Omar Bonilla es apicultor de Paysandú, socio de la Cooperativa Agropecuaria de Responsabilidad Limitada de Apicultores Sanduceros (Calapis), institución que forma parte de la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR). Bonilla también es integrante de la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola (CHDA). En entrevista con la diaria dijo que la CHDA está en contra de la creación del Instituto Nacional de la Granja, una nueva institucionalidad de derecho público no estatal que la ley de urgente consideración (LUC) estableció crear a partir de los cometidos de la Dirección General de la Granja (Digegra) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), pero que todavía no vio la luz porque los distintos involucrados no se han puesto de acuerdo en el borrador del proyecto de ley.

¿Cómo piensa que va a afectar al sector apícola la creación del Instituto Nacional de la Granja?

La comisión se pronunció sobre el borrador. Estamos en total desacuerdo en especial con dos artículos: la eliminación de la CHDA, y la trasferencia al ámbito privado de la trazabilidad de la miel y las habilitaciones.

¿No dice el proyecto que la comisión pasa a formar parte del instituto?

Lo que dice que se elimina son los primeros seis artículos de la Ley 17.115 [Ley de Desarrollo Apícola). Eso sería una pérdida enorme para el sector porque es una ley de 1999, producto de una lucha de los apicultores que nos antecedieron. La comisión asesora al Poder Ejecutivo de forma previa y preceptiva. Todas las políticas apícolas a nivel nacional tienen que pasar por la CHDA, que es donde interactúan los actores de la cadena productiva. Nosotros pasaríamos a integrar una comisión que asesoraría a un consejo directivo de lo que va a ser el instituto, nos reduce a una mínima expresión. Hoy tenemos la independencia de asesorar directamente al Poder Ejecutivo, y ahora lo que se pretende es que asesoremos a un consejo. Se van a discutir temas apícolas junto con los chanchos, con los pollos, con los cítricos, no es ni comparable a la CHDA. El Parlamento dio tiempo hasta diciembre para que las gremiales junto con el Ejecutivo lleguemos a un borrador. La Digegra no ha contestado la nota de la comisión en la que nos pronunciamos sobre el borrador que nos entregaron el 25 de mayo. De hecho, el artículo 12, que es el que hablaría del presupuesto, no dice nada; es difícil evaluar algo que no tiene un presupuesto que sustente lo que se dice que se va a hacer.

En las reuniones que tuvieron, cuáles fueron los argumentos del Poder Ejecutivo para quitarle potestades a la CHDA?

En la LUC estaba estipulado que el borrador debía ser hecho junto con las gremiales, y eso no fue así: nos presentaron un borrador ya armado. Lo que nos dijeron fue que se solapaban dos comisiones asesoras sobre un mismo tema: la CHDA y la Digegra. De hecho, hoy por hoy la Junta Nacional de la Granja también asesora en políticas apícolas y no hay ningún problema; que haya comisiones que asesoran en un mismo tema no sería el problema, al contrario: cuantas más opiniones, mejor.

¿Cómo le fue al sector este año con las exportaciones?

En nuestro sector casi 95% de lo que producimos es para la exportación, el mercado interno es muy pequeño. Este año los precios internacionales ayudaron a que los productores trabajáramos más aliviados y hayamos podido juntar algunos pesos para comprar materiales y colmenas. Nadie asegura que esto vaya a seguir así: se trata de oferta y demanda y todo puede cambiar. La demanda de miel se incrementa año a año en unas 20.000 toneladas; eso está estudiado y hubo países que vieron una brecha en el negocio y sacaron productos símil miel. Eso se ve con frecuencia en el mercado, por ejemplo en las mermeladas: uno puede ver una a 100 pesos en una góndola y si la va a comprar a un productor puede costar el doble. Hay falsificaciones de productos a montones. Debido a los reclamos de los apicultores a nivel mundial, los laboratorios que analizan la miel empezaron a analizar trazas de azúcar, en este caso el carbono C13. Esto ayudó a frenar la adulteración, benefició el precio e instó a que los consumidores busquen productos más genuinos. La pandemia ha incidido en la tendencia a consumir productos más naturales.

¿Cómo está compuesto el sector apícola en Uruguay? ¿Qué cantidad de productores pequeños, medianos y grandes hay?

A pesar de que venimos perdiendo productores año a año, en la declaración jurada de 2021 somos 2.428. 80% de esa cantidad son pequeños productores familiares con 300 colmenas como máximo; después hay un pequeño porcentaje que tiene entre 300 y 700; y 1% o 2% de apicultores con más de 1.500 colmenas.

¿Cuáles son las dificultades que tiene hoy el sector?

El recambio generacional. Este es un rubro envejecido. Es algo que se puede dar por varios motivos; uno de ellos son las vicisitudes que ha sufrido el mercado en estos últimos años, en los que se ha trabajado a pérdida. Si a los productores veteranos les preguntás si quieren que sus hijos sigan te dicen que no, tal vez hacen un esfuerzo y los mandan a estudiar otra cosa. Es una pena porque, como apicultores, lo que pretendemos es que nuestros hijos continúen con el emprendimiento.

¿Cómo es la zafra de la miel?

Con la aparición del cultivo de colza [oleaginosa de invierno que comenzó a extender su área de cultivo] se adelantó la zafra dos meses: arrancamos a mediados de julio. De la colza se pasa a los montes naturales; también están los arándanos, en los que se hace el servicio de polinización: 100% del arándano depende de la polinización de la abeja. En setiembre y octubre está el citrus; en noviembre, diciembre y enero vamos a la pradera y a las plantaciones de leguminosas; para finalizar, a mediados de febrero vamos a las plantaciones de eucaliptos, y se termina la zafra en mayo.

¿La miel cambia según el lugar al que se lleve la colmena?

Cambia según el cultivo. En Uruguay 40% de lo que se produce viene de la producción de eucaliptos. Lo que tenemos que hacer es presentar nuestros productos con valor agregado, y ese valor agregado pasa por la investigación. Por ejemplo, la miel de eucaliptos tiene muy buenas características medicinales y terapéuticas. Nos estaría faltando trabajar con apoyo del Estado en la promoción de ese producto, que sea una miel con información respaldada, ya sea por la Facultad de Química o por el INIA [Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria]. Eso sería una manera de diferenciar nuestra miel de la que anda por el mundo. La meta sería llegar a una miel clase A y a mercados más exigentes, que son los que más pagan. Si uno quiere caracterizar una miel tiene que haber una capacitación al productor para cosechar determinados tipos. El tema es que no se mezclen los productos y que el Estado vaya respaldando para que después el exportador pueda ofrecer el producto a los mercados más exigentes, que no son los más grandes; estamos apuntando a pocas compras, pero mejor pagas.

Hay algunos compromisos que asumió el extitular del MGAP Carlos María Uriarte como la posibilidad de que las personas que sean responsables de la muerte de colmenas las paguen. ¿Cuál ha sido el acercamiento con las nuevas autoridades?

Nos han dicho más de una vez que el MGAP está abierto, que está a disposición de los productores, pero ya vamos un año y medio de gobierno y no hemos podido plasmar ni siquiera lo más básico, como lo fue la situación de emergencia climática. Se iba a otorgar créditos por medio de microfinanzas y hasta el día de hoy no hemos tenido noticias. Se nos dijo muchas cosas, pero no se ha ejecutado nada. Perdimos lo que fue el beneficio de bonificación de 50% del control vehicular de los camiones de 3,5 a 8,5 toneladas. La tarifa era algo más de 10.000 pesos; por medio de un convenio con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas logramos que el apicultor pagara la mitad, y cuando cambió el gobierno volvimos a hacer el trámite pero no nos llevaron la propuesta. Hoy un apicultor está pagando entre 11.000 y 12.000 pesos cada vez que pasa por un control vehicular. Otra de las cosas que venimos reclamando es la falta de crédito al sector, un crédito blando y acorde a la moneda en la que trabajamos, que es el dólar. Trabajar en pesos es caro para nosotros; por nuestro ciclo de producción no tenemos mes a mes la posibilidad de pagar una cuota, sino que vendemos la producción y ahí nos hacemos del dinero para pagar. Entre que se entrega el producto al exportador pueden pasar hasta 45 días para tener el pago total.

¿Cómo está siendo 2021 en cuanto a la producción granjera?

Lo que he hablado con mis colegas de la CNFR es que la situación es similar a la del sector apícola: sigue cayendo el número de productores pequeños, en especial los más chicos y familiares. También hay un envejecimiento del sector y no hay un recambio generacional; uno de los motivos por los que eso no sucede es la falta de rentabilidad del sector, también está el problema del trabajo a cielo abierto. El cambio climático es una realidad que se viene acentuando, tanto para la hortifruticultura como para la apicultura. Año a año es más notorio. Todo lo que es producción agropecuaria depende en 80% del clima, lo que genera costos al tener que regar o fertilizar. Ese es un problema en el que el sector no tiene un respaldo económico, estamos muy débiles en ese sentido. Hay que ponerse a estudiar junto con el Estado para crear políticas de apoyo y respaldos, ya sea con capacidades técnicas o con un respaldo económico en los momentos de emergencia.

La solución a los problemas que trae el cambio climático pasa por respaldos económicos, pero de esa manera estarían constantemente endeudados.

La forma de producir ha cambiado. En la apicultura hace 30 años se tiraba la colmena y ni siquiera se curaba, y se generaba 60 u 80 kilos de miel sin hacerle nada; hoy por hoy, debido al cambio climático, todo es más difícil. El apicultor tiene que estar preparado para estos cambios; en primer lugar hay que trabajar con reinas nuevas, de reconocida crianza y de cabañas reconocidas, aprender a sacar el mayor rendimiento a la colmena en menor tiempo. Eso se hace con incorporación de nutrición, para lo que se necesita un balance para crear esa dieta. Todo eso está, el tema es que hay que enseñarle al productor y cómo manejarlo para no perjudicar el producto. Si lo que pretende el gobierno es mantener al productor en el campo, tenemos que tener un Estado que se acerque al productor, no un Estado que se achique y se retire. Hoy estamos viendo una tendencia a la reducción en los apoyos económicos a los diferentes proyectos y programas. Esa no es la mejor estrategia. Queremos un Estado presente, no ausente, y que apoye al productor; esa es la estrategia, incluso es lo más económico para un país que quiera mantener a la gente produciendo; peor es que desaparezcan productores. En la Facultad de Ciencias hay un estudio que dice que la apicultura genera entre 350 y 400 millones de dólares de forma indirecta. Además, de forma directa, este año la apicultura está aportando 40 millones de dólares. Que un Estado invierta 300 o 400.000 dólares en investigación no es nada comparado con lo que aporta el sector.