En un año diferente para el país, que estará marcado por las elecciones nacionales, Bruno Giometti, economista del Instituto Cuesta Duarte, dialogó con la diaria e hizo un repaso de las perspectivas que el instituto del PIT-CNT tiene para 2024 en lo referente a la actividad económica, la evolución del salario real, el mercado laboral, la informalidad y la precarización del empleo, entre otros temas.

La recuperación del salario real y el mercado de trabajo

Para Giometti, en lo concerniente al salario real y al contexto que ha atravesado, “no estuvo dentro de una situación deseable”, porque “la pérdida de salario real en este quinquenio se extendió de más en el tiempo. Cuando hagamos el balance final y pasemos raya de estos cinco años, van a haber sido muchos más los meses de pérdida que los meses en que el salario termina estando empatado o por encima del nivel de partida, eso en el tramo final de este gobierno”.

Para los investigadores del Cuesta Duarte, el salario real terminará este período recuperándose, tal como afirman las actuales autoridades. “Incluso esperamos que a finales de 2024 el salario real promedio esté por encima de lo que estaba en 2019. En el promedio, el salario real ya está más o menos al mismo nivel que en 2019. Eso es lo que marcan un poco las proyecciones en función de los acuerdos que hubo en los Consejos de Salarios, así como las perspectivas que hay para el salario de los trabajadores públicos”, explicó.

El economista hizo énfasis en que hay muchas diferencias entre los sectores de actividad. Mientras que algunos no perdieron salario real durante la pandemia, e incluso lograron posteriormente cierto crecimiento, otros firmaron acuerdos en función de la pauta presentada por el gobierno y recién en enero de 2025 recuperarán el nivel de compra que tenían en 2019.

No obstante, Giometti advirtió sobre la no recuperación de lo perdido. “Si se mira la foto de hoy [enero de 2024], un trabajador promedio tiene el mismo poder de compra que tenía hace cuatro años. Pero si uno observa la película, la mirada es distinta, porque en realidad estuvo perdiendo durante 40 meses un poder de compra que nunca se recuperará. Esa es nuestra interpretación en el Cuesta Duarte”.

Acotó que “si bien es cierto que en todo el mundo hubo una caída de salarios, y una pandemia que implicó un deterioro de la economía, de los puestos de trabajo, de los ingresos en general y de los salarios, el PIT-CNT en su momento estuvo de acuerdo en priorizar en 2020 el mantenimiento del empleo, una moderada caída de salarios en aquel momento lograba mantener empleos. Aun así, no compartimos que la caída de salarios se haya prolongado durante tanto tiempo, hasta mediados de 2023 por lo menos”.

Ese razonamiento lo complementó a través de un dato. Explicó que “la economía a finales de 2021 estaba en un nivel de actividad superior al que tenía antes de la pandemia, y el salario debió esperar dos años más para llegar al mismo nivel. Hubo un rezago de más o menos dos años (2021-2022) entre la evolución de los ingresos de los trabajadores y la evolución general de la economía. Eso implicó seguramente que hubiera sectores del capital más concentrado en las grandes empresas que en esos años hayan tenido un beneficio extraordinario”.

Respecto de la conflictividad en el mercado laboral y qué se puede esperar para este año, Giometti dijo que “seguramente” sea mucho más baja, ya que no habrá una ronda de Consejo de Salarios ni Rendición de Cuentas que permita incrementar el gasto, a lo que se suma que “por ser año electoral tampoco es probable que haya proyectos de ley nuevos que modifiquen grandes cosas, que el movimiento sindical podría tener que enfrentarse a partir de movilizaciones y de acciones”. En ese sentido, concluyó diciendo que todo indica que será un año de menor conflictividad sindical que 2023.

Empleo: informalidad y precarización

En el instituto estiman que este año habrá una “creación neta de empleo”, visión que coincide con proyecciones de otros analistas.

Sobre la informalidad, Giometti comentó que es un fenómeno estructural que difícilmente se pueda revertir en uno o dos años, pero apuntó que en el Cuesta Duarte consideran que hay que pensar en políticas activas más contundentes a la hora de atacar los problemas del empleo. “La informalidad, si bien es cierto que tuvo una disminución en 2021-2022, en algunos casos eso estuvo vinculado con la destrucción de empleo informal, que lo que genera es una mejora en la tasa de la formalidad. Después en 2023 la informalidad tuvo un pequeño repunte”, dijo.

Agregó que “sigue por debajo de la que estaba en 2019, está en 22%. En ese año estaba en el entorno de 24%, pero la informalidad no deja de ser un problema que está lejos de haberse solucionado. Hablamos de que aproximadamente uno de cada cinco trabajadores está en esa situación, con todos los problemas que conlleva, como la ausencia de beneficios y las dificultades para jubilarse en el futuro”.

Giometti apuntó que también hay otros problemas de empleo, como el subempleo, que está en el entorno del 10% de los ocupados. “Son personas que trabajan muchas horas, y sólo a partir de eso pueden generar un ingreso más o menos decoroso para su hogar. Hay otros problemas de empleo, además de la informalidad y el subempleo, que también aparecen pero que no son de ahora. Si se mira el año 2019, las cifras eran bastante parecidas en esta materia, y algo que se agregó sobre todo en 2021-2022 fue el problema de los bajos salarios”.

En la explicación recordó un estudio de 2022 del Cuesta Duarte que marcaba que había 550.000 ocupados que ganaban menos de 25.000 pesos líquidos por mes, y esa cifra marcaba que había 100.000 personas más en esa situación que en 2019. “Hay que ver cómo evoluciona esta cifra en 2023, pero sin duda que la calidad del empleo también es tener un salario adecuado, y esa cifra está por debajo. Hay que hincarle el diente al tema de la calidad del empleo”, sostuvo.

Plataformas y nuevas tecnologías: época de cambios

La incursión de aplicaciones, plataformas y avances tecnológicos en el campo laboral cada día son mayores en el mundo y Uruguay no es la excepción. En el universo de casos que existen, el argumento y los motivos esgrimidos por la empresa Pedidos Ya para justificar los despidos en el área de logística, operativa y atención al cliente es un ejemplo. Consultado al respecto, dijo que el tema de las aplicaciones y plataformas “es motivo de análisis”.

Afirmó que el Cuesta Duarte no está en contra del avance de la tecnología, porque entienden que es “algo socialmente positivo, el hecho de que haya mejores formas de producir”. Consideró además que la tecnología genera trabajos que seguramente requieren menor esfuerzo físico que en otros momentos, una mayor posibilidad de producir más bienes y servicios al mismo tiempo, o sea, la mejora tecnológica permite mejorar la productividad, y eso es bueno”.

Para que la mejora tecnológica no sea contradictoria con la generación de empleo, sino que pueda ser complementaria con el trabajo existente, consideró que “al mismo tiempo que se originan cambios tecnológicos que generan nuevos sectores de actividad, se puedan crear también empleos de calidad acordes a esa nueva realidad”.

En ese sentido apuntó que se necesita más regulación, ya que, “si esto se deja al libre albedrío del mercado, las empresas en general seguramente van a preferir abaratar costos, y la forma más rápida de abaratar costos es deshaciéndose de la mano de obra –los trabajadores–. Lo que sucedió en el caso de Pedidos Ya fue eso. Para abaratar costos esgrimieron una reestructura empresarial que les permita poder mejorar su rentabilidad”.

Las previsiones sobre la actividad económica

Sobre las perspectivas para 2024, dijo que en el instituto “esperamos básicamente que el producto interno bruto [PIB] tenga un crecimiento en torno al 3%, como plantean más o menos la mayoría de los analistas. Esto tiene que ver con un efecto rebote que hay respecto de 2023: hubo sequía y algunas obras grandes fueron finalizando, lo que generó que ese período haya sido de un crecimiento muy bajo, de menos de medio punto. Se podría hablar de que la economía en realidad está casi en una situación de estancamiento”.

En esa línea, afirmó que “eso podría hacer que en 2024, por el simple rebote, si el clima no se comporta tan mal como en 2023 y si hay cierta normalidad en el funcionamiento del conjunto de los sectores, estaríamos en una tasa de crecimiento del entorno del 3%, aunque puede ser algo superior”.

Por su parte, y con relación a la resolución del Poder Ejecutivo de modificar el porcentaje de la inflación proyectada para 2023, medida que modificó el ajuste de los salarios de los empleados públicos a partir del pasado 1° de enero, señaló que en el Cuesta Duarte no fue visto con buenos ojos, “en el sentido de que se había transmitido un determinado porcentaje que después se modificó sobre la marcha. Entonces, los trabajadores que pensaban que iban a cobrar un 5,8% de inflación proyectada para tener durante el año, resulta que finalmente cobrarán 4,9%”.

Según Giometti, esto “implica que, dependerá de cuánto haya de inflación en 2024 la diferencia que puede llegar a existir. Hay un correctivo que se cobra al 31 de diciembre si la inflación termina siendo más alta que ese ajuste, pero de alguna forma la decisión fue y es un perjuicio para los trabajadores”.

“Entiendo que el gobierno lo hace en función de que la inflación al final del año pasado terminó siendo incluso más baja de lo que ellos esperaban. La inflación cerró en 5,1%, entonces seguramente hayan pensado que dar un adelanto por inflación de 5,8% era más alto de lo que finalmente va a ser la inflación en 2024, más allá de que es posible que termine estando por encima”, contestó.

Acerca de esto, dijo que si se observa la encuesta de expectativas de inflación que hace el Banco Central, la mayoría estima que la inflación en 2024 va a subir un poco y posiblemente llegue a superar el 6%. “Entonces, por ese lado, no cerraba del todo esa modificación, y básicamente es eso. Pero el gobierno estaba jurídicamente en su derecho de hacerlo”, dijo.