Un lector nos plantea un viejo debate sobre el papel de los medios de comunicación. Roque Faraone envió un mail criticando una entrevista publicada el 7 de octubre al general Wile Purtscher. Según el lector, que ha dedicado su vida a la teoría de la comunicación, la autora no debió haber realizado la entrevista, porque al preguntarle, por ejemplo “¿Cómo ven las FFAA la posibilidad de que se anule la Ley de Caducidad?”, estaba “incitando al militar a cometer un delito o al menos una falta grave (los militares en actividad no pueden emitir opiniones políticas- art. 77 de la Constitución)”.

En la entrevista, Purtscher, director del Instituto Militar de Estudios Superiores, planteó su oposición a la derogación de la Ley de Caducidad en el plebiscito del 25 de octubre. El general calificó tal plebiscito como “una aberración jurídica” y dijo que en la interna militar se veía “con mucha preocupación” y que no había “seguridad jurídica”, entre otras cosas.

Faraone cuestionó el simple hecho de “haber imaginado la entrevista”, “porque implicó darle un protagonismo político a quienes deberían sólo obedecer al Poder Ejecutivo”. “Dentro de la teoría liberal de ‘las dos campanas’, esta decisión es inadmisible. En una perspectiva ‘de izquierda’ es aun más grave”, culmina su carta.

Consultamos al respecto a distintos actores de la diaria. El director, Marcelo Pereira, consideró en primer lugar que Purtscher “perfectamente podía responder [la pregunta] sin violar la Constitución.

Por ejemplo, si hubiera dicho que las Fuerzas Armadas respetarían, como correspondía, el resultado del plebiscito”. Pereira sostuvo que para él los periodistas “no cometen faltas éticas ni errores profesionales cuando indagan de qué manera se ubican los militares ante cuestiones relevantes de la realidad nacional o internacional, sino que procuran una información de evidente importancia para el conjunto de la población”.

El editor de Política, Federico Gyurkovits, opinó, por su parte: “la única perspectiva en la que nos basamos es la periodística y la entrevista sirvió para conocer de primera mano lo que piensa un general que forma a los oficiales superiores del Ejército”.

Y, finalmente, la autora, Natalia Uval, agregó un enfoque político a los comentarios anteriores: “desde una ‘perspectiva de izquierda’, o en términos más amplios, para cualquier persona que trata de defender los derechos humanos y la democracia, es importante conocer hasta qué punto la cultura de la impunidad está arraigada en nuestra sociedad, y cómo ciertas ideas e interpretaciones de lo sucedido aún subsisten y se reproducen penosamente en las Fuerzas Armadas.

Ése creo que es el valor político de la nota”. “El lector sugiere que no debería haber hecho las preguntas que hice, por temor a que el señor general dijera algo que eventualmente pudiera considerarse un delito, lo cual me parece un actitud oscurantista y excesivamente respetuosa de la autoridad que no comparto, y que probablemente también sea un residuo de la dictadura”, concluye.

Las campanas La carta del lector abre varias puntas para la reflexión. En primer lugar, si una declaración difundida por un medio de comunicación que suponga un delito (por ejemplo, incitación a la violencia, difamación o, como en este caso, la posible violación constitucional) es también responsabilidad del mensajero o sólo de quien lanza el mensaje. La respuesta no es siempre evidente y por lo general está asociada a la relevancia de la información. En este caso era relevante y no puede hablarse de ningún tipo de “complicidad” del medio.

En segundo lugar, llama la atención el planteo sobre una teoría “liberal” de las dos campanas y sobre una “perspectiva de izquierda”.

El esquema de “las dos campanas” no es una teoría liberal, y este defensor de los lectores no cree que a nivel periodístico exista una “perspectiva de izquierda”. En esto coincidimos con el director de la diaria, quien plantea: “me pregunto por qué razón extravagante puede pensar alguien que lo de ‘las dos campanas’ es una ‘teoría liberal’, contrapuesta con una perspectiva periodística ‘de izquierda’”.

El de “las dos campanas” es uno de los tantos mecanismos para intentar avanzar hacia cierta imparcialidad y honestidad en la búsqueda de información periodística. Este defensor considera que el buen periodista de la diaria debería intentar buscar siempre múltiples campanas, múltiples fuentes de información. Cuantas más, mejor. Cuanto más independientes entre sí, mejor.

El cruce y la oferta de distintos datos, impresiones, informaciones y declaraciones ayuda a buscar cierta ecuanimidad, aunque ni siquiera eso la garantiza. La pregunta de la periodista al militar fue adecuada, y su versión sobre el tema era información relevante, aunque haya violado reglas.