El Acuerdo de París generó expectativas sobre cómo los casi 200 países firmantes iban a lograr limitar el calentamiento global por debajo de los 2° C con respecto a los niveles preindustriales. Casi seis años después de haber sido sellado, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), conformado por 234 científicos y científicas, alertó que algunos impactos del cambio climático ya son “irreversibles” y sólo pueden reducirse si se toman medidas “contundentes y a gran escala”.

El Acuerdo establece que cada una de las partes firmantes debe presentar cada cinco años sus contribuciones determinadas a nivel nacional, es decir, los puntos que se compromete a alcanzar durante el período. Uruguay realizó por primera vez este proceso en 2017 y el ministro de Ambiente, Adrián Peña, planteó que en 2022 se comenzará nuevamente la elaboración de las próximas metas. Sin embargo, el lunes se presentó la Estrategia Climática de Largo Plazo de Uruguay, con un horizonte a 2050. ¿Qué es? Peña lo definió como “una aspiración de largo plazo que es ambiciosa, pero con base en el estudio y trabajo que realizamos es una meta alcanzable, que se apoya en el conocimiento que tenemos y la tecnología que se conoce hoy”. Aseguró que las “metas aspiracionales” serán “bajadas a tierra” en las contribuciones nacionales que se desarrollarán el próximo año.

“Hay proyecciones a finales de siglo que hablan de un aumento de la temperatura en Uruguay entre 1,5° y 3° C; también un aumento en el nivel medio del mar que compromete 12.000 hectáreas posiblemente inundables, 30.000 kilómetros cuadrados comprometidos por erosión, un aumento de las precipitaciones anuales de 35%, olas de frío, de calor, ciclones y probabilidad de más viento en el territorio”, señaló Peña. Y agregó que a “todo este escenario” se deben adaptar “las ciudades, infraestructuras y fundamentalmente las personas”.

El documento de la estrategia –elaborado por el Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático– destaca que se busca “avanzar en el logro de la paridad política entre mitigación y adaptación que promueva la necesaria movilización de recursos y apoyos externos para esas acciones de adaptación”. En conferencia de prensa, Peña destacó que tiene “dos dimensiones importantes”: “la mitigación” y “el valor de la neutralidad, emitir menos, capturar más”. Uruguay representa 0,04% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y en el trabajo se hace hincapié en los posibles escenarios y trayectorias de emisiones para el período 2020-2050. Se tiene en cuenta el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso.

Estabilización del metano y óxido nitroso

El sector agropecuario es responsable de 93% de las emisiones de metano en el país. Según se señaló, las principales fuentes de emisión son: “La fermentación entérica del ganado vacuno no lechero y la fermentación entérica del ganadero lechero, ovino y de otros animales rumiantes y no rumiantes, el manejo del estiércol, el cultivo de arroz y la quema de biomasa”.

Como solución se plantea un escenario donde el sector “estabiliza” sus emisiones y “no contribuye con el calentamiento adicional”. Al mismo tiempo propone un “aumento de la productividad” junto con “una disminución de la intensidad de emisiones por unidad de producto”. “El aumento de productividad sería derivado de la aplicación de buenas prácticas de manejo de ganado –pastizal en el ciclo de cría, mejora en la digestibilidad de la dieta, una mayor proporción de finalización a corral u otras propuestas tecnológicas acordes a una ganadería baja en carbono–”, desarrolla. La finalización en corrales, sin embargo, presenta otros graves problemas ambientales que no tienen que ver con el ciclo del carbono. La intensificación de la producción, por su parte, no siempre está asociada de por sí a una disminución del carbono emitido por unidad.

El sector agropecuario también emite 96% de las emisiones totales de óxido nitroso en el país. Las vías son la “deposición de orina y heces en áreas de pastoreo”, “aplicación de fertilizantes”, “descomposición de residuos de cultivos” y “mineralización del nitrógeno del suelo por cambios en el uso de la tierra”. Como “escenario alternativo” se propone una solución similar al metano, que también vendría acompañado por “un aumento de la productividad de los sistemas ganaderos”. Se apunta a “mejoras tecnológicas asociadas a la eficiencia reproductiva de la cría y la tasa de extracción” que permitirían “estabilizar el stock total vacuno” y las emisiones.

la diaria consultó al ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando Mattos, sobre la importancia de la agroecología durante este proceso, quien respondió que “la agroecología es un capítulo aparte de un sistema productivo que no aplica mayores insumos. Hay que ver desde el punto de vista de la eficiencia productiva. Si bien utiliza menos insumos, puede generar también el control biológico de plagas y malezas. Hay que ver el caso de la producción agroecológica, también la producción de carne natural o ecológica. Es uno de los caminos, pero tendremos que hablar en clave de reducir los ciclos ganaderos”. Si bien se trata de una estrategia a largo plazo, y con la agroecología en el tapete desde hace tiempo, señaló el ministro Mattos, sentenció: “Veremos qué respuesta puede dar la agroecología en este sentido”.

Neutralidad de CO2 en 2050

Otro punto importante de la estrategia es que propone alcanzar la neutralidad de dióxido de carbono (CO2) al 2050. “En este escenario aspiracional, el punto máximo de emisiones nacionales de CO2 será alcanzado alrededor del año 2027, aportando así a que las emisiones de gases de efecto invernadero globales alcancen su pico lo antes posible”, se indica.

En el documento manifiestan que el dióxido de carbono representa 95% de las emisiones del sector energético, donde se incluye “la transformación, generación, transmisión y distribución de energía”, pero también las emisiones “generadas en los usos y consumos energéticos, considerando los sectores: residencial, comercial y servicios, agro, pesca y minería, transporte e industria”.

Con respecto al transporte, se visualiza un “impulso” a los vehículos eléctricos a batería, dirigido a los de menor porte, y la incorporación de vehículos impulsados por hidrógeno verde para carga y transporte de largas distancias. Peña comentó que para 2035 están pensando que “todos los vehículos de transporte sean cero emisiones” y para 2040 “todos los vehículos de carga del país”. “Supone cambios importantes, por ejemplo, que al año 2035 seguramente estemos pensando en el cierre de la refinería de La Teja”, apuntó.

También se hace referencia a que 8% de las emisiones de CO2 provienen de la producción de cemento. “En la fabricación del cemento, el CO2 se genera durante la producción de clinker, un producto intermedio constituido de nódulos, que luego se somete a una molturación fina conjuntamente con otros insumos, para formar así el cemento hidráulico (generalmente, el cemento portland). Durante la producción del clinker se calienta o calcina la piedra caliza [...] para producir cal y CO2 como productos derivados”, se explica. De cara a mediados de siglo, buscarán “la sustitución gradual de clinker” en la formulación de cemento. Se menciona que la “captura, utilización y almacenamiento de carbono” será una “tecnología clave” para reducir las emisiones del sector. Actualmente hay tecnologías que utilizan el CO2 en la producción del propio clinker, capturando así carbono en el cemento.

El “secuestro de carbono” es otra de las tecnologías que se consideran implementar para lograr la neutralidad. Se plantean dos escenarios: “uno de ellos, considera el aumento de la superficie de bosque nativo y la expansión del área de montes de abrigo y sombra para ganadería” y “el otro incorpora, además, un aumento de la superficie de plantaciones forestales impulsada por la industria de la madera para construcción y otros usos industriales”. El ministro de Ambiente nada dijo de que el principal ecosistema amenazado del Uruguay es el pastizal, que se elimina para plantar monocultivos agrícolas o forestales. El cambio de uso de tierra se menciona como una de las causas de la emisión de CO2. Habrá que ver entonces cuáles son las cuentas finas de este aumento de área forestada y de reducción de pastizales.

A su vez, recuerdan que “en cualquier escenario de aumento del área de plantaciones forestales con destino comercial” cuando se alcanza un “equilibrio” entre el área plantada y cosechada “el secuestro tiende a igualarse con las emisiones” por lo que “el efecto de remociones netas de CO2 en el flujo de carbono es temporal”. Para mantener la neutralidad de dióxido de carbono por períodos largos en el tiempo resaltan que será “necesario continuar los esfuerzos por minimizar las emisiones”.

¿Cambiar trabajos?

“Los escenarios alternativos suponen un aumento de la actividad forestal y en la producción ganadera derivando en oportunidades para la generación de empleo. La creación de nuevos puestos de trabajo asociados a nuevas tecnologías y prácticas productivas beneficia a jóvenes de las áreas rurales y sería una oportunidad idónea para aumentar la autonomía de las mujeres”, refiere la estrategia. Se destaca que en el sector forestal los nuevos empleos se centrarán en “plantación, cuidado y mantenimiento a nivel de plantaciones y viveros”, también “en lo que a construcción en madera se refiere”.

Expresan una necesidad de “reconversión laboral” en actividades vinculadas a la generación de energía con base en hidrocarburos, que podría ser “absorbida” por la generación de empleo asociado a fuentes renovables. Alertan que la construcción e instalación de parques vinculadas a estas tecnologías “inicialmente requieren gran cantidad de mano de obra y personal técnico”, pero “el requerimiento de personal para mantenimiento es mínimo”. “La instalación de nuevas plantas de energía renovable en distintos puntos del país no coincidirá, en muchos casos, con la ubicación de las plantas alimentadas a combustible fósil, y esto no facilita la reconversión de las personas empleadas”, sentencian. No obstante, estiman que puede suponer una “oportunidad” para distribuir geográficamente el empleo porque “la infraestructura asociada a la electromovilidad y energías renovables estará repartida en todo el país”.