Miércoles y sábados la Brigada Solidaria Agustín Pedroza del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos (Sunca) se encarga de proveer la mano de obra para los sectores “más vulnerables” que le solicitan ayuda. “Es una bandera que tiene el sindicato pero es también acción: no sólo vamos a ser solidarios, es una puesta en acción de solidaridad pura y dura, y para nosotros es un orgullo”, manifestó a la diaria Laura Alberti, de la dirección del Sunca. Para Alberti, el “orgullo” no es sólo la acción y la solidaridad a la que refiere, sino también “generar vínculos con las organizaciones y con las personas”.

Es que la brigada es llamada por personas y por organizaciones. Ya con los elementos de construcción necesarios, las personas y las organizaciones se comunican para solicitar la posibilidad de que pongan la mano de obra para realizar lo que en ese momento necesitan.

John Fernández es el responsable de la brigada, aunque en conversación con la diaria explicó que no es una secretaría y por tanto “funcionamos como compañeros: nadie tiene un rol ni es secretario”. En 2010 fue el “andamiaje” y en 2013, a través de la negociación colectiva que consideró “fundamental” para la garantización de “los derechos laborales”, comenzaron a trabajar los sábados, además de los miércoles.

A partir de ahí, contó que desplegaron sus tareas con escuelas públicas, liceos, Centros de Atención a la Infancia y la Familia, la Fundación Pérez Scremini y el hospital Pereira Rossell. Por otro lado, también han atendido afectaciones por catástrofes climáticas en el interior del país, particularmente, en Maldonado (San Carlos), Soriano (Dolores) y Paysandú, entre otros departamentos. Asimismo, se han caracterizado por brindar apoyo a personas en situación de discapacidad o mujeres en situación de violencia de género.

“Básicamente, algunas veces tratamos de arreglar una pared, poner una puerta, un techo, refaccionar alguna casa que está en malas condiciones, hacer un contrapiso, colocar alguna cerámica en el baño, mejorar el tema de la electricidad –que es muy complicado muchas veces por la precariedad y humildad de los ranchos–, acondicionamientos sanitarios y tratar de resolver de la mejor forma el tema de las termofusiones”, enumeró Fernández como parte de las tareas más usuales y principales que desempeña la brigada.

¿Cómo funciona?

“Nos llegan por varios lados, conocidos de conocidos y organizaciones sociales o sindicales que también están trabajando en lo que es el tejido social”, narró Fernández. Los pedidos para que la brigada brinde la mano de obra también llegan, en ocasiones, de instituciones estatales. El referente puntualizó que el Ministerio de Desarrollo Social y la Intendencia de Montevideo por medio del Plan ABC suelen “demandar mucho” y hasta incluso “a veces tenemos que hacer un parate, porque solucionamos algunas cosas pero no somos una empresa, somos una brigada solidaria y solucionamos lo que esté a nuestro alcance”.

En ese sentido, resaltó que tal y como lo dice el nombre de la brigada, “no tiene fines de ningún tipo”. Así es que a quienes la brigada les brinda el servicio es porque “no tienen cómo llegar o tratar de resolver de otra forma”, por tanto, en los casos en que llegan solicitudes en las que hay posibilidad económica, “no lo tomamos como brigada, porque ya tiene recursos para pagar la mano de obra, y lo toma otra parte del Sunca”.

Quienes realizan las tareas no son necesariamente parte del sindicato ni personas con conocimiento previo en construcción. Fernández dijo que, además de los integrantes activos del Sunca, a veces participan algunos desocupados, y que en varios ocasiones “vienen de todos los palos a echar una mano, ya sea pintar, u otra cosa, porque muchas veces no es necesario que sea de la construcción, toda mano solidaria o ayuda es importante, como puede ser alcanzar un balde de material”, manifestó.

Abordaje a mujeres víctimas de violencia de género

Alberti describió que “muchas organizaciones vinculadas al tema de la violencia doméstica se pusieron en contacto” con la brigada, porque en tales ocasiones “muchas veces la mujer se tiene que ir de la casa, separarse de la persona violenta, y en muchos sitios les daban el lugar y los materiales, pero ¿cómo va a levantar una pieza, un lugar?”, esgrimió la integrante de la dirección del Sunca.

En ese marco, manifestó que la brigada se puso “a la orden” para apoyar a estas mujeres para que tengan “una vida digna”, también para sus hijos. “Nos ha pasado de tener que levantar de cero, y ni siquiera una casa, sino una pieza con un baño, donde poder mejorar esa vida”, contó.

Por otro lado, destacó que desde la Intersocial Feminista se pusieron en contacto con la brigada no sólo para pedirles apoyo para determinados casos, sino también para que las integrantes del colectivo puedan aprender de construcción y así después colaborar. “Entonces se armaron varias brigadas, fuimos específicamente a varios lugares, uno para una abuela a cargo de cinco nietos, y se pusieron los techos”, señaló. “Nos pasa mucho que los municipios les dan los materiales a las compañeras, pero les das dos bloques, pedregullo y pórtland, ¿y qué hacen? Si aparte están en una situación de vulnerabilidad total”, enfatizó.

En ese contexto fue que comenzaron a funcionar las “brigadas de mujeres”, dijo, aunque contó que también había algunos compañeros varones que ayudaron. “Fue una experiencia muy linda: tres o cuatro fines de semana de brigadas de mujeres y muchas otras que siguieron vinculadas a esas familias, entonces ayudaron por otro lado, como con ropa, para seguir generando mejores condiciones de vida”, esbozó Alberti.

Así es que definió que lo que brinda la brigada va “más allá de la vivienda, quedamos vinculados para solucionar en lo que podemos”. Sobre el vínculo con la Intersocial en particular, subrayó que “fue muy bueno que nos llamaran, porque está el estigma de que el trabajador de la construcción... y entonces ese vínculo para nosotros fue muy bueno y una experiencia muy linda”.

Por otro lado, lamentó que les gustaría llegar a más organizaciones y personas y brindarles lo necesario. “Lo que podemos hacer es poner mano de obra como sindicato, pero ojalá podamos generar un vínculo con alguna organización que ponga más materiales. Si bien hay muchas empresas que ayudan en intervenciones puntuales, ojalá pudiéramos llegar a más”, resumió la directora del sindicato, y agregó: “La brigada está abierta”.

Abordaje en las escuelas

“Hoy en día nos abocamos, sobre todo, a las escuelas públicas, porque parte de nuestra gurisada va, y tratamos de darles solución para que tengan las mismas condiciones y desarrollen mejor sus tareas”, afirmó Fernández.

Mariela Echegaray, directora de la Escuela 169 Luisa Castelán, ubicada en el Cerro de Montevideo, recurrió a la brigada y tuvo respuesta. En diálogo con la diaria, contó que conocieron la brigada por el padre de uno de los alumnos, que formaba parte. “Le expusimos a Jhon lo que queríamos hacer en diciembre del año pasado, nos dijo que tenían pila de trabajo y nos agregaron al siguiente lugar” de la lista, narró.

El sábado 16 de setiembre de este año, en cuestión de un solo día, ayudaron a construir una cancha que desde hace años necesitaban. “Una cancha enorme con todo un muro de contención, sólo los materiales nos salían 400.000 pesos... con la brigada nos ahorramos la mano de obra, que es el doble de lo que nos salía la cancha”, esbozó la directora. La cantidad para los materiales, asimismo, lo reunieron de manera comunitaria: “la comunidad juntó dinero a través de rifas y tortas fritas”, contó, y también tuvieron la ayuda del ferretero de la zona.

“Por muchos años los niños se hicieron quebraduras expuestas porque se torcían”, manifestó Echegaray. Es que, según contó, anteriormente la cancha era “toda empozada”, y lo que hizo la brigada fue lograr que el piso sea “liso”. “Es una escuela enorme, ocupa toda la manzana, y la cancha es de 30x20: se hace desde educación física hasta los actos”, contó, y subrayó que esto se da en un marco de que la escuela “es absolutamente olvidada, tiene más de 100 años y ni cierran las ventanas”.

La noche de la construcción armaron un fogón y festejaron. Al otro día, volvieron a celebrar con una “vuelta olímpica” con más de 600 niños en la cancha. “Después de la pandemia faltó tanta empatía en la gente... las familias aplaudían, fue llegar a una cosa que era muy importante para nosotros: hace diez años estoy yo en la escuela y hace 17 que luchaban por la cancha. Nunca se conseguía presupuesto, y gracias al esfuerzo de toda la comunidad y la brigada...”, esbozó la directora, y concluyó: “Con esa solidaridad, decís: ‘No está todo perdido’”.