A mediados de mayo el Instituto Nacional de Estadística (INE) presentó los resultados del estudio de medición de la pobreza por ingresos al cierre de 2024: 17,3% de la población y 13,4% de los hogares se encuentra bajo la línea de la pobreza. El salto fue drástico respecto de los datos brindados en 2024, que estimaba la pobreza en 8,3% de las personas y 5,8% de los hogares al final de 2023. Sin embargo, rápidamente las autoridades explicaron que el aumento no respondía a subas en los valores absolutos de la pobreza, sino en el cambio de la metodología utilizada hasta ahora, que modificó las bases de cálculo de las líneas de pobreza.
En conversación con la diaria Verifica, el director del INE, Marcelo Bisogno, señaló que el aumento de la tasa no es un salto en la pobreza, sino que implica una “visión, metodología y canasta distintas”, en el que se incluyeron otros parámetros y otra definición de ingreso.
En relación con el ingreso que tiene un hogar, que es lo que se contrasta contra la línea estipulada para definir si un hogar o una persona son pobres, precisamente, en la nueva base se excluyen elementos que antes se contabilizaban: como aquello que se aporta al Fonasa, por un lado, y el valor locativo, que es aquel que el INE define como el valor que “deberían pagar los integrantes del hogar por concepto de alquiler en los hogares donde los integrantes son propietarios o usufructuarios de la vivienda que ocupan”. Es decir: si una persona es propietaria o no paga alquiler por alguna razón, en el método anterior se contabilizaba dentro de su ingreso el valor que tendría que pagar si alquilara en ese hogar.
No obstante, Bisogno señaló que lo que más incidió en el aumento de la tasa fue el cambio de la canasta, que se actualizó a partir de un grupo poblacional determinado como indicador para establecer un consumo promedio y utilizar esas características de consumo como un valor parámetro. “La metodología de pobreza por la vía del ingreso se basa en elegir un grupo de gente, equivalente al 20% de la población, que tiene algunas carencias pero no demasiadas, ubicadas entre el percentil 6 y 25 de ingreso”, explicó Bisogno. Una vez establecido ese parámetro, se compara el ingreso de cada hogar con dicho valor: si está por encima, los hogares no son pobres.
Asimismo, dentro de ese consumo se analiza el exclusivamente alimentario, definido como canasta básica alimentaria, cuyo valor establece la línea de indigencia. Debido a que la medición surge de una encuesta de hogares, no están contempladas las personas en situación de calle. En ambos casos, se establecen valores diferenciales para Montevideo y el interior, siendo superior el límite de pobreza para la capital.
El director dijo que la canasta actual es “más sofisticada”, ya que contempla, por ejemplo, un mayor consumo de telecomunicaciones, recreación y cultura, vestimenta, así como gasto en vehículos y combustible. Respecto de la metodología anterior, Bisogno aclaró que “no es que no sea confiable”, sino que perdía representatividad real, porque era una medición con base en consumos muy humildes y antiguos. “No contemplaba determinados patrones de consumo actuales, por eso era una línea de pobreza tan baja”, afirmó.
En un análisis comparativo, Bisogno aseguró que “la pobreza no subió” y que “viene bajando desde 2020 a la fecha y desde 2016 a 2019”, más allá de la metodología que se utilice. Con la metodología anterior, el valor actual de la pobreza sería de 8,3% en 2024, medio punto porcentual menor al 8,8% de 2019. Si se utiliza la nueva metodología, la baja también se observa: la pobreza cayó 6% desde 2020 si se compara la tasa actual del 17,3% de pobreza con la tasa de 2020 actualizada por la nueva metodología, que da una pobreza de 23,3%.
“Técnicamente esto es impecable. Está hecho con las mayores verificaciones, con la participación de la Cepal [Comisión Económica para América Latina y el Caribe], de otros organismos internacionales y de la Universidad de la República”, destacó Bisogno. Hasta el momento se utilizaba la metodología implementada en 2006, y se diseñó una nueva recién a partir de la Encuesta de Gastos e Ingresos de los Hogares (EGIH) realizada entre noviembre de 2016 y octubre de 2017, pero que no había sido aplicada hasta 2024. Respecto de esta demora, el jerarca opinó que “no se justifica que una encuesta que salió a campo en 2017 recién vea la luz ahora”. Sin embargo, matizó que puede haber algunos elementos que expliquen esta situación, como la pandemia a partir de 2020, el Censo Nacional de 2023 y la escasa fuerza laboral que tiene el INE.
Los números
Ante la novedad de la Metodología 2017, el propio informe del INE presenta las series a partir de 2015 con las tasas resultantes de la base de 2006 y la actual para poder establecer las comparativas.
En 2019 la cantidad de personas en la pobreza bajo la metodología anterior cerró en 8,8%, mientras que la serie actual marca 17,3%. En 2020 ambas series alcanzan el 11,6% y 23,3% respectivamente. En 2024, último año de la administración de Luis Lacalle Pou, la pobreza cerró en 8,3% bajo la Metodología 2006 y en 17,3% bajo la Metodología 2017, por los que en ambos casos se evidencia una reducción de la pobreza.
En el caso de los hogares bajo la línea de la pobreza medidos con la nueva base se evidencia un leve deterioro, ya que la tasa pasó de 12,8% en 2019 a 13,4% en 2024. Con la metodología anterior, en cambio, la tasa se mantuvo prácticamente igual, al pasar de 5,9% en 2019 a 5,8% en 2024. Sin embargo, hubo aumentos importantes en la cantidad de personas bajo la línea de la indigencia durante el último período con ambas series. Bajo la metodología actual, la indigencia pasó del 1% al 1,5% de las personas entre 2019 y 2024, mientras que la medición anterior muestra un aumento de 0,2% a 0,3% en igual período.
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