50 años atrás, el 27 de junio de 1973, el presidente Juan María Bordaberry decretaba la disolución del Parlamento y la creación de un Consejo de Estado para desempeñar las funciones de la Asamblea General. Si bien el Poder Ejecutivo puso como excusa el rechazo de la Cámara de Diputados al pedido de juicio político al senador del Frente Amplio (FA) Enrique Erro (Unión Popular), el golpe de Estado cívico-militar se percibía como la solución que iban a aplicar el poder económico y las Fuerzas Armadas para frenar el ascenso del movimiento popular. Por algo, la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) había ratificado por unanimidad en sus congresos ordinarios de 1969 y 1971 la decisión de responder al golpe de Estado con la huelga general y la ocupación de los lugares de trabajo.

“En ese momento, ante el desconcierto general de la democracia burguesa, apareció con toda su musculatura la huelga general obrera”, expresa el dirigente sindical del calzado y del Partido Comunista Enrique Rodríguez en su libro Uruguay: raíces de la madurez del movimiento obrero1. Es que ni bien se conoció la decisión de Juan María Bordaberry, las grandes fábricas del país comenzaron a ser ocupadas. La huelga era un hecho.

El Secretariado de la CNT emitía una declaración en la que, “ante la gravedad de los acontecimientos”, se “llama a los trabajadores al cumplimiento de las resoluciones de su Congreso: ocupación de fábricas, estado de alerta y asamblea, plena actividad y normal funcionamiento de los locales sindicales. Sólo el pueblo es protagonista: unido y en lucha, podrá garantizar un camino de cambios realmente democrático y progresista para sacar al país de la honda crisis que lo agobia. ¡Por salarios, libertades y soluciones! ¡Por la unión del pueblo uruguayo contra la rosca oligárquica! ¡Por el respeto a las decisiones populares! ¡A ocupar las fábricas, mantener el estado de asamblea, el alerta en todo el movimiento sindical y el cumplimiento disciplinado de todas las decisiones de la CNT!”.

“Nosotros en el caso de la bebida, ya en la madrugada llamaron por teléfono a la fábrica, el portero me mandó buscar, yo vivo por los fondos de Norteña [...] Buscamos a los compañeros de la Directiva y a las seis de la mañana hicimos la asamblea, y ya a partir de ahí empezó la ocupación de la fábrica. Recibimos a los compañeros de la Coca-Cola, que también eran de la FOEB [Federación de Obreros y Empleados de la Bebida] y viajábamos juntos, y nos dijeron: ‘Nosotros no vamos a ocupar; la asamblea de la planta resolvió no ocupar, pero vamos a entrar en la huelga general’. Y nos preguntaron: ‘¿Podemos ocupar en el local de ustedes?’. Y ahí ocuparon”. Este testimonio fue aportado por Manuel “Ratón” Silva (trabajador de la bebida), recogido en Memorias de la Huelga General de 1973. Relatos del movimiento sindical sanducero2.

El 28 de junio, un mensaje del general Liber Seregni a la militancia del FA decía en uno de sus puntos que había que “apoyar vigorosamente las acciones sindicales y estudiantiles (ocupaciones actuales, nuevas ocupaciones, marchas de protesta, etcétera), que desarrollen en la zona” [de cada comité de base].

Ese mismo día, la CNT enviaba una carta al ministro del Interior, Néstor Bolentini, con cinco puntos en los que pedía “vigencia plena de las garantías para la actividad sindical y política, y para la libertad de expresión”, restablecimiento de los derechos constitucionales, medidas “inmediatas” de “saneamiento económico”, recuperación del poder adquisitivo de los salarios y pasividades, y “erradicación de las bandas fascistas”.

El 30 de junio, el Poder Ejecutivo dispuso la disolución de la CNT.

La huelga general duró 15 largos días y pudo sostenerse no sólo por la resistencia de las organizaciones sindicales sino también por la solidaridad de la gente. “Pero te digo una cosa muy importante: fue toda la población, porque la gente colaboraba con algún paquete de fideos, salían las compañeras de los trabajadores, así, casa por casa, y conseguían. Y fue así, era un orgullo la gente, ayudaba de corazón. Eso es destacable, por eso nosotros pudimos aguantar tanto la huelga, también, ¿no? Pero el aporte para sostener la olla sindical y la huelga fue de la población y su conjunto, de los gremios pero también del vecino común: llamaban a la puerta y te daban cosas”, cuenta René Costa, obrero curtidor.

El 11 de julio la CNT, mediante un largo comunicado, celebraba “el heroísmo” de los trabajadores y anunciaba la decisión de “la terminación de esta etapa de la lucha, levantando la huelga general”.

“En las presentes circunstancias su prolongación indefinida sólo llevaría a desgastar nuestras fuerzas y consolidar al enemigo”, argumentaba la CNT. “Abrimos una nueva etapa, que no es de tregua ni de desaliento, sino de continuidad de la lucha por otros caminos y métodos, adecuados a las circunstancias”, añadía el comunicado.

“La huelga general colocó a la clase trabajadora en el escenario de la historia del país de una manera absolutamente fundamental, haciendo imposible concebir cualquier salida para el país, cualquier proyecto de consolidación democrática, sin contra, con la participación activa y directa de los trabajadores”, sostiene el ahora senador Enrique Rubio en Documentos de la Huelga General de 19733.

“El movimiento de fuerza que lanzaron los trabajadores fue realizado con el objetivo político inmediato de restablecer la vigencia de la Constitución, por la vía de la sustitución del presidente de la República -protagonista del golpe- por el vicepresidente o por un gobierno provisional, los que llamarían a elecciones que abrieran el camino a la consulta popular. En ese sentido, el objetivo de la huelga era modesto y defensivo. Si bien el marco político había evolucionado en forma desfavorable en relación con los años en los que se adoptó y ratificó la decisión de enfrentar el golpe con la huelga general, y por esa razón el objetivo político inmediato era difícil de alcanzar, también es preciso tener en cuenta que sólo con un movimiento de protesta masiva de esta envergadura se lograba atacar al nuevo régimen en su punto de vulnerabilidad máxima: el apoyo social. Para decirlo en forma metafórica, la huelga general hizo que la dictadura militar naciera herida de muerte”, resume Rubio.

Diez años despues de la huelga general, el 1º de mayo de 1983 se conformaba el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT), y un año después se concretaba la “simbólica” alianza entre el PIT y la CNT.


  1. Enrique Rodríguez, Uruguay: raíces de la madurez del movimiento obrero. pág. 173. 

  2. Memorias de la Huelga General de 1973. Relatos del movimiento sindical sanducero. Plenario Departamental de Paysandú del PIT-CNT, Cenur Litoral Norte, Universidad de la República, 2017. pág. 77. 

  3. Documentos de la Huelga General de 1973. Centro Uruguay Independiente, Serie Documentos Sindicales Nº 3, 1985. pág. 9.