaptarnos y contener a la gente por teléfono.

¿Tienen algún registro de quiénes tienen menos acceso a un empleo?

Baylena Escudero: En un momento hubo gran cautela de las empresas en contratar a personas con discapacidad psicosocial, es como que hay todo un estigma que nos ha costado, pero antes de la pandemia eso se había revertido.

Nicolás Chaccal: A nivel general las personas con discapacidad psicosocial enfrentan un gran estigma que está presente en el mercado laboral. En base a las cifras de 2018, 2019 y 2020, el porcentaje con menor inclusión fue el de estas personas. De todas formas, en 2020 no pudimos hacer análisis estadísticos como años anteriores porque fue muy atípico.

Baylena Escudero: Hubo un cambio, pero llevó todo un trabajo de sensibilización. Desde la no discapacidad a veces se mira a las personas con este tipo de discapacidad como si fueran a entrar a la empresa y a quererse suicidar, hay una idea sobre el no control. En realidad, eso es un mito; estas discapacidades incluyen diagnóstico de bipolaridad, esquizofrenia, depresión mayor. Está bueno señalar que hacemos un seguimiento de tres meses; además, las personas que se postulan y tienen este tipo de diagnóstico no salieron ayer de una internación ni están vulnerables, son personas que atravesaron determinadas crisis pero están en un buen momento para asumir una responsabilidad laboral. También tenemos que recordar que Uruguay tiene un alto índice de personas con depresión y nadie habla de eso, sería muy hipócrita decir que no se las incluye cuando debe de haber muchas personas que no se animan ni a decirlo en su trabajo.

Desde la fundación hubo que acompañar mucho a la población por la soledad, nos escribían porque necesitaban hablar con alguien, si bien hay una línea telefónica para hablar (el 0800 1920 es el teléfono de apoyo emocional frente a la covid-19), hay un problema grave a nivel amplio: si uno tenía determinado diagnóstico, hay que cuidarlo más. Al hablar le sacamos un peso, porque de la locura nadie quiere hablar y es necesario hacerlo.

Nicolás Chaccal: En el marco de esta pandemia se ha visualizado mucho más la salud mental, tanto en el lugar de trabajo como en los hogares. Esto nos ha abierto un poco los ojos.

¿Quiénes tienen más acceso a los trabajos?

Nicolás Chaccal: Hay que decir que las empresas vienen pidiendo un tipo de capacidad específica; lo que hace la fundación es hacerles ver que no trabajamos por el tipo de discapacidad sino por la idoneidad para el cargo.

Baylena Escudero: Esto es para no asociar discapacidad con una tarea específica, eso está muy arraigado en el imaginario social. Dentro de las empresas lo trabajamos para que no tengan la idea de que las personas ciegas sólo pueden trabajar en un call center o que las personas sordas son ideales para una fábrica. Lo que tenemos que hacer es hacer coincidir la idoneidad en el cargo y el acceso al lugar de trabajo, ya sea digital o edilicio.

Hay tareas que son obvias: una persona sorda no va a postularse a un call center. En esto juegan los ajustes razonables que una empresa puede hacer para que la persona pueda acceder al trabajo, puede ser desde una silla, un apoya pie o determinada aplicación; esas cosas las vamos viendo en el proceso.

¿Cuál fue el mayor cambio que vieron, además de la disminución del empleo?

Baylena Escudero: Las empresas en 2020 requerían una idoneidad en cargos muy elevados. Hay personas que sí podrían postularse, pero las condiciones de accesibilidad no estaban. Sí se dio una solicitud de personas con un nivel educativo muy elevado, universitarios o de nivel terciario alto; eso también influyó.

¿Qué les parece que pasó con la atención médica durante la emergencia sanitaria?

Baylena Escudero: La discapacidad se asocia a la enfermedad y en un momento se dijo que las personas con discapacidad son todas inmunodeprimidas; eso no es cierto. Lo que más limita es el acceso a los lugares y los traslados. Hay centros recreativos que están cerrados, y el gran drama en toda la población es el vínculo con el otro. La población sorda ha quedado muy relegada por la falta de acceso a la comunicación, se necesita la tele con la intérprete en lengua de señas y canales de comunicación en esa lengua. Nosotros recibimos videollamadas: sobre todo al inicio de 2020, la gente no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Si para todos era nuevo, esta población quedó mucho más vulnerada.

¿Cómo influyó la aprobación de la Ley 19.691 en el acceso al empleo?

Baylena Escudero: Se incrementó la cantidad de empresas interesadas y abiertas a tener procesos de inclusión laboral. Lo que falta es mucho camino, como la fiscalización.

Nicolás Chaccal: Antes de la aprobación de la ley, las inclusiones laborales eran muy bajas, además nos costaba llegar a las empresas. En ese entonces el trabajo de la fundación era tocar puertas y decir que 15% de la población no estaba accediendo a puestos de trabajo. Teníamos que hacer un esfuerzo maratónico para hacerles ver que había población que estaba quedando por fuera. A partir de 2019 este trabajo bajó y las empresas empezaron a venir a nosotros. Con la llegada de esta ley otras organizaciones empezaron a hablar de ella y eso hizo que más empresas se interesaran. En 2019 hubo un aumento de más de 100%, en comparación con 2018.

¿Qué hace la fundación Bensadoun Laurent?

La fundación Bensadoun Laurent trabaja desde 2014 en la inclusión social de personas en situación de discapacidad. En la actualidad tienen una bolsa de trabajo de 1.000 postulantes. Las personas que quieran contactarse con la fundación, tanto para conseguir trabajo como para ofrecerlo, pueden ingresar a su página web.

Nicolás Chaccal dijo a la diaria que la fundación se financia gracias al aporte de sus fundadores y a los servicios que ofrece. “Si bien todos los programas y servicios son gratuitos para las personas en situación de discapacidad, la fundación puede acordar con la empresa una retribución o donación por el servicio de contratación laboral”. Además, se presentan a fondos provenientes de la cooperación internacional. Según información de la página web, “a futuro”, esperan “obtener financiamiento también de la realización de campañas y eventos de recaudación”.

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