La lucha contra el cambio climático fue uno de los ejes centrales del presupuesto del presidente estadounidense, Joe Biden. Si se aprobara la iniciativa presentada, 800.000 millones de dólares serían destinados principalmente para que el país pueda transitar hacia energías renovables. El demócrata hizo público el plan de presupuesto el viernes 28 de mayo. Sería una inversión por seis billones de dólares, en un plan que también pretende recaudar tres billones a partir de impuestos a las ganancias de corporaciones y de las personas más ricas del país.

El Congreso tiene plazo para aprobar la nueva ley de presupuesto hasta finales de setiembre. Debe contar con 51 votos a favor en el Senado, donde los demócratas ocupan la mitad de las 100 bancas. La mayor parte de los integrantes del partido de gobierno están de acuerdo con las iniciativas de gasto, pero existen algunas medidas respecto de las cuales se puede plantear debate, según informó la BBC. Un ejemplo es el incremento de presupuesto en defensa, rubro en el que el sector más progresista podría discrepar.

Biden ha intentado marcar distancia de su antecesor, Donald Trump, desde el comienzo de su período. El día que asumió la presidencia inició el proceso de reintegración al Acuerdo de París, del que Estados Unidos había sido el primer país en retirarse formalmente. También anunció que reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero en un 50%, tomando como base los niveles de 2005. Tendrían plazo hasta finales de esta década para llegar al objetivo. La intención se hizo pública el 20 de abril, en el marco de la Cumbre Virtual sobre la Crisis del Cambio Climático.

La organización ambientalista Greenpeace había exigido la reducción de 70% de las emisiones respecto del mismo nivel. En cambio, el Instituto de Recursos Mundiales solicitó que fuera de 50%.

¿Más allá del discurso?

En enero, Biden declaró que el cambio climático debía tomarse como “un elemento esencial de la política exterior y la seguridad nacional de Estados Unidos”. A su vez, se conoció una orden ejecutiva de la Casa Blanca con la que se instruye a las agencias de inteligencia del país a que midan los riesgos que trae el calentamiento global en todo el mundo. También se llama a todas las agencias gubernamentales a averiguar cómo es que las “consideraciones climáticas” pueden incluirse en sus prioridades internacionales, según publicó The New York Times.

El exmilitar y político John Kerry es el enviado presidencial para el Cambio Climático y miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Biden. Frente al Foro Económico Mundial, Kerry expresó que “la última oportunidad” para que el mundo pueda evitar las secuelas más graves del cambio climático es el encuentro en Glasgow. Hace referencia a que el Acuerdo de París, adoptado en 2015, estableció que los países integrantes debían reunirse cada cinco años y aumentar sus objetivos para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. A consecuencia de la pandemia, el encuentro pautado para el año pasado debió postergarse hasta noviembre.

En lo que va de su mandato, Biden también revirtió otras medidas que había tomado Trump. Canceló el permiso que se le había otorgado al oleoducto Keystone XL; emitió una moratoria temporal sobre las concesiones de petróleo y gas natural en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico; y restableció un grupo de trabajo sobre los costos sociales de los gases de efecto invernadero.

Diferencias internas

“No es un problema de elitismo. Es un problema de calidad de vida. ¿Quieren decirle a la gente que sus preocupaciones y deseos de aire y agua limpios son elitistas?”, expresó Alexandria Ocasio-Cortez, diputada en el congreso de Estados Unidos, en 2019. “Díganselo a los niños del sur de Bronx [Nueva York] que están sufriendo los mayores niveles de asma infantil en el país. ¡Llámenlos elitistas!”, agregó.

El discurso fue en la Cámara de Representantes, mientras comentaba su propuesta Green New Deal o Nuevo Acuerdo Verde (NAV), elaborada por Ocasio-Cortez y el senador demócrata Ed Markey. Buscó promover medidas para combatir el cambio climático y al mismo tiempo reducir la desigualdad económica. Recibió varias críticas, como la del senador republicano Sean Duffy, que la calificó de “hipocresía elitista”.

Sin embargo, dentro del Partido Demócrata también se presentaron divisiones durante la campaña electoral con respecto a temáticas medioambientales. Ocasio-Cortez declaró en un tuit que el fracking le parecía “malo”. El fracking o fractura hidráulica es una práctica que se utiliza para extraer hidrocarburos de reservorios no convencionales.

Recibió respuestas de diferentes representantes, entre ellos, Conor Lamb, representante por el distrito 17 de Pensilvania, quien afirmó que la prohibición del fracking es “impopular” y “absolutamente poco realista”. Biden tiene la misma línea de pensamiento. “No estoy prohibiendo el fracking en Pensilvania ni en ningún otro lugar. Voy a proteger los trabajos de Pensilvania. Punto”, expresó en 2020.

En enero, el presidente estadounidense suspendió las nuevas perforaciones de hidrocarburos sólo en terrenos federales, en una medida que no afecta a los contratos ya existentes.