El martes se presentó el Informe sobre la huella ambiental ganadera, elaborado por técnicos del Ministerio de Ambiente (MA), el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), el Instituto Nacional de Carnes, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y el Instituto Nacional de la Leche. El equipo de trabajo, que se conformó en mayo del año pasado, se dividió en subgrupos interdisciplinarios para evaluar distintos indicadores de la huella ambiental en la biodiversidad, el aire, el suelo y el agua. El trabajo cobra relevancia en su contexto: en 2020, la suma de las superficie ganaderas y agrícola-ganaderas llegó a 15 millones de hectáreas y, a su vez, sobre esta superficie el mismo año se declararon 11,8 millones de cabezas de ganado vacuno y 6,3 millones de cabezas de ovinos. Estos últimos datos fueron tomados de la Oficina de Estadísticas Agropecuarias.

Durante la presentación del informe estuvo presente el titular del MGAP, Fernando Mattos. “Hoy nos vemos con desafíos importantes desde el aspecto ambiental. Recientemente, Europa aprobó una ley que exige la certificación y castiga a los productos originarios de aquellas regiones que son objeto de deforestación. Esto es una novedad de la relación comercial y también de los aspectos de la protección que algunos países están comenzando a imponer respecto de la relación de la producción con el ambiente. Aquellos países que importan productos agropecuarios a Europa tendrán que demostrar que no surgen de áreas deforestadas, incluso de aquellas que legalmente son deforestadas de acuerdo con las leyes de los países productores”, indicó el jerarca.

Enseguida, anunció que, junto con el ministro del MA, Adrián Peña, participarán en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP27), que tendrá lugar en Egipto desde el 6 al 18 de noviembre. “Al tratarse allí los temas vinculados a la agricultura con mayor peso, hay que dar también la versión de la importancia que tiene la producción agropecuaria”, señaló. Asimismo, planteó que es necesario que el país genere “información propia respecto de nuestro desempeño productivo” y que “no basta recibir información desde el exterior”.

“Los problemas climáticos del mundo no los genera la producción agropecuaria, los genera el humano con su patrón de consumo y fundamentalmente con la quema de combustible fósil, que es la gran responsable del cambio climático. Tenemos que argumentar para sacarnos un poco la culpa. Muchos consumidores dejan de consumir los productos porque, desde el punto de vista de la argumentación, se trata de asociar la producción agropecuaria, y la producción ganadera especialmente, con los daños al clima”, manifestó Mattos.

Por su parte, Peña indicó que el informe sentó las bases “objetivas” para diseñar políticas públicas. Aclaró que tiene un “objetivo claro”: “producir más” pero “de un modo ambientalmente sostenible”. “La biodiversidad en el mundo se encuentra amenazada, es un problema global, pero también aquí en Uruguay. En nuestro caso, el ecosistema pastizales, cuya conservación quizás sea el mayor aporte que se puede hacer a la biodiversidad en términos globales, es también fuente de alimentación y de forraje para la ganadería”, planteó, y destacó que en el país se realiza ganadería “sin deforestación”. Los pastizales forman parte del Bioma Pampa, un área que Uruguay comparte con el sur de Brasil y parte de Argentina.

Son varias las conclusiones del Informe sobre la huella ambiental ganadera, según el documento oficial. Dentro de ellas se encuentra que “la pérdida de suelo por erosión, el transporte de nutrientes (nitrógeno y fósforo) y sustancias químicas tanto al suelo como al agua y la gestión de residuos son los aspectos ambientales relevantes a atender en el sector primario”. Además, en el sector industrial se debe atender “el vertido de aguas residuales con sus cargas respectivas de materia orgánica y nutrientes junto con la generación de residuos”. Sin embargo, para estos problemas se destaca que “hay alternativas para mejorar el desempeño ambiental”.

En materia de emisiones de gases de efecto invernadero, se planteó que la ganadería presenta “un valor promedio de 18,4 kg CO2eq/kg”. “El análisis reporta valores mayores a este promedio para las zonas criadoras, como la región Basalto, y valores menores para las regiones recriadoras y de terminación, como el Litoral Sur y la región Este del país”, se apunta. Entienden que la diferencia está asociada a “la capacidad de uso del suelo según regiones”. A su vez, se informó que por litro de leche se emite “un valor promedio de “0,989 g CO2eq”. En el documento se resalta “la importancia de la alimentación en base a forrajes y en menor medida en base a concentrados”.