Todos los meses ingresan desde Brasil contenedores repletos de pollo congelado. Desde marzo, momento en que el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) habilitó a los importadores a superar el tope de 120 toneladas mensuales que regía desde hace 12 años, la cantidad de pollo brasileño no ha dejado de crecer.

“Luego de que se liberó el límite de importaciones por mes entran más de 20 contenedores, solamente de suprema, desde Brasil. Eso equivale a 16 faenas de un solo frigorífico. Un frigorífico, de los cinco o seis que hay, no trabajaría la mitad del mes solamente por el ingreso de la suprema”, explicó a la diaria Ana Laura Martínez, integrante de un grupo conformado por la gran mayoría de los distribuidores avícolas de Uruguay. Para comparar, comentó que antes de que se quitara el tope, “más o menos entraban por mes dos contenedores de pollo entero y cuatro de suprema”.

Las consecuencias del ingreso de mayor cantidad de pollo importado desde Brasil afectan a toda la cadena de carne avícola: “Todo nace en el productor, el dueño del frigorífico, luego repercute en el fasonero que cría menos, y de ahí en el resto de la cadena”, contó Martínez. Aunque dijo que “por ahora” no se perdieron puestos de trabajo, están preocupados por esa posibilidad. Según ella, los principales importadores de pollo brasileño son operadores cárnicos, “que en realidad usan el pollo como un llamador para tratar de vender sus productos”.

Aseguró que las personas que consumen pollos importados “están comiendo algo que tiene seis meses dentro de un contenedor” sin que haya una baja en el costo, mientras que a ellos el Estado les hace “10.000 exigencias” en torno a que el pollo sea fresco y se cuide la cadena de frío: “La producción que viene de Brasil viene a mitad de precio, pero eso no se ve reflejado en el consumidor final. No hay beneficio ninguno, desde lo que estás comiendo hasta lo que te cobran”.

Como respuesta a esta situación, trabajadores de la industria de carne avícola se movilizarán este jueves a las 15.30 desde la esquina de Paraguay y Colombia hacia la sede del MGAP. El objetivo es que se vuelva a poner el mismo tope que tenían antes las importaciones porque entienden que hasta hace poco se pudo trabajar con esta medida vigente y “todos convivían y tenían trabajo”.