Más de 700 kilómetros de largo tiene el litoral uruguayo sobre el Río de la Plata y el océano Atlántico. Allí predominan playas con cordones dunares, lagunas costeras, humedales, y son muchas las problemáticas ambientales que sufren actualmente estos ecosistemas. Cuando hablamos del calentamiento global, que viene aparejado con un aumento del nivel del mar, una de las preguntas que se nos pueden venir a la cabeza es cómo repercutirá en nuestras costas.
Este martes se presentó el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático para la Zona Costera –a partir de ahora NAP Costas–. El proceso de trabajo comenzó en 2015 con el objetivo de recopilar “información detallada de las amenazas, exposición, sensibilidades y capacidades adaptativas de los sistemas humano-natural de las zonas costeras”, especialmente en Colonia, San José, Montevideo, Canelones, Maldonado y Rocha.
Mónica Gómez, la coordinadora del plan, manifestó durante el lanzamiento que “hoy sabemos cuán vulnerables somos” y que sin la información “no podíamos tener medidas de adaptación”. A partir de este punto comenzará la fase de implementación de medidas, para lo que se buscará un acuerdo con las intendencias y en junio se abrirá un llamado a licitación en cada departamento que estará abierto a consultoras encargadas de evaluar cuáles son las medidas más convenientes en cada lugar.
El ministro de Ambiente, Adrián Peña, señaló que la adaptación necesita recursos que “deben provenir de los países generadores del problema, que no son Uruguay ni los países de la región”. Por otra parte, también destacó la existencia de un “gran desafío en materia de costa” vinculado a la “tensión” que se produce entre la “conservación y el desarrollo”.
Ejemplificó esto con el caso que tuvo lugar esta semana en que una empresa incumplió la orden del Ministerio de Ambiente (MA) de suspender una construcción sobre la laguna José Ignacio. “Este problema lo vamos a tener en Rocha. Es un departamento llamado a tener un gran desarrollo en el próximo tiempo y creo que ahí nos debemos una gran discusión para saber qué vamos a hacer y cómo”, agregó.
En noviembre, durante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), se publicó un resumen ejecutivo de NAP Costas. Hasta el momento es el trabajo que está disponible; en él se admite que “sin una adaptación efectiva a los impactos del cambio climático costero” habrá “grandes implicaciones para la sociedad uruguaya y la sostenibilidad a largo plazo”.
Amenazas actuales incrementadas
Al momento de analizar las medidas de adaptación a los efectos del calentamiento global es necesario contemplar otras problemáticas presentes en los territorios. En el informe se sostiene que en los departamentos se pueden observar “varios problemas asociados con el paisaje”.
Uno de ellos es la erosión, que se refleja en el “retroceso de barrancos, la alteración de la cadena de dunas, los daños a la infraestructura”. Puede tener dos orígenes: “natural”, asociado a eventos extremos, o por actividades del ser humano, como la “extracción de arena, obras de infraestructura aliadas al balance de sedimentos, modificación de los niveles freáticos o forestación”.
Otro punto que tienen en cuenta es el “impactante” crecimiento poblacional que tuvo lugar en Maldonado y Canelones durante los últimos 15 años, lo que enfrenta a los gobiernos departamentales “a la necesidad de nuevas inversiones y reconfiguración de los servicios e infraestructura existentes”, afirma el informe.
Además, la principal actividad en los seis departamentos es el turismo, que tiene como contracara el crecimiento poblacional por estaciones, variable que no debe dejarse de lado al analizar el impacto ambiental. ¿La razón? “Se podrían identificar una serie de cambios en cuanto al estado y el comportamiento del sistema costero, incluso con un posible impacto negativo en los bienes y servicios que brinda el sistema”, apunta el trabajo. Además, en San José, Canelones, Maldonado y Rocha “la explotación intensiva y descontrolada ha provocado eventos de intrusión salina y mala disposición de aguas residuales”, lo que ha generado “problemas de contaminación bacteriana en las aguas costeras”.
Los técnicos que elaboraron el informe de NAP Costas enfatizan que la variabilidad y el cambio climático “exacerbarán el impacto de las amenazas actuales en las zonas costeras”, ya sea por “la magnificación de las fuentes de estrés actuales o por la destrucción directa de hábitats y pérdida de especies”. Se indica que el nivel de vulnerabilidad de los recursos costeros uruguayos ya es “alto”.
Algunos impactos y medidas locales
Podría decirse que el aumento del nivel del mar es el protagonista del informe. Según se apunta, “varios estudios han estimado el aumento del nivel del mar en Montevideo en 11 centímetros, de los cuales 2-3 centímetros corresponden a las últimas tres décadas”.
Por otra parte, el Instituto de Hidráulica de la Universidad de Cantabria –que colaboró con NAP Costas– realizó una cuantificación del impacto a escala local en los departamentos. Según los resultados preliminares, el área costera “actualmente inundada” varía de 7.000 a 12.000 hectáreas, aunque se espera que aumente “a medida que se expande el horizonte de tiempo”. Durante la presentación se mostró una serie de tomas satelitales en las que se visualiza cómo impactará el aumento del nivel del mar en La Paloma, Atlántida, Colonia del Sacramento y Piriápolis.
A su vez, se investigó el “riesgo poblacional en caso de inundación costera”. Los gobiernos locales más afectados por este punto serían Colonia, Canelones, San José y Montevideo. También se tiene una confianza “muy alta” en que el mayor daño se observará en “los bienes residenciales”, donde el tramo de la costa de Maldonado es el que sufriría más deterioro. La siguiente categoría más afectada sería “servicios”.
Los técnicos, al mismo tiempo, observaron los “servicios de playa en riesgo por la erosión costera provocada por eventos extremos”. Determinaron, con un nivel de “confianza media”, que el daño anual “derivado del fenómeno que se espera actualmente” es de aproximadamente 45,5 millones de dólares, “un valor que se incrementará aproximadamente 25% para fines del siglo XXI”.
Si bien se debe esperar a que las consultoras analicen cada territorio para saber cuáles serán las mejores medidas de adaptación, en el informe se propone un paquete que contiene 60.
Con respecto a las estructuras físicas, se enfatiza la necesidad de “soluciones basadas en la naturaleza”, como podría ser la “restauración y conservación de bosques psamófilos costeros asociados a sistemas de dunas y humedales”, la “protección y restauración de humedales costeros” y el “manejo de especies exóticas (acacias, eucaliptos, pinos) para reducir el riesgo de derrumbes e incendios y facilitar la regeneración de las dunas”.
Además, se propone la generación de un “sistema de información para el cálculo de riesgos” que debe incluir un “sistema integral de monitoreo de playas”, “seguimiento integral de la evolución de las desembocaduras de los ríos”, “medición de olas y viento” y “predicción de nivel y oleaje”. Al mismo tiempo, se deberían elaborar lineamientos por parte del gobierno nacional para “el desarrollo de planes de adaptación a nivel municipal”.
Una propuesta interesante, vinculada con el punto anterior, es la “expropiación, demolición o reubicación de infraestructura de alto riesgo en la zona de defensa costera”. Para prevenir problemas en futuras edificaciones, por su parte, indican desarrollar una “guía de códigos de construcción apropiados para la zona costera” en la que se establezcan requisitos “para maximizar la protección contra inundaciones (técnicas y materiales de elevación y construcción)”. Estos son sólo algunos ejemplos del paquete de medidas que recomiendan los técnicos.
Limitaciones y resistencias
En el informe de NAP Costas se comenta sobre las “barreras técnicas” con las que se encontraron. La falta de datos de calidad, incluso la falta de acceso a datos, metodologías y herramientas existentes para “evaluar los riesgos del cambio climático y para implementar medidas de adaptación”, son sólo algunos de los ejemplos.
Gómez, la coordinadora del plan, expresó que este punto es fundamental, porque tener más datos sobre la situación ayuda a facilitar el proceso de recibir fondos internacionales. Hasta el momento, el MA tiene sólo 0,04% del presupuesto nacional, por lo que es todavía dependiente de este tipo de financiamiento. Pero además, otro tipo de barrera que se menciona es “la coordinación entre los niveles nacional y local y la falta de recursos humanos calificados”.
“Los esfuerzos para incorporar y aplicar medidas de adaptación al cambio climático a menudo producen resistencia. Dicha incorporación requiere acuerdos con una amplia gama de organizaciones y grupos, cada uno con sus propias políticas e intereses. Por lo tanto, puede llevar mucho tiempo y representar un verdadero desafío”, se destaca. A pesar de las resistencias, comentan que comprender los impactos locales del cambio climático es un proceso “intrínsecamente dinámico y la evaluación y el ajuste son necesarios para proponer medidas de adaptación”.