“En este 5 de junio, Día Internacional del Medio Ambiente, llamamos a una reflexión profunda sobre el estado del ambiente y de nuestras aguas en el Uruguay”, comienza diciendo el comunicado de Limno Uy, la Asociación de Limnología del Uruguay. La limnología es la disciplina que se encarga del estudio de los ambientes acuáticos continentales, por lo que lo que estudian los afiliados a esta asociación es de particular interés en el marco de la crisis hídrica que atravesamos.
El texto prosigue afirmando que en Uruguay “los problemas relacionados a la disminución de la calidad y la cantidad de agua dulce han aumentado en frecuencia y magnitud en la última década” y a continuación detalla algunas de las causas de ese deterioro. “Hasta el momento la mayor fuente de impacto ha sido la contaminación por el aporte excesivo de nutrientes”, lo que provoca la eutrofización de los cursos y espejos de agua. La eutrofización, señala el texto, “genera consecuencias ambientales, sanitarias y económicas en los ecosistemas acuáticos de casi todos los rincones del país”.
Pero la falta de lluvia llovió sobre sistemas acuáticos ya comprometidos: además del contexto de eutrofización, comunican que “la intensa sequía asociada al fenómeno de La Niña 2020-2023 afectó dramáticamente la producción agropecuaria y ha condicionado el colapso de las reservas de agua para consumo humano en las ciudades de Minas, Montevideo y la zona metropolitana”, y afirman entonces que “la actual crisis hídrica es la mayor que ha atravesado el país”.
Los y las limnólogas estiman que “las crisis ambientales serán probablemente cada vez más intensas y frecuentes en Uruguay y en el mundo”, ya que así lo señalan “las predicciones sobre el cambio climático”, así como “las tendencias de crecimiento poblacional y de consumo basadas en ecosistemas intensamente explotados”. En este contexto, sostiene Limno Uy que “es fundamental estar preparados para el futuro”.
Mirar hacia adelante
“Si bien la situación actual se dispara por un contexto natural, es importante destacar que la misma ocurre en un escenario de degradación de la calidad ambiental de nuestros recursos naturales en general y de los recursos hídricos en particular”, afirma el texto, dejando claro que “un gran número de investigaciones ha evidenciado y alertado de este deterioro ambiental” que se “ha acelerado en las últimas décadas”.
“Este deterioro se refleja en que cada vez son más frecuentes e intensas las floraciones de cianobacterias potencialmente tóxicas, en una disminución de la biodiversidad, y en que prácticamente ninguna de las cuencas del país cumple con la normativa en cuanto al nivel de fósforo admisible” establecidos en los decretos vigentes. A la hora de delinear las causas que provocan este deterioro, la misiva sostiene que “son diversas”, pero señala que “las más evidentes” son “la fragmentación (por ejemplo, la construcción de tajamares, represas y embalses), la sobreexplotación (por ejemplo, el secado de embalses), la homogeneización (por ejemplo, la construcción de trasvases entre sistemas acuáticos de cuencas diferentes)” y “particularmente la contaminación por nutrientes, agroquímicos, efluentes industriales y contaminantes emergentes, procesos que han aumentado como consecuencia de la intensificación productiva experimentada en el Uruguay en las últimas décadas”. Como consecuencia de este deterioro de la calidad ambiental y del agua “que ocurre a escala país”, se “limita la disponibilidad de fuentes alternativas cuando se compromete una fuente en particular”.
Ante las crisis se piensan soluciones rápidas. Por eso el texto relata que “al presente la búsqueda de soluciones al acuciante problema de disponibilidad de agua potable se ha centrado en diversas medidas, como ser la generación de nuevas represas, y el trasvase de cuencas, entre otros”, y por tanto creen oportuno remarcar que “la urgencia de la actual crisis no debería resolverse sin considerar los costos ambientales de las medidas adoptadas, siendo necesaria una planificación a mediano y largo plazo para prepararse mejor frente a futuras crisis”. Afirman que “es necesario reducir la vulnerabilidad de nuestros ecosistemas acuáticos frente a los impactos producidos por las diversas actividades socioeconómicas, así como frente al cambio climático, para que puedan ser sostén de vida y a la vez capaces de soportar demandas racionales de uso a futuro”.
Aportar a las soluciones
“A través de sus miembros, la recientemente creada Asociación de Limnología del Uruguay (Limno Uy), genera conocimiento técnico y científico, y busca promover una mayor integración de conocimientos y diálogo para la gestión sostenible de los ecosistemas acuáticos y recursos hídricos de nuestro país”, señala la misiva, que informa que la asociación está integrada por “casi medio centenar de profesionales dedicados al estudio de nuestros ecosistemas acuáticos continentales, desde investigadores de la Universidad de la República a técnicos que trabajan en diferentes ámbitos públicos y privados”.
El colectivo “pretende aportar el conocimiento científico-técnico más actualizado disponible para apoyar la toma de decisiones en relación a las crisis hídricas y contribuir a un necesario cambio cultural para la protección y conservación de nuestro ambiente”. Contar con este aporte es para el país extremadamente valioso. “Este probablemente sea uno de los mayores desafíos actuales y futuros para la sociedad uruguaya”, dicen los y las integrantes de Limno Uy. A esta altura de 2023, sería raro encontrar en Uruguay a alguien que no coincida con tal enunciado.