Casi dos años pasaron desde que el Ministerio de Ambiente (MA) y la Intendencia de Canelones comenzaron a realizar obras en la desembocadura del arroyo Solís Chico, en Canelones. También, hace casi dos años, las obras han tenido como respuesta la reticencia de algunos integrantes de la comisión de vecinos de Parque del Plata.
¿Cuál es el motivo de los trabajos que se realizan sobre nuestra costa? Según un documento de setiembre de 2020 del MA al que accedió la diaria, a raíz de la “dirección dominante de la corriente litoral” y “el transporte de sólidos de suspensión” se produce una “deriva de las desembocaduras”. Esto trae como consecuencia que se “va reduciendo el espacio disponible para geoformas de playa, conformando barrancas de arena”. Además, se señala que en el lugar hay “una fuerte erosión eólica con desplazamiento de médanos activos de considerables dimensiones que retira arena de la playa e invade la trama urbana afectando las vías de tránsito”. La desventaja de construir infraestructuras sin una visión ecosistémica: la naturaleza se empieza a hacer escuchar.
Antes de comenzar las obras en la desembocadura, las autoridades habían intentado “movilizar la arena que invade la rambla, llevándola hasta el curso del arroyo para que sea devuelta al sistema costero”, pero según el documento “la capacidad de realizar esas operaciones” fue “inferior al volumen de arena desplazado”. La consecuencia fue que la arena estaba “invadiendo cada vez más hacia la ciudad”. ¿Qué se hizo entonces? El plan de acción consistió en desarrollar “dos acciones, pero que se ejecutarán de forma simultánea”.
Primero, en la desembocadura del arroyo se hizo una “apertura de un canal de unos 40 metros de ancho por el ancho de la barra de unos 100 metros y dos metros de profundidad”. El objetivo fue “facilitar que el agua del arroyo se desplace por la nueva desembocadura” e “interrumpir la corriente por el actual canal al generar un dique de arena”. Para hacer el dique de arena se necesitó que ingresara maquinaria a la costa, lo que incrementó el malestar de la sociedad civil. El lugar donde se abriría el canal habría sido seleccionado “a partir de imágenes antiguas por donde alguna vez existió la desembocadura” y por “la información” que planteó un trabajo del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental de la Facultad de Ingeniería (Universidad de la República), de 2012.
Como segunda acción, se propuso ejecutar “actividades complementarias” instalando cercas captoras –creadas a base de podas y raleos– y “geoformas costeras” para “recomponer médanos” y así evitar que la arena continúe llegando a las edificaciones.
Reivindicando la participación ciudadana
Nancy Espasandín es integrante de la comisión de vecinos de la localidad. Asegura que desde 2018 exigían a las autoridades la creación de una Comisión de Cuenca del arroyo Solís Chico y lo lograron recién a “fines del año pasado”. Recuerda que en la primera reunión “se plantearon todos los problemas que veníamos arrastrando”, entre ellos, el cambio de la desembocadura del arroyo. Enseguida, la vecina manifiesta que “después de dos años de obras, algunos puntos ya eran irreversibles”.
“Nosotros les advertimos que tuvieran cuidado porque podía ser que una solución se convirtiera en lo contrario. Así fue: destruyeron una cantidad enorme de médanos, movieron volúmenes enormes de arena para tratar de desviar el Solís Chico. Además, para desviarlo necesitaban frenar las aguas para que no se desalojaran las cantidades de arena que estaban instalando para frenarlo. Es ahí cuando ponen los geotubos”, comenta Espasandín. Los geotubos son una especie de cilindro que se rellena con arena y agua –esta última se filtra por el tejido–; se instalaron con el objetivo de contener la nueva corriente de la desembocadura. “Conocemos cómo se mueve el río, sabíamos que las sudestadas iban a destruir lo que hacían. Así fue, en reiteradas oportunidades”, suma, y cita como ejemplo un hecho sucedido el 27 de abril, en el que los geotubos se vieron afectados.
Espasandín destaca que la principal reivindicación de la comisión es “la participación ciudadana” en la toma de decisiones y que “indudablemente lo que se niega en la obra es que la gente tenga razón”.
De geotextiles y geotubos
Luis Anastasía es el director de la División de Evaluación de Impacto Ambiental y Licencias Ambientales del MA. Manifiesta que “se abrió la desembocadura” para “recuperar costa” porque “el arroyo Solís Chico desembocaba hasta 1.400 metros hacia el oeste de Parque del Plata”. “La desembocadura se cerró con un dique de arena y la idea original era colocar geotextiles y geotubos en la zona para fijar el curso y evitar que volviera a derivar hacia el oeste como siempre lo ha hecho”, indica. Y así se hizo. Define a los geotextiles como una especie de manta donde se coloca arena y se dobla conformando una serie de capas.
Por otra parte, se le consultó de dónde fue extraída la arena para crear estas barreras y respondió que de la rambla. “Se tuvo mucho cuidado de no traer arena contaminada con balasto, que es lo que antes se hacía, lamentablemente. Se sacaba la arena, se volcaba y se arrastraba hasta el balasto que había en las banquinas. Acá tuvimos cuidado de no hacerlo así y retirar hasta uno o dos centímetros por encima del material árido”, apunta. A su vez, comenta que la rambla de Parque del Plata actualmente “quedó despejada”, específicamente “en la zona de prácticamente seis o siete cuadras que habían quedado aisladas” y “los vecinos sólo podían llegar caminando a sus casas”. Sobre si el uso de maquinaria –tanto para abrir la desembocadura como para acercar la arena de las geoconstrucciones– traería problemas en el ecosistema respondió que “son necesarias” y que “no producen ningún efecto en el sistema”.
Asimismo, otro problema que encontraron en la zona fue la existencia de dos desagües, que desde “hace décadas estaban tapados” y producían inundaciones en la ciudad. “Tuvimos que hacer una zona de amortiguación de los pluviales”, agrega. Afirma que actualmente se encuentran desempeñando “acciones en la costa”, que es “un trabajo a largo plazo” y “siempre hay algo que hacer”. “Más allá de eso, una de las cosas más importantes para mí es que se retiró toda la arena que había invadido la rambla”, finalizó.
Cabría preguntarse qué fue primero, si la arena que invadió la rambla o la rambla que se trazó cortando las dunas.
Imitar a la naturaleza y que “juegue a favor nuestro”
“Al mar no se lo maneja así; lo ideal es trabajar con delicadeza, imitar a la naturaleza para que juegue a nuestro favor y no enfrentarla”, dice Daniel Panario, director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Desde su visión, el sistema de “endurecer la costa no ha traído buenos resultados”. Enfatiza que cuando se habla de gestión costera es necesario “un estudio cuidadoso” e “ir probando” con medidas que no sean “irreversibles”, porque “son muchas las variables”. “Lamentablemente, alguna gente se juega con una solución fácil, como en un tiempo fue construir espigones. Es un desastre lo que se hizo en Uruguay, se aprendió tarde. Ahora sacarlos a veces es más riesgoso que dejarlos”, apunta.
Sobre la obra en Parque del Plata argumenta que va por “el camino contrario”, ya que “el mundo trata de mitigar los efectos alejándose del mar”. A su vez, destaca que este tipo de modificaciones “tiene que llevar una evaluación de impacto ambiental” y que en este caso no se realizó. “Había otras formas de hacer las cosas, con medidas más blandas, más baratas, de menor impacto. Los geotubos se licitan, hay una empresa que los arma, que los rellena con arena, de algún lado sale la arena que después falta en otro. Así se hacen las cosas y a la naturaleza no se la maneja de esa manera”.
Por otro lado, el ecólogo también cuestionó la forma en que se hacen los estudios de impacto ambiental. “La empresa contrata a la consultora que lo realiza. ¿Qué le va a decir? Por supuesto, que no tiene impacto. Si hubiera consultoras que hacen estudios de impacto y se sorteara, podría existir la posibilidad de que alguna actuara con independencia. Pero dado que la empresa paga...”, resalta. Panario cree que “los daños están hechos” y que “son reversibles si se hacen las cosas bien”, pero “si seguimos dejando pasar el tiempo y no cambiamos, puede llegar la irreversibilidad”.
Anastasía dijo que “a finales de 2019, con toda la información que habíamos reunido y los antecedentes, se trazó un plan de actuación en la costa. El hecho de que digan que no hubo un estudio de impacto ambiental no es del todo correcto: hubo una serie de análisis y estudios de los antecedentes, revisamos incluso un informe del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental. Más o menos ellos proponían la zona de apertura que coincidía con los estudios nuestros”.
En el documento del MA de setiembre de 2020 se resalta que el Decreto 14.859 establece en uno de sus incisos: “Cualquier acción a promoverse en la faja de defensa de costas que modifique su configuración natural requerirá la autorización previa del Ministerio competente, quien la denegará cuando dicha acción pueda causar efectos perjudiciales a la configuración o estructura de la costa”. Enseguida se justifica que las obras “no afectarían la configuración o estructura de la costa” y que “por lo tanto no correspondería denegar la autorización”.
La actualidad
Tras el ciclón subtropical de mayo, el viernes 20 las autoridades de la Intendencia de Canelones, el MA y la alcaldía de Parque del Plata –que integran la Comisión Técnica de Seguimiento y Gestión de la obra– se hicieron presentes en la desembocadura. Según un documento elaborado por el núcleo, se tendrá que llevar adelante algunas “acciones”.
Por ejemplo, se puntualizó en los geotubos y geotextiles del “margen norte”. “No hubo retroceso de la costa por la función de protección, a pesar del nivel muy alto alcanzado por el agua dada la intensidad y duración del sector sur. Se observa que en los sitios de contacto de los geotubos el agua entró y erosionó hacia dentro. Se afectó la arena y vegetación superior que cubrían los geotubos”, se indica. Como medida se estableció rellenar con arena “los sitios afectados” y “volver a colocar vegetación”.
Sobre los geotextiles tanto “en la margen norte y curva” se afirma que “soportó bien sin ser afectada en general por la erosión”, aunque “fue removida la arena de la capa superior”. La barrera habría quedado “expuesta y arrugada sobre el solape anterior”. Se propone “recuperar la estructura, rellenando y envolviendo los mantos”. También se hace hincapié en que en la zona del “sistema de protección en la punta” no hubo “modificación a como ya estaba desde la anterior ocasión en que se desplazó el geotubo superior”, y agrega que está planificado el “refuerzo” con otro geotubo.