El lago Lagomar, ubicado en Canelones, es un cuerpo de agua artificial que se originó en la década de 1940. Leticia Canella, antropóloga e integrante de la Comisión de Vecinos Lago Lagomar, recordó en diálogo con la diaria que Román Fresnedo Siri, arquitecto reconocido a nivel nacional e internacional, se encargó de tomar el lago “como centro” para “diseñar originalmente el balneario”.

Hoy en día el lago forma parte de la identidad territorial. Está rodeado por casas particulares, una escuela y el Country Club de Lagomar, que es protagonista en las denuncias de la comunidad. Canella y el grupo de vecinos afirman que entre 2016 y 2018 la directiva del club intervino en forma “ilegal” parte del lago y lo fueron rellenando con escombros para incrementar la superficie de sus instalaciones deportivas. Suman que, en el predio ocupado, los privados iniciaron la construcción de una edificación sin contar con el permiso de la Intendencia de Canelones (IC).

Los vecinos de Lagomar concentran sus pedidos en dos puntos: el “rescate” de las condiciones del lago –que poco a poco se ha degradado ambientalmente y reducido en su extensión– y el “respeto” por los espacios públicos, junto con su valor paisajístico y patrimonial. “No somos nosotros los primeros en reclamar esto; ha habido otras organizaciones de vecinos que, durante más de 30 años, han puesto este tema sobre la mesa”, advierte Canella. Con el paso del tiempo, lograron que un equipo multidisciplinario de la Universidad de la República (Udelar) estudie la situación del lago Lagomar. Por otra parte, la IC también solicitó, por medio de un convenio con el Centro Universitario Regional Este (CURE), también de la Udelar, asesoramiento académico. Ambas posturas coinciden en el grave estado de situación del cuerpo de agua, pero difieren en si es viable o no solucionarlo. A su vez, en 2020, la colectividad presentó una denuncia a la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH), que en agosto de este año presentó la resolución.

Se puede

La resolución de la INDDHH, que está firmada por las anteriores autoridades, apunta que dentro de 60 días la IC debe informar al organismo de todas las “acciones” realizadas para dar cumplimiento “efectivo” a las recomendaciones, tales como “disponer la suspensión de toda intervención o innovación en el espacio público del lago Lagomar, incluyendo las relativas a la construcción del nuevo gimnasio, ni rellenar dicho lago, ni realizar obras en las cercanías de sus márgenes, hasta tanto se evalúen, con participación ciudadana”, las recomendaciones del estudio que hicieron académicos de la Udelar.

En la respuesta a la INDDHH la comuna anexó un pendrive con seis documentos, entre ellos, un estudio del CURE, en el que se establece que el posible manejo para evitar la eutrofización implicaría grandes esfuerzos e inversiones con “una elevadísima probabilidad de fracaso”.

Arturo Toscano, arquitecto y también integrante de la Comisión de Vecinos Lago Lagomar, valoró las recomendaciones de la INDDHH. En diálogo con la diaria, señaló que “afortunadamente” el organismo detalla “analíticamente” en forma “muy cuidadosa” las denuncias que hicieron: “pide no hacer una intervención hasta tanto se pueda evaluar, conocer y estudiar la problemática del lugar a través del proyecto que hemos desarrollado con la Udelar a los efectos de buscar una solución”, celebró.

Toscano indicó que no solamente es un “relato de ilegalidades” para “beneficio” de una institución privada, dado que se apropia de un espacio público para “cobrarles a los socios, justamente, el uso del espacio público”. El vecino dijo que estaban “motivados” cuando empezaron el diálogo con la comuna y creyeron que “iba a llegar a buen puerto”. Sin embargo, eso no pasó. “Es una sumatoria de cosas que no se pueden creer, a lo que se añade una respuesta de la intendencia sorprendente; desde 2016 venimos pidiendo audiencia y [el intendente Yamandú] Orsi no nos quiere recibir”, expresó.

Ahora, con la “sensibilidad” de la INDDHH, que pide no intervenir la zona del lago, van a seguir con las denuncias porque “no hemos escuchado ni visto ninguna señal de receptividad por parte de la intendencia”, fustigó Toscano, quien adelantó que esperan respuestas también desde el gobierno nacional, dado que la semana pasada se reunieron con el ministro de Ambiente, Adrián Peña.

Una problemática extendida

“El espacio urbano de uso público, desde tiempos inmemoriales e independientemente de la diversidad de su configuración a lo largo del tiempo, no sólo constituye un elemento calificador y caracterizador de una ciudad sino también otorga significación y referencia a un lugar, convirtiéndose en un dispositivo que reafirma los aspectos identitarios donde la sociedad se reconoce”, se resalta en el estudio Parque del lago Lagomar: recuperación y revalorización del uso público del lago Lagomar, de 2020. Sin embargo, en las últimas décadas se suma un nuevo factor para comprender los espacios públicos: “La revalorización de la naturaleza y la recuperación de un medioambiente agredido y degradado cobran protagonismo en las áreas urbanas y suburbanas y forman parte de las principales reivindicaciones ciudadanas”.

La investigación, que fue solicitada por el grupo de vecinos y vecinas, estuvo coordinada por Rosana Sommaruga, del Instituto de Diseño de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Daniel Conde, del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias, Julieta López, del departamento de Ingeniería Ambiental de la Facultad de Ingeniería, y Marcelo Cousillas, del Centro de Derecho Ambiental de la Facultad de Derecho.

Los reclamos de los vecinos de Lagomar no son un hecho aislado. Tampoco lo es la degradación de los lagos urbanos. “Los lagos, naturales o artificiales, y en particular los de pequeño tamaño localizados en entornos urbanizados, están sometidos a una alta presión antrópica, por lo que frecuentemente se encuentran en procesos avanzados de eutrofización, como consecuencia del incremento en el aporte de nutrientes y materia orgánica. Estos aportes modifican el equilibrio interno, promueven crecimientos excesivos de plantas acuáticas (emergentes y flotantes) y de microalgas (comúnmente cianobacterias [que no son algas, vale aclarar]), la disminución o agotamiento del oxígeno del agua y otros cambios significativos en la estructura abiótica y red trófica del sistema”, se desarrolla en el trabajo. Efectivamente, según constataron, esto sucede en el lago Lagomar desde hace mucho tiempo.

El trabajo afirma que “la calidad de agua del sistema se ha visto afectada paulatinamente” producto “de la interconexión entre el lago y las aguas subterráneas, en un escenario de ausencia de sistemas de saneamiento en el que las viviendas y otras edificaciones de la zona infiltraban sus aguas residuales al terreno (a través de depósitos fijos que funcionaban como pozos filtrantes)”. Si bien se realizaron obras de saneamiento en la zona, mencionan que “no se conoce si la totalidad de la urbanización se encuentra conectada a las redes colectivas o si se mantienen infiltraciones de aguas residuales en el terreno”.

A su vez, estimaron que “el lago Lagomar Sur, de una extensión de aguas abiertas en su origen de cuatro hectáreas, ha visto reducida su extensión a casi una hectárea, en el transcurso de aproximadamente 70 años”, como consecuencia de “sucesivos rellenos”. Señalan que “Se puede afirmar que la mayor parte de los servicios ecosistémicos que este y otros lagos similares de Ciudad de la Costa pueden haber ofrecido en el pasado se encuentran actualmente comprometidos, producto de la pérdida de extensión, volumen y calidad del agua. Los aspectos mencionados indican una alta degradación ambiental tanto del propio lago y sus servicios ecosistémicos como de los márgenes y su entorno inmediato, lo que impone un desafío mayor en un eventual proceso de recuperación del sistema y su gestión ambiental posterior”.

El equipo interdisciplinario considera que de “no innovar en este sistema”, se llegará a “la colmatación total del cuerpo de agua”, aunque afirma que puede ser recuperado “parcial o totalmente”. Para lograrlo, describe que es necesario contar con un “plan de manejo que fije objetivos y prioridades y que organice las actividades de operación, mantenimiento, monitoreo y corrección”, siempre con una perspectiva a largo plazo. Reconoce que implica múltiples desafíos, pero insiste con que sería una oportunidad para “explorar soluciones innovadoras, aportando conocimiento y experiencias que podrían servir de base para el manejo y recuperación de otros lagos de la zona y el país”. “Al tratarse de un lago de pequeñas dimensiones y de estar ubicado en el medio de una urbanización cuyos vecinos están muy comprometidos con su recuperación, podría tomarse como un caso piloto para impulsar acciones concretas”, destaca.

Si bien en el trabajo se presentaron ejemplos concretos de experiencias en otros lagos internacionales y nacionales, recomendaron medidas preventivas a la intendencia mientras no se avance en un “proyecto concreto tendiente a la recuperación”. “Prevenir su deterioro, destrucción y contaminación, de acuerdo con lo establecido por la normativa ambiental nacional y departamental”, “suspender toda intervención en el predio”, “no continuar rellenando el lago ni realizar obras en las cercanías de sus márgenes”, “eliminar completamente las entradas externas de nutrientes al sistema, limpiar las orillas de residuos existentes e incrementar el flujo de circulación de agua” y “comenzar un proceso de difusión para preparar el debate y las acciones participativas de construcción colectiva” son algunas de ellas.

Otra visión

“Cualquier intervención que ataque las consecuencias y no las causas del problema no podrá ser exitosa, ya que el sistema volverá a dirigirse rápidamente a uno de sus estados estables dominados por elevadas cantidades de organismos verdes”, resalta Guillermo Goyenola, integrante del Departamento de Ecología y Gestión Ambiental del CURE, en el informe Lago Lagomar Sur: estado ecosistémico y gestión ambiental, de 2020.

El académico coincide con sus colegas en cuanto al estado de situación del lago Lagomar y las medidas que deberían tomarse para combatir los problemas generados por la eutrofización en lagos urbanos: “el corte de los aportes externos de nutrientes”, “la gestión de la carga interna de nutrientes, materia orgánica y contaminante acumulada en el sistema durante toda su existencia”, y “el manejo del sistema de forma de conducirlos hacia un estado compatible con su entorno y que pueda responder a los usos pretendidos”.

Sin embargo, comenta que la gestión de “la comunidad vegetal” en el lago involucraría “un esfuerzo de gestión mayúsculo, una inversión multimillonaria y presentaría una elevadísima probabilidad de fracaso”. “El fracaso se asociaría a la recurrencia del problema a corto plazo y su persistencia en el tiempo, o el surgimiento de nuevos problemas también de difícil gestión (particularmente floraciones cianobacterianas tóxicas). Siendo más terminante, no se visualiza una intervención capaz de rehabilitar el lago haciéndolo compatible con el entorno urbano”, indica en el informe. También manifiesta que, “asociados a los patrones de consumo, manejo de residuos y fertilizantes predominantes en nuestra cultura, aditivamente a los efectos esperados del cambio climático, las perspectivas asociadas a las condiciones ambientales de este tipo de sistemas no son optimistas”.

Goyenola plantea que sería necesario que “el proceso de toma de decisiones asociado a la gestión de este espacio” se centrara “en el entorno del lago-humedal”, debido a que se encuentra lindero a una escuela. “Esto daría oportunidad para que los espacios gestionados sirvan como enclaves para educación ambiental”, afirma. También dice que el entorno se adecua a la generación de “un sendero interpretativo, la instalación de cartelería, la plantación de flora nativa, a la creación de puntos de observación de aves, entre otros”. Por otra parte, también alerta que se tendrá que considerar “la gestión de la zona lindera para atenuar los potenciales efectos de un incendio sobre la masa vegetal flotante”.

La visión de la Intendencia

Leonardo Herou, director de Gestión Ambiental de la Intendencia de Canelones, dijo a la diaria: “Respetamos a la Institución de Derechos Humanos. Lo importante es lo que ha sido el posicionamiento de la Intendencia con respecto al tema de los lagos y de este en particular. Los lagos de Ciudad de la Costa y Paso Carrasco se fueron incorporando, desde la aprobación del Costaplan, como parte del patrimonio de la zona. Empiezan a presentar problemas en los últimos años, no teníamos información sobre qué era lo que pasaba. Son lagos urbanos, generados por el ser humano, no son naturales. Teníamos el desafío de conocer un poquito cuál era la situación”. En este contexto, se realizó un convenio con el CURE, y Herou manifestó que la comuna comparte la conclusión a la que se llegó. Comentó que sobre esta problemática no han tenido contacto con el Ministerio de Ambiente.

“Somos conscientes de que en algunas zonas las noticias son complejas. No todos los lagos, después de una evolución de tantos años, van a poder ser lagos como uno se imagina los del hemisferio norte. Van a ser lagos con sus problemas, que habrá que gestionar. En algunos, la gestión es posible y la estamos haciendo, en otros, por el grado de deterioro, hay que asumir la situación que tienen”, planteó. Herou dijo que mantuvo reuniones con el equipo de la Udelar que cree en la posibilidad de restaurar el cuerpo de agua. “Nos comprometimos a cuidar lo que queda del lago, que es el bañado, y en el entorno avanzar con algunas regularizaciones y sobre todo con la recuperación del espacio público”, sumó.

Al consultarle sobre si se reanudarán las obras que realizó el Country Club de Lagomar en el lago, sin la autorización de la IC, comentó que el privado “recibió multas y sanciones”. “En el período anterior se buscó un proceso para regularizar el uso de todo el espacio público del lugar. Desde el patio de la escuela, hasta algunos lugares que tenía el club, que había que regularizar. De los actores que están, solamente uno, que es la UNI3, tenía todo regularizado y ordenado. Ese proceso no culminó y no tengo novedades de corto plazo, pero no van a incidir en nada en el espacio público ya consolidado”, apuntó.

Toscano sostuvo que “nadie discute” que las aguas están contaminadas. “El problema es que hay una fundamentación de que es irrecuperable”, mientras que otros piensan “que no es así”, como es el caso del informe del equipo interdisciplinario que sostiene que el lago se puede recuperar.