El ministro de Ambiente, Adrián Peña, anunció que junto con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (MGAP) van a solicitar al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) la exoneración del IVA para el compost en la próxima Rendición de Cuentas. Resaltó que en Uruguay 50% de los residuos son orgánicos, lo que equivale a 600.000 toneladas, y si se suman los residuos industriales orgánicos, la cifra aumenta a un millón. En la actualidad se está compostando menos de 10%. Peña hizo estas declaraciones en una feria de compostaje organizada por la embajada británica este jueves.

Guillermo Moncecchi, director de Desarrollo Ambiental de la Intendencia de Montevideo (IM), relacionó la revalorización de los residuos con los “caminos limpios”. “Si yo pido clasificación en el origen, tengo que asegurar la logística, un destino correcto. Si yo hago una clasificación en el origen, pero termina en Felipe Cardoso [vertedero de disposición final para residuos urbanos], no estoy siendo exitoso”, explicó.

En Montevideo se encuentra la Planta de Tratamiento de Residuos orgánicos Tresor, ubicada en Punta de Manga, junto al vivero municipal, que funciona desde 1999. Moncecchi manifestó que la planta puede ser el “comienzo de una cadena hacia la alimentación saludable y la agroecología”. “Hay un impacto directo de la valorización en generar menos residuos, y la menor generación de residuos impacta en la limpieza de la ciudad”, agregó.

La embajadora británica, Faye O’Connor, habló con la diaria y expresó que el papel del gobierno es implementar “el marco”, “más reglas” e “incentivos”. “Lo más importante que puede hacer es cambiar la cultura y acciones de todos los actores”, declaró. Sumó que “desde arriba se pueden dar incentivos, pero también se puede promover la presión [para que las empresas transiten hacia una visión más sustentable] desde abajo”.

O’ Connor entiende que el accionar de las empresas es “una respuesta a una demanda de nosotros”. “Si nosotros cambiamos nuestras demandas y decimos que no queremos comprar fruta en plástico, o ropa que no sabemos de dónde viene o las condiciones en que se hicieron, vamos a ver que cambia”, dijo la embajadora. “Tenemos que reconocer que cada acción cuenta”, manifestó.

Enfatizó que 2021 es un año clave por la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). “Es el año que valoraremos cómo vamos con las metas del Acuerdo de París. Es una cumbre importantísima, vamos a saber si vamos en la dirección correcta o no”, señaló.

Cuando las plantas hablan

El compost es un proceso natural para descomponer con oxígeno y bacterias los residuos orgánicos y transformarlos en abono orgánico. Cuando está maduro, aparecen elementos y minerales que ayudan a la fertilidad de la tierra, como nitrógeno, fósforo y potasio, que permiten crear una alternativa a fertilizantes y plaguicidas hechos a partir de productos petroleros y dañinos para el ambiente.

“La naturaleza no tiene residuos, es un concepto social”, sostiene Gerónimo Etchechury. Es ingeniero ambiental y fundador de Apolo, un emprendimiento que lleva junto a su primo y busca soluciones sostenibles, apostando a las energías renovables, huertas y compost. Nació y vivió toda su vida en la zona rural de Atlántida. “En mi casa siempre hubo una papelera y otro depósito donde estaba la comida de los animales, que eran los residuos orgánicos”, recordó. En su mente, mientras iba creciendo, no concebía los residuos como basura o como un problema. Entiende que es una “cuestión de percepción”.

Apolo fue uno de los diez emprendimientos invitados a la feria organizada por la embajada. Otro fue Compost Ciudadano. Una de las integrantes de esta iniciativa, Andrea Alba, contó que ellos no trabajan con basura, toman un recurso natural que después se revaloriza en compost. “A mí siempre me gusta poner el ejemplo de que como nosotros nos alimentamos con frutas y verduras para tener nutrientes y crecer sanos y sanas, con las plantas pasa lo mismo”, comentó. Resaltó que la clave del compost está en regular de forma correcta la oxigenación y la humedad.

La idea original era utilizar espacios en desuso para hacer puntos de compostaje y huertas comunitarias. Comenzaron en un terreno ubicado en Ciudad Vieja, donde la construcción de una cooperativa estaba atrasada. “Durante tres meses éramos los loquitos de la basura”, recordó entre risas Alba. Señaló que a algunas personas les preocupa el olor y la repercusión en los vecinos. “Nosotros comprobamos que genera participación, interés por el tema, acercamiento entre las personas. El terreno pasó a ser un punto de referencia donde la gente iba, se encontraba tomando un mate viendo cómo se hacía un proceso de compostaje”, remarcó. Querían mostrar que era posible otro relacionamiento con los residuos.

Son cuatro los integrantes de Compost Ciudadano. Alba expresó que le encantaría que “nadie tuviera que pagar por el proceso”, pero que “por algo se empieza”. Dan talleres gratuitos para que personas que no tienen presupuesto económico suficiente puedan crear su propio compost. En un año lograron revalorizar 163 toneladas de residuos domiciliarios y más de 500 hogares forman parte de su red de recolección. “Siempre nos preguntamos por qué aquellas empresas que crecen son las que producen y hacen cosas que por lo general terminan destruyendo, contaminando o perjudicando el bienestar de las personas”, apuntó. Por esta razón, ahora están empeñados en construir fuentes de trabajo.

Compost Ciudadano y Tresor establecieron una alianza junto con el Municipio B. La primera organización va a ser la encargada de un acuerdo logístico con 20 cooperativas de vivienda para el compostaje de sus residuos.