Desde sus primeras horas, este matutino ha ofrecido una sección de humor llamada “El faro del final del mundo”, a la que posteriormente se agregó su prima hermana “Los informantes”. También desde el comienzo de esta defensoría de los lectores salpicadamente han venido llegando quejas de suscriptores que consideraron abusivo o de mal gusto tal o cual artículo humorístico.

Recientemente, dos mensajes de lectores manifestaron con vehemencia su desagrado con una sátira realizada en torno al caso de Gonzalo Perera, ex vicepresidente de Antel.

Diego Piñeiro manifestó su “indignación”, y consideró que el texto sobrepasó “la delgada línea que separa el derecho a la expresión del derecho de las personas”. Según este lector, Perera es una persona “que está enferma y que necesita del respeto y del cariño de quienes lo rodean para poder sanarse”, y “ensañarse con él como lo están haciendo bajo pretexto de hacernos sonreír es una bajeza”.

Pocos días después, otro lector, William Travieso, nos envió una carta electrónica aun más dura. Calificó la nota de “falta de respeto” y “falta de decencia”. Para este lector, “El faro” se refirió a la situación de Perera de una manera “ofensiva, irrespetuosa, traspasando límites elementales”.

“No se puede ironizar con la desgracia ajena, no es de buena gente burlarse de un hombre íntegro que fue un excelente jerarca de una de nuestras mejores empresas públicas y un día colapsó porque no aguantó más las presiones a que estaba sometido”, sostuvo.

“La decencia, señores, también implica reconocer que hay situaciones que no admiten la burla y límites que no se deben traspasar. Indigna, duele ver en un medio al que uno se siente cercano, esa pequeñez”, culminó Travieso.

Para quien no siguió el caso: Perera fue procesado judicialmente por simular un falso intento de asesinato contra él. Como pena sustitutiva, la justicia ordenó, entre otras cosas, que colaborara con Secundaria en su especialidad, las matemáticas. En el marco del juicio se conjeturó que esa simulación se hubiera debido a problemas psiquiátricos, lo que fue descartado por la justicia mediante una pericia.

Subversión El autor de la nota referida, Marcos Morón, reconoció su preocupación a la hora de realizar referencias humorísticas sobre casos que impliquen problemas de salud. Sin embargo, sostuvo que en este caso “la nota hacía humor a partir de la situación que se generó cuando se dijo que Perera iba a dar clases en un liceo, y no tanto sobre el hecho en sí de que tuviera problemas de salud”. “El criterio que manejo en general es no burlarme del hecho de que una persona esté gravemente enferma, o haya fallecido”, explicó. Y finalmente concluyó: “Creo que es lógico que alguien se sienta tocado cuando se menciona un tema que lo afecta, pero eso es algo inevitable, y puede pasar prácticamente con cualquier cosa que se publique al respecto”.

En este caso el defensor de los lectores está de acuerdo con el autor de “El faro”. El humor es por definición irreverente, subversivo, transgresor, escéptico. Debe serlo. Uruguay tiene una grata tradición en la que el humor escrito, gráfico y televisivo ha servido a menudo para saltarse obstáculos y censuras. El Chicho en “Decalegrón” o las revistas El Dedo y Guambia, durante la dictadura militar, son algunos ejemplos.

El humor es el lugar por antonomasia en el que se subvierte el discurso, se transgreden las reglas generales. “El faro del final del mundo” interpreta eso. A través de parodias, exageraciones y absurdos, su función es hacer reír, pero también molestar e incluso, muchas veces, por qué no, también reflexionar.

Es entendible que los lectores citados, que evidentemente tienen simpatía sincera por el ex jerarca de Antel, se hayan molestado.

Pero ése es necesariamente un daño colateral del humor, sobre todo del humor político. Así parece entenderlo el propio Perera, quien en un artículo en Voces del Frente de setiembre de 2006 calificó a “El faro del final del mundo” de “excelente espacio”.

Hay que avisarle Sin embargo, el lector William Travieso agrega un comentario con el que coincidimos. “El faro del final del mundo’ no tiene ninguna advertencia al lector de que se trata de un espacio de humor ni de que sus ‘noticias’ no son reales”. Y este tema no es menor. Si bien tiene una tipografía y diseño ya característicos, distintos a los del resto del diario, y la parte superior de la página en que se publica dice generalmente “Humor”, sería deseable que la sección incluyera un cabezal propio y claro que advirtiera que lo que va a continuación es broma, que no es cierto. Que es para reírse.

Esto evitaría despistados levantes de otros medios, como ya ha ocurrido con informaciones falsas que fueron difundidas como ciertas, y también serviría para dejar aun más claras las cosas a los nuevos lectores.