“A los sistemas constructivos no tradicionales me gusta cambiarles el nombre, me refiero a ellos como los nuevos sistemas constructivos”, dijo a la diaria Pablo Antonaz, coordinador técnico del proyecto de Formación en Sistemas Constructivos No Tradicionales (FESCNT). Las nuevas tecnologías que se aplican dentro del mundo de la construcción, a través de estos sistemas, son la causa principal del rebautizo. La Cooperativa de Estudios y Trabajo - Programa de Vivienda Sindical (CET-PVS), que trabaja en la construcción de cooperativas de vivienda a partir de los sistemas constructivos no tradicionales, y de la cual Antonaz es responsable, se encarga de impartir cursos sobre la temática.

Antonaz definió la propuesta como un “curso de sensibilización” sobre los nuevos sistemas constructivos y contó que dura un mes, con una carga horaria por semana de dos clases teóricas vía Zoom, y una práctica en la que se visitan obras. “Consiste en una parte teórica en que se estudian los manuales de ensamble, hay una breve introducción sobre el avance tecnológico en la industria de la construcción, se dan marcos normativos y, en las últimas tres clases, se habla específicamente de los sistemas constructivos”, profundizó.

El Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT, la Federación del Programa de Vivienda Sindical y CET-PVS llevan adelante el proyecto. La titular del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MVOT), Irene Moreira, el catedrático en tecnología de la construcción de la Facultad de Arquitectura, Fernando Tomeo, el presidente de la Agencia Nacional de Vivienda (ANV), Klaus Mill von Metzen, y el director del Polo Tecnológico del Cerro, Alejandro López, Viana también apoyan la iniciativa. Según Antonaz, el curso tuvo una muy buena calificación dentro de Inefop y consideró que se debe a su temática novedosa y a que tiene una “inserción laboral, quizás, más inmediata que otras apuestas”.

Es gratuito, para todo público y en su web pone especial énfasis en que sirve para mejorar la situación de personas en proceso de reconversión laboral, es decir, “personas desocupadas u ocupadas en otros ámbitos”, explicó Antonaz. La problemática del desempleo es atendida por el curso, al finalizar con los estudios los graduados ingresan a una bolsa de trabajo dentro del Programa de Vivienda Sindical a la que apelarán las cooperativas cuando necesiten mano de obra especializada: “Hay cerca de 70 cooperativas en obra en el PVS, hay seis o siete personas contratadas por cooperativa. Teníamos la necesidad de formar gente que se sumara, es un alivio tener personas que ya pasaron por el curso y no lleguen a la obra sin conocimiento previo”, indicó. Además, los graduados se pueden presentar en otros ámbitos fuera del cooperativismo en los que se trabaje con estas formas de construcción.

Los cursos se empezaron a dictar en marzo de este año y se desarrollarán hasta diciembre. Se llevarán a cabo en Montevideo, Canelones, Durazno y Maldonado y la idea es que se formen cerca de 500 personas. El viernes 5 de agosto se entregarán los primeros diplomas a los graduados de los cursos que ya se hicieron, entre los que se encuentran, por ejemplo, cooperativistas que querían aprender a construir sus propias viviendas y personas que buscan una nueva salida laboral.

Comentó que desde 2011 el MVOT reglamentó y certificó su utilización en Uruguay y destacó que hay 1.600 familias viviendo en cooperativas que fueron construidas por el PVS utilizando el sistema. “El resultado es bueno. Es más económico, rápido y de mejor calidad desde el punto de vista hidrotérmico. Se usan los mismos materiales, pero mejor y en menor cantidad. Siempre decimos que ecológicamente el sistema es mejor porque usa menos material y tiene mayores prestaciones”, explicó.

La prefabricación se volvió una herramienta importante para los nuevos sistemas de construcción. Puso como ejemplo nuevamente a las cooperativas de ayuda mutua en las que las construcciones siempre son un esfuerzo por parte del cooperativista, que tiene que trabajar y dedicar tiempo a construir su casa. En ese contexto, las prefabricaciones son un “plus” porque hacen que las construcciones sean más rápidas y el insumo de mano de obra sea menor.

“El propio sistema constructivo empareja a todos”

Pero no sólo se aprenden habilidades de construcción, el curso también incorpora dentro del programa una materia específica donde se introducen las temáticas de género. Tatiana Antúnez, responsable de impartir las clases, habló con la diaria y afirmó que es una necesidad abordar estas temáticas porque “la construcción no es un espacio propio de la mujer en términos de género, hay estereotipos que sitúan a las mujeres y a los varones diferenciados en determinados roles”.

Comentó que en las clases comienzan diferenciando los conceptos de sexo y género y, a partir de ahí, se empiezan a generar preguntas y respuestas sobre los roles tradicionales que se le asignan a hombres y mujeres desde chicos. “La conversación se termina trasladando a la obra, las mujeres dicen cosas como 'en la obra nos discriminan porque somos mujeres', o los varones dicen 'las mujeres no pueden con esta tarea'. En la obra, las compañeras terminan demostrando que pueden”, apuntó.

También se busca que se pongan sobre la mesa temas relacionados a las situaciones que se dan dentro de las cooperativas o en los procesos de construcción. Puso como ejemplo que los capataces mayoritariamente son varones y que se generan diferencias con las mujeres por pensar que no pueden con determinadas tareas. Luego se trabaja con estadísticas que muestran datos como la cantidad de horas que le dedican las mujeres al trabajo no remunerado en comparación con los hombres a nivel de Uruguay y Latinoamérica.

Las nuevas tecnologías de construcción y el menor uso de materiales derivan en que varios elementos en la obra pierdan peso, explicó Antonaz: “El propio sistema constructivo empareja a todos. En obras donde hay que cargar ticholos o una bolsa de portland el propio sistema está discriminando. Como es nuevo no está aquello de que hace 200 años mi abuelo era constructor entonces yo sé de esto, todos son nuevos”, afirmó.

El caso de las cooperativas de vivienda sindical es muy especial porque, según Antúnez, tienen “cara de mujer jefa de familia” y estas poseen una gran representatividad en las direcciones: “En el proceso de construcción, las mujeres jefas de familia tienen un montón de problemas porque en la noche hay que hacer la serenada o en el día podés tener a tu hijo enfermo. Se tienen que tejer una serie de redes internas para facilitarles la tarea, y eso se logra”. En eso, los sistemas constructivos no tradicionales juegan un rol importante, ya que por su propia naturaleza, “las mujeres logran tener un acercamiento más amigable y un involucramiento que distorsiona estas diferencias que se pueden plantear en términos generales”.

Aseguró que el abordaje de las temáticas de género fue muy bien recibido por parte de los participantes. Señaló que el proceso se da de forma muy natural y piensa que eso está relacionado con lo novedoso de las formas no tradicionales de construcción. Incluso, ese éxito se tradujo en que luego se comuniquen desde las cooperativas porque quedaron interesados en profundizar en la temática: “Nuestro compromiso no se termina sólo con el curso, la idea es seguir aportando al intercambio y a profundizar en la temática. Ponerle mucho corazón y dedicación a esto”, concluyó.