Este 8 y 9 de noviembre la Fiesta del Cordero Pesado cumple 26 años. Sarandí del Yi, localidad del departamento de Durazno cercana al límite con Florida, se prepara cada año para esta actividad que se realiza en el parque Elías Regules, donde está el Monumento al Mate, a orillas del Yi. “Un entorno muy especial, que tiene esa energía inspiradora del río”, como dijo Rosario Juambeltz en el lanzamiento de la fiesta.
Juambeltz, que fue productora de ovinos, es una de las organizadoras de la fiesta desde antes de la primera edición. En diálogo con la diaria en el local de El Fogón Cooperativa Agraria Limitada, en Sarandí del Yi, Juambeltz cuenta que cuando formaba parte de la cooperativa de ahorro y crédito Cofac, en 1995 se iniciaron “unas capacitaciones en desarrollo local”. “Hicimos todo un trabajo para hacer un diagnóstico de la zona de Sarandí del Yi. Se definieron tres áreas y una de ellas era la productiva. Para eso, Cofac contrató al Claeh y se hizo un trabajó con productores para ver qué era lo que identificaba la zona y qué se podía hacer para potenciar eso. Hubo varias instancias con productores –participaron entre 15 y 20– y así surgió que la zona de Sarandí del Yi era tradicionalmente ovejera y que la gente conocía el trabajo con el ovino. Hubo antes una fiesta que se llamó Fiesta de la Esquila, y en esos años se hizo una validación de este producto nuevo, que era el cordero pesado; fue [el ingeniero agrónomo Mario] Azzarini quien investigó sobre esto”.
Juambeltz explica la denominación, que da para múltiples interpretaciones entre los que no conocen el tema: “El cordero pesado tiene determinadas características de edad y determinado largo de vellón, y se termina de criar en pasturas mejoradas; es un animal joven que pesa bastante”. Siguiendo con la historia de la fiesta, agrega que “surgió la idea de hacer una actividad para promocionar ese producto, que es un producto de alta calidad, que va a los mercados más exigentes y que en Uruguay no se conocía; la gente no sabía qué era cuando hablabas del cordero pesado, decían: ¿qué es eso del cordero gordo?”.
Añade que empezaron a preguntarse “quién lo organiza, cómo lo hacemos”, y decidieron “articular entre los distintos actores vinculados al sector agropecuario”. “En ese entonces estaba el equipo de desarrollo local, que ya no existe, pero fue bien importante para articular tanto en lo social como en lo productivo, como en la parte turística. Una de las cosas que hizo fue echar a andar la fiesta con las instituciones que estaban vinculadas al sector agropecuario, como El Fogón CAL, la Sociedad de Fomento Agropecuario –que hoy siguen–, el Secretariado Uruguayo de la Lana [SUL], había una sociedad tradicionalista, Mi Tapera, y el equipo de Desarrollo Local. Mi Tapera y Desarrollo Local quedaron en el camino”, se lamenta.
Desde las primeras ediciones hubo concursos de lotes en pie, de esquila, de perros de trabajo, de asadores, “que es un concurso que gusta muchísimo”. Juambeltz comenta que en el concurso no sólo participan productores, sino “gente de todos lados”. “Hay gente que viene desde hace muchos años, incluso desde la primera fiesta, que se prepara durante el año”, agrega.
Pandemia con fiesta virtual
Juambeltz menciona como una curiosidad lo que pasó durante uno de los años de la pandemia por covid-19: como no podían convocar a las personas de manera presencial, se les ocurrió “hacer algo virtual y la gente se prendió”. “Los asadores mandaban un videíto, nosotros establecimos determinadas condiciones: cómo había que filmar, la cantidad de minutos. Les pagábamos el cordero y ellos se juntaban, lo asaban y nos mandaban el video, y si bien no había jurado, fue algo similar a un concurso. Se hizo el concurso de lotes en pie a puertas cerradas en el instituto Benigno Paiva Irisarri, que también nos apoya desde el principio. Fueron los jurados y las personas que recepcionaban los corderos. Ahí sí se juró y se hizo el concurso post mortem”, cuenta.
El concurso post mortem se hace en el frigorífico de San Jacinto con “el animal en el gancho”, aunque los primeros años se hizo en Sarandí del Yi, de manera muy artesanal. Luego, para tener el aval del Instituto Nacional de Carnes (INAC), pasó a hacerse con las exigencias de calidad necesarias para la faena. Juambeltz explica que se juzga una media res entera y la otra dividida en cortes. “Se hace un año a puertas abiertas en el frigorífico y el otro año a puertas cerradas, se filma y ahí se mira y se entregan los premios”, añade.
Juambeltz describe brevemente las actividades tradicionales de ambos días: “El sábado son las actividades para niños y jóvenes; arrancamos de tarde, este año hay una muestra nueva documental en el cuartel de Paso del Rey (ver recuadro). A las 14.00 hay actividades con niños, juegos, hay un concurso de escuelas con distintas temáticas, este año hay que armar un puzle. Un micro de la Intendencia de Durazno hace un tour por la ciudad y va hasta el cuartel. Hay una correcaminata que organiza la UTU, una bicicleteada que organizan el club ciclista El Abrojo, ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado] y Camedur [Centro de Asistencia Médica de Durazno]. También el sábado está el concurso del cordero guacho, en el que los niños preparan un corderito –esta es la época de los corderitos– y se evalúa el vínculo del niño con el cordero y las distintas cosa que logra con el cordero: le dan la mema, lo hacen saltar una vallita, lo llaman y el cordero viene, y los niños participan vestidos con ropa de campo y al corderito lo identifican con algo”. Más tarde empieza el concurso de asadores jóvenes, que se hace “el sábado porque luego tienen un baile bien importante hasta tarde y al otro día no están a las siete de la mañana para asar un cordero [ríe]”.
En la noche transcurren los espectáculos musicales y durante los dos días hay “plaza de comida, gente que hace alfajores, tortas fritas, pasteles, hay artesanos y comerciantes”.
Para Juambeltz, el domingo “es el día fuerte”: “Están los concursos más importantes. Arranca a las siete de la mañana, cuando empiezan a entrar los lotes en pie, se les entregan los asados a los asadores, que forman dos rondas de 20 asadores, está la misa, hay una demostración de cortes que hace el INAC, y se hace una demostración de comida”.
La fiesta le da vida a la localidad como nunca en el año, se ocupan todos los alojamientos de la ciudad, incluso se alquilan piezas y casas para los visitantes de otros lugares. También hay un camping. “Hay mucha gente que viene a acampar, que le gusta, vienen con sus carpitas. El camping no se cobra”, explica. “Mucha gente viene por el día, porque en realidad de Montevideo a Sarandí del Yi son dos horas, no es tanto”, concluye Juambeltz.
El Paiva
Conocido como “El Paiva”, el instituto Benigno Paiva Irisarri se encuentra a pocos kilómetros al norte de Sarandí del Yi por la ruta 6. Pertenece a la congregación católica Sociedad San Francisco de Sales, conocida como “los salesianos de Don Bosco”. Es un centro de estudios destinado a adolescentes y jóvenes, que cursan de mañana en la UTU de Sarandí del Yi materias curriculares y por la tarde, en el instituto, realizan diversas actividades vinculadas a la ruralidad, además de quedarse allí durante la semana.
Instituto Benigno Paiva, Salesianos Don Bosco, en Sarandí del Yi.
Foto: Alessandro Maradei
En diálogo con la diaria, el padre Adrián García, más conocido como Cholo, que es de Paso de los Toros y tiene una relación con la ruralidad “de toda la vida”, cuenta que se crio en el campo “en una familia granjera, tambera”, y que encontró su “vocación como sacerdote y el desarrollo de ese servicio desde la cultura rural” y “también en el llamado a acompañar en este ámbito sobre todo a adolescentes, que a veces no tienen oportunidades”.
“Nosotros somos la congregación salesiana, cuya misión en el mundo y acá en Uruguay es la educación y la promoción de los adolescentes en varios ámbitos, especialmente de aquellos que no tienen oportunidades. Coincidió con la solidaridad de los donantes de este establecimiento hace casi 60 años, en 1968: Clotilde Santayana y Benigno Paiva Irizarri, un matrimonio que decidió donar el establecimiento con esta intención, que fuera un instituto gratuito para hijos de trabajadoras rurales que, por dificultades geográficas o económicas, no pudieran darles educación media a sus hijos. Escuela primaria es fácil que uno encuentre en el campo, pero ya acceder al liceo es más difícil porque tienen que irse del campo a la ciudad. De esta manera tratamos de contrarrestar un poco esa migración y esa despoblación del campo, porque la familia puede quedarse trabajando en el campo, están seguros de que sus hijos están acá cuidados, se les brinda la posibilidad de ir todos los días a la ciudad a hacer el liceo y la UTU. Eso es en la mañana, después regresan acá y en la tarde está la propuesta educativa propia de la casa, que consiste en áreas formativas rotativas, como si fuera una escuela agraria. Con esto buscamos despertar los hábitos básicos que le van a servir para cualquier cosa en la vida, pero están dirigidos sobre todo al trabajo, el hábito de ser responsable, de llegar en hora al área que le toca, cómo interactuar con los demás compañeros, el trabajo en equipo, cómo entender y acatar una orden de trabajo, cómo desarrollarlo, habilidades, cómo agarrar una herramienta, cómo usarla, cómo dejarla en el lugar, ser prolijo, ser comprometido, ordenado”, explica García.
Sacerdote Adrián García, el Cholo, en el Instituto Benigno Paiva.
Foto: Alessandro Maradei
La institución está destinada sólo a varones de entre 12 y 17 años, con los que se trabaja en cinco áreas: el servicio, “todo lo que tiene que ver con la limpieza de la casa; en cada área hay un educador, después parques y jardines, entonces tener prolijo y aprender y llevar después a la casa esa costumbre”; la carpintería, “que está en función de la casa” y gira en torno a hacer muebles para la casa, hay un aserradero, se hacen diques, postes, tablas para el uso del establecimiento; la granja, donde están la chacra, la quinta, la huerta, el tambo, y se los orienta en todo lo relacionado con la cocina del establecimiento, y después el área de campo, que para la mayoría es la más deseada y consiste en estar mismo trabajando con ganado, pero a un ritmo educativo”.
La mayoría de los adolescentes y jóvenes –un total de 40– están en el marco de un convenio con el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) y los fines de semana, excepto uno por mes, se quedan con sus referentes familiares en donde viven.
Con respecto a la Fiesta del Cordero Pesado, el cura cuenta que participan en la organización donando ovinos y que los adolescentes compiten en el concurso de asadores jóvenes: “Es una institución que históricamente participa en la fiesta con mucha intensidad. Tratamos de tener también un vínculo con la sociedad, se participa en las pruebas de saberes sobre los ovinos y el domingo tenemos la misa criolla, que siempre la organizamos desde acá”.
Cuartel de Paso del Rey
En el kilómetro 210 de la ruta 6, a cinco kilómetros de Sarandí del Yi, está el cuartel de Paso del Rey. Construido en 1908, mantiene su estructura original y en 2001 fue declarado Monumento Histórico Nacional y Departamental. En la actualidad funciona como un museo dedicado a la Batalla del Río de la Plata, un enfrentamiento entre las armadas alemana y británica, que culminó con el hundimiento del acorazado “de bolsillo” germano Graf Spee por parte de su tripulación. “Este cuartel se estableció originalmente en 1770 con el propósito de resguardar la seguridad en el Paso del Rey, controlando el tránsito de contrabandistas y ladrones de ganado, entre otros. Además, es conocido por haber albergado a los marinos del Graf Spee y el Tacoma durante la Segunda Guerra Mundial. En marzo de 2002, se inauguró el museo bajo la administración del Ministerio de Defensa Nacional, donde se exhibe una impresionante colección histórica militar. Entre los objetos en exposición se encuentran armamentos, uniformes, fotografías y videos que abarcan diferentes épocas y usos del Cuartel de Sarandí del Yi”, consigna la Intendencia de Durazno en su sitio web.