En el marco de su ciclo sobre políticas públicas para la diversificación productiva basada en el agro, el Instituto Juan Pablo Terra realizó el miércoles su tercera conferencia, que tuvo como temática el desarrollo sustentable, recursos naturales y diversificación productiva: nuevas oportunidades y nuevos desafíos de política. Anabel Marín, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas e integrante del instituto de estudios sobre el desarrollo de la Universidad de Sussex, fue la principal expositora de la instancia, que también contó con los comentarios de Miguel Sierra, ingeniero agrónomo, experto en innovación y expresidente del Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología (Conicyt).

Al comienzo de su presentación, Marín indicó que se podría decir que en los últimos 15 años se generó “un consenso bastante amplio en la región entre las personas que trabajan en temas de desarrollo productivo, sobre la posibilidad de desarrollarse a partir de recursos naturales y generar diversificación productiva”.

En ese sentido, añadió que el énfasis está en “tratar de entender cuáles son las oportunidades históricas en este momento”, particularmente en América Latina, “para aprovechar esta fuerte especialización que tenemos en actividades vinculadas a recursos naturales”. Señaló que casi todos los países de la región tienen recursos naturales y que hay una mayor “aceptación” de que es necesario empezar a pensar cómo son utilizados.

Planteó que desde su perspectiva, es necesario entender las posibilidades de “innovación y diversificación”, porque cree que “es lo que genera desarrollo productivo”. Pero, además, indicó que los recursos naturales pueden servir como plataforma para “el desarrollo de nuevas tecnologías y, a la larga, un cambio estructural sustentable”. También remarcó que es importante “pensar la posibilidad de expansión a partir de recursos naturales asociada al momento de discusión de las nuevas tecnologías”. Según ella, en la discusión de los avances tecnológicos “hay una oportunidad histórica única para pensar los recursos naturales y el desarrollo de estas tecnologías, que son dependientes y necesitan de estos recursos”. Por eso, indicó que para “aprovechar esta oportunidad” la consigna sería usar los recursos para generar una plataforma para el desarrollo de otras actividades que se consideren importantes de diversificar.

Indicó que las ventajas de oportunidad que existen en este momento histórico tienen que ver con factores como la globalización y “una mayor atención a lo ambiental”. Pero aclaró que “no se puede pensar en las oportunidades de desarrollo de recursos naturales si no las ponemos en contexto de las crisis climáticas, porque realmente sería un error muy grande”. Además, señaló que “hay una tendencia global a hacer una mayor racionalización de esos recursos” y que hay que pensar cómo desarrollarlos teniendo en cuenta eso.

“Hay que negociar entre actores con intereses contrapuestos”

Marín comentó que realizó trabajos para entender “hasta qué punto se vienen aprovechando las oportunidades” en la región y apuntó que “no estamos en un nivel de desarrollo en el que nosotros querríamos”. “Siempre se pone como ejemplo, sobre todo en el caso de la minería, a un país como Australia. Empezó teniendo un 80% o 90% de peso del sector minero en sus exportaciones y pasó a una distribución mucho más equilibrada, lo cual hace que hoy el sector de proveedores de la minería exporte tanto como el sector minero”, contó.

Pese a que manifestó que en la región se está lejos de eso, comentó que hay casos “muy interesantes” de empresas que han logrado entrar al mercado como proveedoras vinculadas a los recursos naturales. En ese sentido, diferenció que al hablar de diversificación hay que diferenciar entre las empresas multinacionales y las firmas locales, “que entran con mucha más desventaja porque no tienen experiencia de trabajo en mercados supercompetitivos”.

Afirmó que existen “enormes barreras de entrada” para las empresas locales, pero también ventajas de oportunidad, entre las que distinguió tres. En primer lugar, mencionó la ventaja de localización, que tienen las empresas que por un tema de proximidad tienen ventaja para dar respuestas a las demandas de los productores de los recursos naturales.

Luego, señaló las ventajas asociadas a la especificidad de los recursos en cada región: “Proveen adaptación a recursos naturales y regulaciones locales”, explicó. En último lugar, se refirió a las ventajas de nuevo conocimiento, que consisten en generar algo nuevo para entrar al mercado. Según ella, “todas las estrategias de entrada son efectivas y necesitan enfoques de política diferentes para expandirse”.

Por otra parte, afirmó que “se necesitan políticas para acompañar estos procesos de diversificación”: para ella, “el gran desafío que tenemos es unir varios sectores y actores sociales” para moverse con el objetivo de resolver “los grandes problemas comunes”. Por eso, planteó que “hay que identificar grandes misiones, alinear esfuerzos y reconocer las múltiples dimensiones de la innovación”, entre las que se encuentran la cultural, social, política y ambiental.

Manifestó que para el desarrollo de las políticas necesarias el Estado tiene que ser “más abierto”, transparente, con instituciones más descentralizadas y flexibles. “Que no sea exclusivamente top down [arriba-abajo] desde el Estado hacia la sociedad, hay que ir hacia modelos de capacidades y decisión mucho más distribuidas”, explicó.

Para lograrlo, señaló que es necesario tres tipos de coordinaciones. Una pública-privada, ya que “para hacer política productiva y de mercado hay que interactuar con el sector privado”. Otra pública-pública, relacionada a invertir en las capacidades institucionales requeridas para acompañar las innovaciones: “No puede ser posible que la política ambiental y la política productiva sean tratadas de forma separada. Tienen que ser tratadas en paralelo porque, si no, generan conflictos”, afirmó.

En último lugar, mencionó la coordinación público-sociedad civil, con las que puede haber conflictos por el uso de los recursos. Llamó a asumir que existen intereses diversos y dijo que “hay que negociar entre actores con intereses contrapuestos” porque “los modelos más deliberativos son más eficientes”.

“Tenemos que ir a configuraciones que incorporen al Estado, las empresas y la comunidad”

Al finalizar la presentación de Marín, Sierra manifestó que es central que “los recursos naturales sean una plataforma para el desarrollo”. Para él, esa plataforma se concibe “muy focalizada en la producción de alimentos”, pero debe ser pensada cada vez más como generadora de “insumos, tecnologías y riqueza, ese es el desafío”. En relación al sector del agro, indicó que debe ser concebido cada vez más como “una red bioagroindustrial y de servicios”: “En torno a esa red, ver cómo agregamos y capturamos valor”.

También planteó que “hay que empezar a concebir más activamente una lógica regional” con Argentina y Brasil, “pensar estas redes de captura y agregado de valor en clave regional”. Además, señaló como relevante “la necesidad de innovaciones en política institucional e incorporar a la comunidad. Tenemos que ir a configuraciones que incorporen al Estado, las empresas y la comunidad”. Por esa misma línea, planteó que hay que incorporar a la comunidad con “justicia de proceso, procedimientos rigurosos que garanticen la máxima transparencia y participación”.

En cuanto a la tecnología, dijo que siempre hay que tener en cuenta las preguntas claves: “¿Tecnología para qué?, ¿en beneficio de quién?, ¿en propiedad de quién?, ¿y lideradas por quién”. Planteó que “la lógica de la tecnología sola impulsada por el mercado generalmente tiende a concentrarse en algunos actores y no siempre se generan los procesos más virtuosos en hacer que las plataformas sean plataformas de desarrollo”.