“Aprender esto me viene bárbaro porque yo cocino mucho... en el Parlamento”, bromeó la vicepresidenta Beatriz Argimón. Al mismo tiempo, la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, observó como Pedro, un panadero, les enseñaba a hacer un pan marsellés. Cada una con un delantal puesto, cortaron la masa del pan, lo metieron en el horno y simularon que pasaron 15 minutos. Por un tema de tiempo, Pedro sugirió que hicieran de cuenta que los panes terminados que él preparó más temprano eran los mismos que Cosse y Argimón hicieron.

La denominada “clase express” terminó con ambas políticas comiendo los panes que simbólicamente hicieron y poniendo la clásica cara que todos ponen cuando te quieren convencer de que algo está muy rico. La intendenta sugirió ponerles manteca y mermelada y la vicepresidenta invitó a los presentes a “probar lo que hicimos con la ingeniera Cosse”. Casi todos se llevaron su bolsita con pan marsellés.

Minutos antes de que Cosse y Argimón incursionaran en el mundo de la panadería, sobre las 19.00, el Centro de Industriales Panaderos del Uruguay (CIPU) comenzó el acto de celebración, en su sede, por su cumpleaños número 135. Además de las mencionadas, el acto tuvo la presencia fugaz del ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, que se tomó unas fotos y se fue a cumplir con otro compromiso. Uno de los puntos más importantes del evento fue el lanzamiento del libro 100 años de historias bien amasadas, que recoge los 1.200 tomos de la revista que el CIPU realiza desde hace 100 años. Hubo un espacio de oratoria por parte de las autoridades presentes y en el medio se le entregó una placa de reconocimiento a Roberto Fernández, un socio histórico de la institución desde hace 54 años.

El primero en hablar fue el presidente de la CIPU, Álvaro Pena, que destacó la publicación del libro y renovó el compromiso de la organización para seguir desarrollando la panadería uruguaya: “Estamos comprometidos con la formación del oficio por lo cual invertimos fuertemente en nuestro instituto tecnológico del pan, su laboratorio de análisis de harina y su escuela [...] Quiero reforzar el compromiso con la cultura del pan en nuestra sociedad y continuar desarrollando nuestra institución como legado para los panaderos”, afirmó.

Günther Koerffer, presidente de la Unión Internacional de Panaderos y Pasteleros, fue una de las presencias destacadas de la ceremonia. Se dirigió a la audiencia en inglés, pero contó con la asistencia del presentador del evento, que ofició como traductor. En referencia al libro, dijo con mucho entusiasmo que era “asombroso” (It´s amazing!) y reflexionó sobre las cualidades de su oficio: “El pan es vida, la pastelería y la panadería son felicidad”, dijo. Cerró con un mensaje de paz para el mundo a la que los panaderos pueden contribuir con su oficio.

Cosse comenzó felicitándolos por la comunidad que construyeron durante 135 años. Agradeció y reconoció a todos los “panaderos, panaderas y panaderías que durante la pandemia la pasaron complicado y que se unieron a la solidaridad y donaron 60.000 panes para las ollas populares”. También destacó la importancia de la escuela de panaderos, “donde se han capacitado personas para que tengan una oportunidad de trabajo”.

La última en hablar fue Argimón, que apuntó que la comunidad de panaderos es una “referencia” en el país. “Los que estamos acostumbrados a conocer instituciones sabemos que no es fácil perdurar tanto tiempo con esta solidez, con esta entrega y fundamentalmente con la capacidad que tuvieron a través de la escuela de devolverle a la sociedad lo que ustedes sienten, que es un gran amor”, apuntó. Agregó que “uno puede tener muy buenas intenciones, pero sin lugar a dudas el afecto, el compromiso, el cariño y la vocación por lo que hacen es lo que hace que por tanto tiempo se hayan mantenido juntos y que sean referentes de toda la comunidad”.

No todo es pan marsellés

Trabajadores del molino Dolores, de Soriano, le manifestaron su preocupación al diputado frenteamplista Enzo Malán y al concejal frenteamplista Eduardo Poloni a causa de una serie de medidas que tomó el gobierno que ponen en riesgo su fuente de trabajo, según explicó Malán en un comunicado. Las medidas en cuestión son la reducción del arancel para las harinas de trigo y el aceite procedentes de Argentina y la eliminación para las importaciones por fuera del Mercosur.

“Si el empresario ve que es más barato comprar la harina en el exterior que producirla (es decir hacer la molienda en el molino), lo hará, porque debe satisfacer la parte comercial que también se verá tentada a comprar el producto más barato”, explicó el legislador, que además planteó que, a la larga, los empleados de los molinos perderán su fuente de trabajo. Hay 700 personas trabajando de forma directa en la rama y más de 1.500 en forma indirecta. En Dolores, más de un centenar de familias dependen de esos empleos. “Hoy [por este martes] los trabajadores del sector presentaron ante la Justicia un recurso de amparo para lograr el cese de esta medida que perjudica a la industria nacional”, concluyó.