Vecinos de Guichón, en Paysandú, manifestaron su preocupación por episodios de mortandad de fauna acuática en el arroyo Santana y por su color marrón; en diálogo con la diaria comentaron sus sospechas de que podía deberse a la cercanía del vivero de la empresa UPM. Federico Rey, encargado de los viveros de la empresa finlandesa que produce celulosa, papel y madera, dijo a este medio que en el predio “si bien se toma agua del arroyo Santana, esa agua va hacia un tajamar que no se comunica con el arroyo”.
“El suelo debajo del vivero está cubierto con una malla y drenes –un caño perforado–. Nosotros regamos, se moja la tierra de las plantas, el exceso cae al piso del vivero que tiene la malla y los caños. Todo el exceso del sistema productivo es recolectado a través de los caños”, relató. Sumó que “el agua de exceso de riego, que puede contener fertilizantes o algo así”, es “recuperada, se filtra, se desinfecta y se vuelve a utilizar”.
En su informe de 2020, UPM señaló que se hacen controles de calidad de agua en el “área de influencia” del arroyo Santana; afirma que se toman muestras de seis pozos de aguas subterráneas “en la cercanía del vivero” y en “dos pozos del monitoreo en el predio del vivero”. Rey planteó que desde que “arrancó la operación” se toman muestras del arroyo “estacionalmente”. “Los resultados se los compartimos a Dinama [Dirección Nacional de Medio Ambiente, que tras la creación del Ministerio de Ambiente se pasó a llamar Dirección Nacional de Calidad y Evaluación Ambiental] semestralmente, anualmente. Hasta ahora, no se nos ha llamado la atención porque ningún parámetro, ninguna cosa sea diferente”, agregó.
A su vez, se refirió al trabajo que llevó a cabo el grupo interdisciplinario de la Universidad de la República conformado por integrantes del Departamento de Toxicología y Medicina Preventiva y Social de la Facultad de Medicina, del departamento de Geografía de la Facultad de Ciencias, de la Facultad de Psicología y del Polo de Salud Comunitaria del Centro Universitario Regional Litoral Norte. El conjunto de técnicos estudió la “percepción de riesgos ambientales y para la salud debido a la exposición a agroquímicos” en trabajadores del vivero de UPM cercano al arroyo Santana y pobladores de las viviendas de Mevir de la zona. Se tuvieron en cuenta diferentes variables, algunas vinculadas a síntomas característicos tras exposiciones a plaguicidas. 40% de los trabajadores afirmaron sentir “alergias en la piel”; 70% “ardor, picazón o dolor en la piel”; y 75% señalaron tener “dolor de cabeza o mareos”.
Rey resaltó que UPM participó a lo largo del proceso y declaró que no se les transmitió esa información “como una preocupación que haya saltado frecuentemente”. “Nuestro plan de vigilancia sanitaria fue diseñado por el responsable médico de la empresa y originalmente habíamos hecho dos convenios con el CIAT [Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico], donde nos sugirieron una serie de análisis a realizar a las personas que estaban con mayor exposición a fitosanitarios. Las personas que pueden tener mayor exposición a fitosanitarios son las que aplican [los productos]. Hace muchos años que se hacen análisis a estas personas”, manifestó.
Finalmente, el encargado de los viveros afirmó que “los temas mencionados en la nota no han sido motivo de certificaciones médicas en diez años”. “Ninguna certificación médica en este vivero se ha vinculado a nada relativo al proceso productivo”, aseguró.