La localidad de San Javier, ubicada en el departamento de Río Negro, es una especie de híbrido entre dos países. Su calle principal lleva un nombre ruso, en las plazas están las tradicionales matrioshkas y, poco a poco, al hablar con sus habitantes, es evidente el arraigo de la cultura de los fundadores del pueblo. A comienzos del siglo pasado, 750 colonos rusos llegaron al país y se establecieron en 3.000 hectáreas, creando la Colonia San Javier. Ellos y ellas se organizaban mediante un sistema cooperativo de producción, por el que los núcleos familiares tenían gran relevancia. Con el paso de los años, sus tierras aumentaron y se modificaron; un segmento pasó a estar bajo la órbita del Banco Hipotecario del Uruguay y, más tarde, se incorporó al Instituto Nacional de Colonización (INC). Este último organismo fue uno de los protagonistas de la historia de la localidad –que se encuentra rodeada por tres colonias, divididas en fraccionamientos a los que acceden productores– y también lo es de una historia reciente.

Daniel Klaassen es un pequeño productor ganadero que, junto con Nelson Milán y Fabricio y Wilson Mendieta, conforman el Grupo Los Costeros. Ellos lograron convertirse en arrendatarios de dos predios contiguos del INC, ubicados a pocos kilómetros de San Javier, sobre la costa del río Uruguay y linderos al Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay. Klaassen cuenta a la diaria que hace un año se encontraba en su chacra y recibió una visita inesperada: una empresa apareció para “hacer mediciones dentro del campo”. “Llamé a Colonización en ese momento. No sabían nada. Después de un rato, nos dijeron que los dejáramos entrar. Sacaron muestras, medidas y se fueron”, desarrolla.

La situación se volvió a repetir hace dos semanas. De nuevo, los productores se comunicaron con el INC. Minutos más tarde, les respondieron con una carta en la que se autorizaba a la empresa Servifor Group a ingresar a su fraccionamiento con el objetivo de “realizar un relevamiento y amojonamiento del área que pretenden explotar”. En el documento también se plantea que no estaba autorizada a “realizar ningún tipo de extracción de materiales”, que se había creado un expediente en la Dirección Nacional de Minería y Geología (Dinamige) y que aún restaba cumplir con “el trámite de impacto ambiental ante el Ministerio de Ambiente [MA]”.

El artículo 4 del Código de Minería establece que “todos los yacimientos de sustancias minerales existentes en el subsuelo marítimo o terrestre o que afloren en la superficie del territorio nacional integran en forma inalienable e imprescriptible el dominio del Estado”. Con base en esta normativa, las empresas se pueden presentar ante el Ministerio de Industria, Energía y Minería para obtener permisos y explotar este tipo de recursos.

Según el visualizador de la Dinamige, Servifor Group pretende tomar la arena y el canto rodado de cuatro predios –donde se incluyen los dos del Grupo Los Costeros–. Busca obtener la concesión para explotar una superficie total de 222 hectáreas y, de aprobarse, también abarcaría 3,66 kilómetros a lo largo de la costa del río Uruguay. Quien figura como propietario de la empresa es Miguel Otegui, exedil y exdiputado del Partido Nacional por el departamento de Paysandú. Otegui también desempeñó varios cargos en la intendencia sanducera, según se observa en la página web del Parlamento. Entre ellos se destacan: director general de Promoción y Desarrollo (2000-2003), director general de Obras (2003-2004), secretario general (2004-2005) e intendente interino (2004-2005). La situación preocupa a los pequeños productores por los posibles impactos ambientales. Además, piensan que sus esfuerzos pueden haber sido en vano. Ellos utilizan la ganadería regenerativa y el pastoreo racional para intentar recuperar sus suelos, que se encontraban degradados por actividades agrícolas que llevaban adelante sus anteriores propietarios.

Arraigo a la tierra

El 8 de diciembre, seis días después de que se presentó Servifor Group en la zona, los pequeños productores enviaron una carta al INC en la que relatan que la situación los tomó por sorpresa. “Nuestro asombro fue que, al ver el plano de la empresa, nos dimos cuenta que se amojoneaba prácticamente la totalidad de la fracción, más la fracción lindera a la nuestra. Manteniendo una conversación con el encargado de la empresa nos manifiesta que pretenden extraer arena, pedregullo y tosca por varios años, lo cual nos indica la magnitud de este proyecto. Nos preocupó aún más debido a que, si esto se da así, perderíamos todo lo que hemos invertido en la fracción, más todo lo programado para los años siguientes, sin dejar de mencionar el gran impacto ambiental que consideramos que este tipo de actividad generaría”, redactaron.

Impotencia, es lo que dice sentir Klaassen, mientras camina por sus tierras. “Te duele todo esto, no sabés qué hacer. Mucha gente nos dice que el instituto nos puede dar otro campo, pero nosotros ya estamos radicados acá. Capaz nos dan otro si esto se aprueba, pero queda un antecedente. Podrían seguir con los campos de un vecino. Hoy estamos pasando por esta situación nosotros, pero mañana puede ser cualquiera”, expresa. Él tiene 52 años y remarca que “toda la vida fue empleado”. “Siempre estuve en el campo, pero siempre trabajando de empleado. Después fui a la ciudad, a las fábricas. Pero lo que quería era acceder a un pedacito de tierra. No sabía y no sé si voy a hacer plata, pero es lo que me gusta”, dice. Como pequeño productor, relata que muchas veces es complicado sobrellevar los costos, aunque enseguida suma: “Pero no se trata de eso, ¿qué le deja uno para los gurises si no?”.

A lo largo de la carta que enviaron al INC, recuerdan los pasos que dio el grupo. Con ayuda de la Sociedad Fomento San Javier, se han presentado en varios proyectos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), que apuntan a la regeneración de los ecosistemas. Sostienen que sus esfuerzos están comenzando a dar frutos, porque van apareciendo especies nativas en el predio. “Nos hemos embarcado en un proyecto de ‘Más valor a la producción familiar’ junto a otros productores y predios, generando un grupo de colonos que intentamos trabajar de una manera distinta a los demás, dedicándonos a la producción de carne, pero conservando el suelo y las pasturas naturales”, resaltan. A su vez, mencionan que buscan acceder a un proyecto de Senda Agroecológica, también del MGAP, con la idea de generar un corredor de predios que “trabajen de forma amigable con el medioambiente” y rodeen al Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Queguay. De esta forma, esperan “contribuir con la formación de una zona adyacente, a conciencia de los productores, tema que consideramos muy importante para su protección”.

Fabricio Mendiera y Daniel Klassen

Fabricio Mendiera y Daniel Klassen

Foto: Alessandro Maradei

Los pequeños productores reconocen que les llevará “algunos años más” alcanzar su objetivo. “Lleva mucha inversión de dinero y tiempo, pero el ir viendo los resultados de regeneración del suelo y pasturas, como los que hemos tenido, nos llena de orgullo y satisfacción. Además de producir, estamos contribuyendo con nuestro medioambiente”, afirman. Al mismo tiempo, recuerdan que su predio ha recibido visitas de investigadores que estudian la flora, la fauna y la arqueología. “Cabe destacar que tras la regeneración del tapiz natural, reapareció el maní silvestre (Arachis villosa), especie que se reproduce y vive en suelos arenosos y se comenzó a ver en forma abundante. El Instituto Clemente Estable realizó una publicación donde dicen que de esa planta se puede aislar una bacteria que nos permitirá soñar con un mundo con menos agroquímicos”, expresan en la carta.

Por último, manifiestan su “total rechazo a una actividad como la que propone” Servifor Group. “Dejaría un daño irreparable y se perdería en su totalidad el suelo de la fracción, sin olvidarnos del monte ribereño, donde se encuentran ejemplares de Francisco Álvarez [árbol nativo] de los más grandes del Uruguay, el monte parque, con especies de algarrobo, quebrachos y demás especies, todas protegidas por leyes nacionales”, enfatizan. Piden al INC “el apoyo necesario” para frenar la adjudicación a la empresa, si bien hasta el momento no han tenido respuesta. “Hoy no tenemos nada concreto, pero sí tenemos algo inminente: la llegada de la empresa a la zona diciendo que va a hacer una cantera. La fuerza para frenarlo también la tiene el MA”, apunta Klaassen, mientras argumenta que no les han dado más información.

Las autoridades y las empresas

Marcelo Pugliesi, director de la Dinamige, dijo a la diaria que el proceso “está en trámite” y “puede demorar muchos años, si es que se aprueba”. “Primero, tiene que intervenir el MA. Segundo, el INC: si presentan las certificaciones desde el punto de vista agropecuario, de explotación, y realmente se justifica que es un campo que se está explotando y no es un campo abandonado... Eso en definitiva puede terminar en el Tribunal de lo Contencioso. Se pueden oponer los propietarios del campo; lo que pasa es que para oponerse e impedir la explotación, por ley, tienen que justificarlo”, apuntó. Al consultarle si estaba disponible a la población el proyecto que presentó la empresa, indicó que es información “confidencial” y que es necesario hacer un pedido de acceso a la información pública. “Es una explotación de una arenera, como hay cantidad en la zona de los humedales de Santa Lucía. Hay areneras por todos lados y hay que esperar que corran los trámites”, agregó.

Por su parte, Adrián Stagi, director de Ambiente, Higiene y Bromatología de la Intendencia de Río Negro, manifestó a la diaria que hizo un informe con características del territorio y lo envió a la Dirección Nacional de Calidad y Evaluación Ambiental del MA, que tiene la última palabra en el proceso. “Desde nuestro punto de vista, esto sale con un informe totalmente negativo. Al tener los predios elementos destacados de biodiversidad y culturales, hace que para nosotros no sea viable. Este es un proyecto que fue presentado con un montón de carencias, detalles y fallas de información. Como está, para nosotros es un proyecto que no puede seguir adelante”, planteó. Al consultarle sobre si la intendencia pone a disposición de la población la propuesta que presentó la empresa, indicó que se encuentra en un “expediente” y que todavía está a estudio.

A su vez, Stagi se refirió al hecho de que Servifor Group se presentó en el fraccionamiento de los colonos: “La empresa, no sé bajo qué situación, ingresó a los predios con una autorización de no sé quién, de Colonización debe haber sido, y puso mojones donde sería el área que se propone trabajar. Esto, desde mi punto de vista, es algo extraño. Esto no se hace, hay una evaluación antes de iniciar cualquier acción en el terreno. Capaz fue para marcar la zona, para que se vea por el tema de impacto ambiental, no sé cuál fue el objetivo. Pero esto me permite ver que uno de los mojones está a 50 metros del río. En la normativa se establece una faja de protección costera de 250 metros”. A pocos metros de donde la empresa colocó el mojón, comienza el Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Queguay.

En tanto, Miguel Otegui, propietario de Servifor, expresó a la diaria que siguió “el procedimiento legal, que es hacer la denuncia en la Dinamige, de un área de prospección categoría cuatro, que es arena, pedregullo y canto rodado”. El Código de Minería establece que “los yacimientos de sustancias minerales y fósiles” se ordenan en cuatro categorías “en relación al régimen legal que regula la actividad minera”. La cuarta clase, a la que hace mención el empresario, comprende los “yacimientos de sustancias minerales no metálicas, que se utilizan directamente como materiales de construcción, sin previo proceso industrial que determine una transformación física o química de la sustancia mineral”. “Hice el procedimiento que corresponde y Dinamige me autorizó, habrá comunicado a Colonización. Es un predio que es pura arena, no es agrícola. Puede tener algunos animales, pero no sé en qué condiciones están”, declaró Otegui.

“Acá está claro que el superficiario, que es el propietario de la tierra, es dueño de la parte de arriba, todo lo que es subsuelo es del Estado. Por eso, el trámite se hace en el Ministerio de Industria. Lo que establece la ley es que, comunicado el propietario, tiene la opción de ser el primero en explotar en las condiciones que estamos planteando. Si lo hiciera Colonización directamente, yo no tengo ningún reparo, pero como Colonización no se expresó en esos términos, está firme el permiso”, sumó. Sobre el proyecto, señaló que “un geólogo” hizo “el plan de explotación del área, donde incluso se establece que hay un área que queda como reserva natural, porque son unos bañados”. Consultado sobre si lo podía compartir con este medio, dijo que “está presentado en Dinamige”.

No es sólo arena

Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay ingresó al Sistema Nacional de Áreas Protegidas en 2008, bajo la categoría de Parque Nacional. Como cada área protegida, tiene su plan de manejo. Allí se plantea que a lo largo de la ribera oriental del río Uruguay, desde el río Cuareim hasta la desembocadura del Río de la Plata, existe un sistema de humedales. Entre ellos, se destacan los humedales de Farrapos, que constituye “uno de los humedales de mayor extensión del país”. Su importancia es tal que en 2004 fueron designados de importancia internacional bajo el Convenio de Ramsar. Además, los esteros poseen monte nativo, que es hábitat de especies autóctonas. La gran garza (Egretta alba), la garza blanca chica (Egretta thula), el buitre de cabeza roja (Cathartes aura) son sólo tres de las 104 especies de aves que se han detectado. Asimismo, se han observado carpinchos (Hydrochoerus hydrochaeris), zorros de monte (Cerdocyon thous) y otra larga lista de mamíferos.

El territorio protegido tiene monte ribereño y en el plan de manejo se describe: “Se caracteriza por presentar una importante abundancia de elementos botánicos paranaenses, lo que destaca su importancia como corredor biológico a nivel nacional. Por otra parte, especies como sarandí, el sauce criollo y el ingá cumplen un importante rol funcional, ya que disminuyen la energía erosiva del río”. También están los arenales, que funcionan como áreas de refugio y nidificación de aves. Desde que se decretó el área protegida, las autoridades eran conscientes de sus probables amenazas, porque señalan que “presentan posible valor económico debido a su potencial para la extracción de arenas para la construcción”. Incluso, en su reglamentación, se prohibió “el desarrollo de aprovechamientos productivos tradicionales o no, que por su naturaleza, intensidad o modalidad, conlleven la alteración de las características ambientales del área”. A su vez, Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay tiene superficies de campo natural, blanqueales, monte parque y más ecosistemas diversos que no conocen de fronteras creadas por los humanos. Dada la cercanía de los predios de los colonos al área, ellos optaron por una producción regenerativa y preservar la riqueza que tienen dentro de su tierra. Aunque parezca mentira, cuando Klaassen habla sobre el maní silvestre, se emociona.