Con la idea no basta, por más buena que sea. Si quien la tiene quiere avanzar y posicionarse en el mercado, deberá actuar estratégicamente y relacionarse con las personas correctas. Para lograrlo existen equipos como el de Endeavor, que se dedica a seleccionar y apoyar a emprendedores “de alto impacto”. Analía Migues, su directora ejecutiva, explica que la clave está en “crear vínculos” entre los diferentes actores y “desparramar” lo que surja de ellos en la comunidad. Bajo esa búsqueda fue organizada la Semana Emprendedora, un evento presente en más de 45 países, que se desarrolló en Uruguay desde el lunes 14 hasta el domingo 20 de noviembre. Sobre sus objetivos y las características de los emprendimientos locales, dialogó Migues con la diaria.
¿Qué puntos tienen en común las organizaciones participantes de la Semana Emprendedora?
Las organizaciones trabajan para que los emprendimientos crezcan de manera constante y acompañados. Desde la incubadora, que se encarga más de una etapa de idea o de proyecto, hasta nosotros, que estamos en una etapa de escala o trabajamos con el alto impacto, todos trabajamos con un denominador común que es ayudar a emprendedores. Cada una lo hace de distintas maneras. Hay capacitaciones, mentorías, acompañamientos, o redes de contacto y de confianza, como puede ser una asociación de empresarios. Realmente se nota en Uruguay el trabajo que hay detrás en que todas las organizaciones estemos en contacto, que todas conozcamos en qué áreas trabaja cada una, para también derivar emprendedores. Quizás llega un emprendedor a Endeavor y no es Endeavor la organización que mejor lo puede ayudar en ese momento, entonces nosotros lo derivamos a la organización que entendemos que le puede agregar valor en ese momento o para ese desafío puntual. Es importantísimo el estar conectados y articulados.
¿Esa es una característica de Uruguay? ¿Cómo es nuestro país en comparación con otros?
Es súper variado, en realidad. No en todos los países existe una figura como la Red Uruguay Emprendedor. Hay países en los que la semana emprendedora es algo más aislado, más institucional de quien es anfitrión. Nosotros entendimos que era importante abrirlo al resto de las organizaciones para poder llegar a la mayor cantidad de emprendedores posible, en este movimiento que es tan relevante.
¿A qué se dedican las organizaciones?
Hay organizaciones que trabajan con pymes [pequeñas y medianas empresas] u organizaciones que trabajan con emprendimientos en etapas de idea. Por ahí tenés la idea, te parece buenísimo, pero te falta validarla, no sabés cómo arrancar, te falta formalizarla. Hay incubadoras que, justamente, te ayudan en esos primeros pasos, aceleradoras, que te ayudan una vez que tenés tu modelo viable, en cómo dar esos primeros pasos. Después está la parte de internacionalización, donde está Endeavor. En el medio, todas las organizaciones que generan financiamiento. Las agencias, tanto ANDE [Agencia Nacional de Desarrollo] como ANII [Agencia Nacional de Investigación e Innovación], que apoyan con subsidios para que esos emprendimientos salgan adelante, distintas otras capacitaciones, es súper variado. De hecho, por suerte, hay una organización para cada etapa o desafío.
“Al emprendimiento uruguayo no le queda otra que nacer con mentalidad de afuera en determinado segmento o determinado sector, porque la escala la ganamos afuera”.
¿Qué líneas de trabajo aparecen en estas etapas? Dentro de las actividades hay talleres orientados a jóvenes emprendedores o vinculados al cambio climático. ¿Viene por ese lado la búsqueda en este momento?
Ese lado de la cuestión nos lo brindan más los emprendedores, es más a demanda. Por supuesto que hay organizaciones que se encargan de desarrollo sostenible, pero también nosotros tratamos de adaptarnos a lo que los emprendedores nos están pidiendo o nos están diciendo que necesitan. Ahí, por etapa del emprendimiento hay cosas identificadas, como qué puede ser la validación, los desafíos comerciales, los desafíos de financiamiento, los de internacionalización. Uruguay es un mercado chico y en algún momento muchos emprendedores piensan en salir afuera. Hay organizaciones que también ayudan ahí.
¿Qué implica salir al exterior?
Al emprendimiento uruguayo no le queda otra que nacer con mentalidad de afuera en determinado segmento o determinado sector, porque la escala la ganamos afuera. Uruguay es un mercado chico que tiene un montón de ventajas, es seguro, es un mercado de prueba excelente, pero necesariamente cuando los emprendimientos, sobre todo de base tecnológica, quieren salir al mundo, necesitan rodearse de una buena red de contactos que les haga la curva de aprendizaje, si se quiere, un poco más corta.
¿Qué tiene para ofrecer Uruguay en particular?
Hoy Uruguay se está posicionando –voy a usar un término muy usado estos días– como hub de innovación. Somos atractivos no para que empresas de afuera desarrollen nuestro mercado, sino para que desarrollen sus mercados desde Uruguay. Eso implica la formación, estar a la altura de generar talento para estas compañías. Uruguay tiene un talento emprendedor muy grande, muy importante, y el mercado uruguayo es muy seguro. Tenemos y estamos mostrando todas las condiciones para poder posicionarnos ahí y que eso traiga mucho valor para el resto de la economía, en formación, en empleo, en educación en general. Incluso para los emprendedores uruguayos, que vean otras historias de afuera acá, que vean que es posible, que se contagien en ese ecosistema y, sobre todo, que empiecen a encontrarse con estos otros emprendedores que vienen de afuera. En definitiva, así es como podemos crecer todos. Se trata de emprender en red.
¿Cuáles son las fortalezas de los emprendedores uruguayos?
Los emprendedores uruguayos son resilientes y flexibles. Se pueden adaptar a imprevistos o situaciones que no necesariamente previeron de manera más rápida, porque así es como vivimos acá, en un marco seguro pero con un montón de imprevistos: crisis, pandemias. Dentro de todo, supimos salir adelante por la forma en la que somos. Eso se valora desde el punto de vista del inversor, de los socios estratégicos. Estamos viendo muchas empresas uruguayas con talento esparcido por todo el mundo, pero la cultura de la empresa es muy nacional.
¿Cómo se construye el escenario actual? ¿Cuál era el panorama diez años atrás?
Hemos visto surgir en los últimos diez años muchos más emprendimientos de valoración internacional que en los años anteriores. Esto tiene que ver con esto mismo, con que uno sea pionero y demuestre que es posible y empecemos a ser atractivos como mercado, pero que además los emprendedores acá sigan ese ejemplo, o de alguna manera aprendan de ese ejemplo. Eso tiene mucho que ver con la generosidad de los emprendedores de abrir su experiencia y de tratar de volcar eso a otros. Es como trabajamos en Endeavor y como creemos que estos emprendimientos pueden crecer. A partir del surgimiento de uno, empiezan a surgir nuevos. El ecosistema ha hecho mucho trabajo para ponerse a la altura de ese movimiento, en esto que te decía, que en realidad los emprendedores también nos demandan o nos demuestran a nosotros por dónde seguir. Están surgiendo, además, segmentos muy importantes que requieren su tiempo de maduración, como puede ser la biotecnología. Hemos visto en los últimos diez años mucha tecnología aplicada al agro, que mejora los procesos y la utilización de recursos, que requiere talento más calificado. La curva de aprendizaje va siendo cada vez menor, y la clave ahí va a estar en generar la formación y el talento necesario para que no sea algo del momento, sino que sea algo sostenible.
¿Dónde están los principales desafíos?
El gran desafío es el financiamiento, en términos muy generales. El encontrar la herramienta de financiamiento necesaria para cada etapa. Hoy estamos viendo surgir muchas empresas de triple impacto, pero también estamos viendo a las empresas grandes incorporar esto como una nueva forma de hacer negocio. Ya no quieren hacer el negocio como lo venían haciendo desde que nacieron, sino que quieren ser conscientes con su ecosistema, con la sociedad, con el medio en el que están. Eso además viene acompañado del sistema financiero. El sistema financiero está dando incentivos a empresas para que incorporen la sostenibilidad en sus negocios. Son movimientos de distintos actores que se articulan para que esto llegue a buen puerto o no sea algo momentáneo.
¿A qué creés que responde esta nueva forma de hacer negocios?
Un gran componente de eso tiene que ver con cómo los seres humanos estamos percibiendo el mundo o el entorno donde vivimos. Somos mucho más conscientes de lo que fueron nuestros padres o abuelos sobre la importancia de cuidar el medio donde nos movemos. Eso lo vemos a nivel de liderazgo, hoy el rol del líder cambió muchísimo. Antes, por ahí, era un líder mucho más autoritario, lineal. Hoy se valoran muchas más cualidades soft: que sean empáticos, que consideren a las personas, porque en definitiva las empresas están hechas de personas. Cuando esas mismas personas empezamos todas a ser conscientes de que tenemos que cuidar el espacio en el que nos movemos, que tenemos que cuidar las relaciones que generamos y demás, eso impulsa a la empresa. Es una combinación que estamos sabiendo atender, un efecto que estamos sabiendo mirar.