La Organización Internacional del Trabajo (OIT) divulgó este jueves el informe “Trabajo, empleo, protección laboral y social en América Latina y el Caribe, 1994-2024”1, que “revisa las principales tendencias que marcaron las dinámicas de mercados laborales en América Latina en los últimos treinta años”.
Entre los principales destaques del documento, elaborado por Fabio Bertranou, director adjunto de la Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe, y Sonia Gontero, especialista en Salarios y Tiempo de Trabajo de la OIT Cono Sur, se señala que la informalidad laboral afecta todavía a cerca de 50% de los trabajadores en la región, lo que limita el crecimiento económico, la protección social y la productividad; que la brecha de productividad entre grandes y pequeñas empresas limita la generación de empleo de calidad; y que las mujeres y los jóvenes siguen enfrentando mayores barreras para encontrar trabajos decentes.
Además, el informe destaca que la migración interna en la región es relativamente relevante y que “la integración laboral de migrantes es un importante desafío de política para los países de destino”. Agrega también que, a pesar de que los jóvenes tienen mayor nivel de educación en promedio que las generaciones anteriores, “aquellos provenientes de hogares más vulnerables siguen enfrentando grandes obstáculos para acceder a empleos formales, bien remunerados y que les permitan generar trayectorias laborales ascendentes”.
Una constante de estos últimos 30 años es “la importante incorporación de las mujeres a actividades remuneradas”, que ha “marcado la dinámica del mercado laboral de la región”. Sin embargo, la OIT señala que “aún existe un importante espacio de mejora para su plena inserción laboral”.
Pasaje de la economía primaria a los servicios
En términos generales, se ha producido en la región un lento pero constante pasaje de trabajadores desde la economía primaria hacia los servicios, algo que en los últimos 20 años “se afianzó”: el empleo en el sector agrícola “se redujo de casi 20% en 2000 a 14% en 2021 y el empleo en el sector servicios aumentó de 21% a 24% en el mismo periodo. Si se consideran los servicios financieros, el empleo en este sector alcanzaría el 33,2%. Por su parte, el empleo en el sector manufacturero permaneció en torno al 14%”, señala la OIT.
En cuanto a la composición del mercado laboral de la región por edades y por sexo, el informe dice que actualmente “20% de los jóvenes de 15 a 29 años no están insertos ni en el sistema educativo ni en el mercado laboral”, que “la inactividad laboral es significativamente más elevada entre las mujeres que entre los hombres y la mayoría de estas jóvenes señalan las tareas domésticas y de cuidados como principal razón, lo que, a pesar de constituir una contribución social relevante, limita sus perspectivas de inclusión laboral y desarrollo de trayectoria de trabajo decente”.
“Esta realidad se ve reflejada en los inicios de las trayectorias laborales por las mayores probabilidades de estar desocupados, de ser informales y tener alta rotación laboral, lo que en algunos casos deja cicatrices o efectos permanentes a lo largo de toda la vida activa. La informalidad, por ejemplo, afecta a 62,5% de los trabajadores jóvenes (menores de 25 años), una tasa 15 puntos porcentuales mayor que la de los trabajadores adultos (de 25 años a más). Esto tiene un impacto no solo en la calidad del empleo, sino que también posterga el comienzo de sus cotizaciones a la seguridad social”, agrega la OIT.
Según el informe, los jóvenes “no estarían adquiriendo las habilidades necesarias para insertarse exitosamente en el mercado laboral”, algo que evidencia los resultados de las pruebas PISA en los países de la región, “mostrando un claro rezago” principalmente “entre los grupos más vulnerables”.
Por otro lado, los jóvenes son más proclives a sufrir “las fluctuaciones económicas”. “En periodos de bajo crecimiento son los más afectados y lo que resulta más preocupante es que durante los periodos de recuperación las mejoras son más lentas para este segmento”, se afirma.
Sobre la incorporación de las mujeres al mercado laboral, el informe señala que en América Latina “la tasa de participación laboral de mujeres de 15 años o más aumentó en más de 12 puntos porcentuales, pasando del 41,3% a principios de los noventa al 52,6% en promedio en 2023”. Sin embargo, las mujeres tienen mayores probabilidades de quedar desocupadas, de tener una ocupación informal y de trabajar a tiempo parcial en forma involuntaria. Asimismo, “aún persiste una fuerte segregación vertical y horizontal que limita el acceso a puestos de alta jerarquía y en general con mayores ingresos. Esto se refleja en una elevada brecha salarial de género entre hombres y mujeres”, dice la OIT, que agrega que por cada hora trabajada, “las mujeres latinoamericanas recibían en 2019 ingresos laborales que en promedio eran 17% inferiores a los de los hombres con la misma edad, educación, presencia de niños en sus hogares, presencia de otros generadores de ingresos en el hogar, condición de ruralidad y tipo de trabajo”.
Desafíos del futuro del trabajo
El documento pone énfasis en algunos desafíos hacia el futuro. Explica que las nuevas tecnologías expandieron nuevos modelos de negocio en las plataformas digitales “y una masificación de herramientas de inteligencia artificial y en particular de inteligencia artificial generativa que están transformando la organización del trabajo”.
También señala que el cambio climático “representa un doble desafío”: “la necesidad de adaptación para priorizar la seguridad y salud en el trabajo ante factores climáticos extremos y la reconversión laboral para no dejar atrás a los trabajadores, comunidades y sectores que dependen de las industrias más contaminantes”. Por eso recomienda que “coordinar políticas laborales, de capacitación, productivas y de protección social es esencial para enfrentar esta tendencia global”.
Otro desafío es que América Latina y el Caribe se caracterizan por una alta participación de personas “por encima de la edad de jubilación” en el mercado laboral, como consecuencia de las necesidades económicas. “En un contexto de acelerado envejecimiento poblacional, es necesario pensar políticas que favorezcan una prolongación deseada de la vida laboral en rediseñar políticas activas de empleo y modernizar las instituciones laborales y de seguridad social”, recomienda el informe sobre este desafío.
Institucionalidad sólida para un desarrollo más justo
Entre las conclusiones del informe figura un llamado “a fortalecer las instituciones del trabajo como pilar de cohesión social y sostenibilidad económica”, y recomienda “promover políticas integrales de desarrollo productivo y empleo, con un enfoque territorial y de transición justa”, impulsar la formalización laboral “mediante medidas integradas” como incentivos, inspección laboral, formación, acceso a financiamiento y protección social, reforzar el diálogo social tripartito “para construir consensos en torno a la regulación del tiempo de trabajo, los salarios mínimos, la negociación colectiva y los derechos laborales en contextos de cambio”, y garantizar “trayectorias laborales inclusivas para jóvenes, mujeres y personas mayores, adaptando las políticas públicas a las nuevas realidades del empleo”.
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Bertranou, Fabio; Gontero, Sonia; Trabajo, empleo, protección laboral y social en América Latina y el Caribe, 1994-2024. Santiago: Oficina Internacional del Trabajo, 2025 © OIT. ↩