Ante la actual sequía, que sigue sin dar tregua a los sectores productivos del campo uruguayo, el país discute posibles medidas para hacer frente a la situación y evitar que se siga agravando. Desde el norte, zona que sufrió especialmente la sequía de 2008-2009, sugieren ideas que se sustentan en experiencias positivas en Tacuarembó, donde productores hortícolas sobrellevan de buena manera la situación actual.

Rubén Ferreira, productor hortícola e integrante de las Mesas de Desarrollo Rural de Tacuarembó y del consejo asesor del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), comentó a la diaria su visión sobre cuál es el estado de la producción hortícola ante la sequía. En primer lugar, explicó que la situación varía según la zona del país: “El sur está mucho más embromado porque es mucho más intensiva la producción hortícola, y la intensificación requiere más agua”.

Por otro lado, señaló que en departamentos como Tacuarembó, Rivera y Cerro Largo la producción es menos intensiva, ya que “está orientada al mercado local, es pequeña en volumen”. En el caso de Tacuarembó, Ferreira dijo que la seca no afectó a los productores que se abastecen con agua de pozos subterráneos y que no tiene noticias de que en el departamento “se haya secado un pozo semisurgente”.

Planteó que, más que la sequía, el problema más grande para los productores del sector ha sido el de las altas temperaturas. “Por ejemplo, la temperatura ideal para que la lechuga crezca bien está entre 16 y 30 grados, pero si tenés cinco o diez días de 40 grados, no va a crecer, va a tener problemas de calidad. Incluso hasta se termina quemando y se pierde producción”, aseguró.

Ante esta problemática, el productor comentó que “no hay muchas medidas que se puedan tomar”. Señaló como posibles alternativas el uso de mallas sombra para “bajar un poco la temperatura”, y el uso de “riego de aspersión”, pero para lo último “hay que tener mucha agua disponible, entonces a veces tampoco se hace”.

Sobre la situación en el departamento también habló con la diaria Mariana Brunel, agrónoma e integrante del equipo de desarrollo rural de Tacuarembó del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), que dijo que en los alrededores de la capital “llovió bastante y no hay problemas serios”, pero que la parte sur del departamento “sí está bastante complicada”. Ambos entrevistados coincidieron en que la ganadería, uno de los sectores productivos más importantes de la zona, es la principal afectada por la sequía.

Las “soluciones inmediatas” pueden ser “un riesgo a futuro”

En una carta pública emitida el 18 de enero por las cuatro mesas de Desarrollo Rural de Tacuarembó, los pequeños y medianos productores que las componen manifestaron su preocupación por “la difícil situación que atraviesa el campo ante la actual ‘emergencia agropecuaria’” y se dirigieron a “institucionalidad pública y privada” del departamento para que reflexione sobre su papel “en este momento crítico”. De acuerdo con Ferreira, los productores le entregaron la nota a Fernando Mattos, titular del MGAP, durante una recorrida que hizo por el departamento debido a la sequía, pero no tuvieron respuesta.

En el documento sugieren una serie de medidas, entre las que destacan “prorrogar por tres meses los aportes tributarios y pago de servicios básicos” y “que se incluyan planes de apoyo para facilitar el transporte de agua para la producción en las zonas que lo requieran”. Agregaron la posibilidad de que se cambie el plan de entrega de alimentación para el ganado “a partidas individuales acordes al número de animales declarados por los productores” y solicitaron “el retorno de la implementación de apoyos locales a las oficinas departamentales del MGAP que cuentan con el conocimiento necesario del entramado rural”.

Además, dieron a conocer su preocupación por que el Estado, “responsable del agua como bien público y encargado de su distribución equitativa, continúe sin analizar obras de mayor envergadura como la construcción de represas, diques y canales”. También apuntaron en contra de que los créditos blandos orientados a infraestructura y planes productivos “sigan sin tener en cuenta la inserción productiva” y plantearon que “deben estar adaptados a las necesidades de cada producción familiar”. En último lugar, plantearon que no entienden que sigan sin “tener herramientas que mitiguen y amortigüen el impacto del cambio climático sobre los agricultores familiares” y que se creen “medidas interinstitucionales” sin la participación de la sociedad civil organizada.

Consultado acerca de las medidas que se están tomando para ayudar a los productores a sobrellevar la sequía, Ferreira se refirió a los créditos con bajo interés que otorga República Microfinanzas: “Si tomás el crédito ahora, dentro de seis meses vas a pagar sólo un poco de los intereses, pero en 2024 vas a tener que pagar 40%. Si te dieron 10.000 dólares, en 2024 vas a tener que pagar 4.000. Por lo tanto, aparte de todos los gastos que habitualmente tenés que hacer, vas a tener que generar 4.000 dólares extra para afrontar ese crédito. Luego, dentro de seis meses más vas a tener que tener los otros 6.000 dólares, sucede lo mismo”.

Debido a eso, afirmó que “lo que aparece como una solución inmediata puede llegar a ser un riesgo a futuro”. Añadió que también está el peligro de que “meterse en un crédito” para tener dinero para comprar “ración y todo lo necesario para superar la crisis” no te asegura que se pueda salvar la producción. Aunque reconoció que el interés de 2% es el más bajo en mucho tiempo, indicó que “no es esa la ecuación que uno debe tener en cuenta al momento de tomar ese crédito”.

Las medidas del pasado

El 27 de febrero, en una conferencia de prensa, Mattos anunció que se apoyaría a pequeños productores con ración y dijo que el 7 de marzo el ministerio daría a conocer el “mecanismo de entrega” a “microproductores de menos de 30 vacunos”. Según el responsable de la cartera, la medida comenzaría a aplicarse a partir de los últimos días de marzo y principios de abril. En primer lugar, señaló que se entregará ración para terneros para facilitar su separación de la vaca, “que es una forma de aliviar la carga de requerimiento nutricional de los vientres para que puedan estar en mejores condiciones en la entrada del invierno”. Luego se harán nuevas entregas “a esos mismos productores objetivos de hasta 7.000 toneladas de ración de mantenimiento durante el invierno”.

Ferreira y Brunel recordaron que durante la crisis que provocó la sequía de 2008 el MGAP compró ración y los productores de los distintos territorios fueron los que le señalaron al gobierno quiénes tenían más necesidad. “Las organizaciones de productores recibían los camiones de ración, se juntaban con los productores, la embolsaban y repartían en camiones. Se firmaba un vale y después los productores lo pagaban en una cuenta del banco que tenía el ministerio”, contó Brunel.

De acuerdo con Ferreira, con esa medida el productor “se sacó de arriba” el problema de la alimentación y “se salvó muchísimo ganado”. Además, agregó que a causa de eso se gestó “un montón de organizaciones de productores en el interior del país”. “La gente trabajó en conjunto porque la ración llegaba a granel. Había que embolsarla, pesarla, y se organizó para eso. Los productores se tenían que organizar para la distribución, y eso tuvo un efecto social. Hoy eso lamentablemente no está pasando”, comentó.

Otra medida que mencionaron fue la financiación de fuentes de agua: se hicieron tajamares y se construyeron pozos semisurgentes en todo el país. Según Brunel, que trabajó en un plan de emergencia en respuesta a la sequía de 2008, en aquel momento se hizo énfasis en generar estos recursos en el norte del país, ya que allí fue donde la sequía fue “más severa”. Eso se diferencia de la crisis hídrica actual, ya que, sostiene, los problemas en el sur son “más serios” que en el norte.

La agrónoma explicó que a la hora de subsidiar pozos insurgentes “se exigía el informe de un geólogo que determinaba el lugar donde había agua. Después se cumplía con una serie de normas que tiene la Dirección Nacional de Aguas para evitar que el pozo contamine, y se pedía un caudal mínimo de agua, más de 1.500 litros”. En el caso de los tajamares, se pedía que tuvieran “determinada altura y se hacía un cálculo para que abastecieran de agua según el número de animales que había en el predio”. Según ella, esas obras siguen existiendo y continúan funcionando; además, agregó que “en general, los productores que las hicieron no han tenido problemas de agua”.

Las posibles medidas del futuro

“El Estado genera un montón de información de buena calidad, pero si tú no la vas a buscar no te llega”, afirmó Ferreira, que recordó que a mitad del año pasado ya se sabía que se venía la sequía, por lo tanto, “alguien tendría que haber dicho ‘tengamos en cuenta que esto puede pasar’ y tomado medidas”. “El INIA hace los informes todos los meses y quedan colgados en su página. No existe que el MGAP tome esa información y haga llegar a sus oficinas departamentales y diga ‘esto es así, háganlo circular’”, dijo. En ese sentido, planteó que sería bueno que el ministerio haga llegar información a partir de medios de comunicación, como “las radios rurales que todos escuchan”, a los lugares donde “no hay señal e internet”.

El productor también habló sobre el sistema de riego que utilizan para la producción hortícola, y para explicarlo primero hizo una diferenciación entre dos tipos de cultivos. En primer lugar, mencionó los cultivos “intensivos de hoja”, es decir, “lechuga, acelga, espinaca, cebolla de verdeo, tomate, morrón y berenjena”, de los que dijo que sin un sistema de riego “no son rentables”. En segundo lugar, se refirió a “cultivos más extensivos”, como “papa, boniato, zapallos, zanahoria y cebolla”, que “son cultivos de chacra que, generalmente, con las lluvias habituales que tenemos en el país no tienen problema, no precisan riego”, aseguró. Según él, “en general, nadie piensa en poner riego en este tipo de cultivos, pero cuando pasan este tipo de cosas [sequías] es cuando te das cuenta de que el riego es estratégico”.

Añadió que el sistema de riego que utilizan en la producción hortícola se basa en una fuente de agua “que puede ser un pozo semisurgente, una cañada, un tajamar”, pero que en general son pozos que usan aguas subterráneas. “En Tacuarembó los pozos andan en el entorno de los 40 metros promedio. El agua la sacás con una bomba y a través de cañerías de distribución llega al plantío y se distribuye mediante una cinta de riego”, contó, y afirmó que regando “dos o tres horas diarias” se mantiene un cultivo que “se puede desarrollar”. Apuntó que este sistema puede utilizarse en todas partes del país y que “es básico” si se quiere hacer horticultura, pero aclaró que el problema de su implementación es que requiere “una inversión importante” de dinero.

De acuerdo con Brunel, las sequías se van a seguir repitiendo, así que, aunque haya lluvia, “hay que pensar en disponer de fuentes de agua seguras”. Planteó como alternativa un sistema de riego de pasturas que requiere de “una buena fuente de agua” y una “superficie adecuada”. Comentó que “por los costos y la cantidad de agua que se necesita”, el sistema sólo está siendo aplicado por los productores más grandes. Por eso, indicó, sería una buena alternativa investigar opciones de riego de pasturas para producciones chicas y medianas.