Para adeptos y simpatizantes del gobierno la peripecia económica global que marcaba el inicio del año aparecía en el horizonte como el único factor capaz de afectar negativamente, y en cuestión de meses, el desempeño de una economía local que evaluaban -evalúan- como el mejor en varias décadas, más o menos según las referencias históricas de cada uno pero en ningún caso inferior a los años que separaban al país de las postrimerías del ciclo neobatllista.

Esa perspectiva también estaba -está- alimentada por datos y apreciaciones de origen privado y opositor, a través de actores gremiales, políticos y técnicos que en público o fuera de micrófono admitían -y admiten- logros, resultados y avances de la gestión económica nacional del Frente Amplio (FA).

Para los “otros” opositores, los del núcleo duro más orgánico de la oposición, la debacle económico-financiera mundial se vislumbraba, entonces, gradualmente pero con creciente claridad, como la única -y última- gran oportunidad de golpear al gobierno en año electoral apuntando sus cañones contra los flancos más débiles de la política económica y contra los puntos más vulnerables de la estructura económica. Para ellos, el desafío consistía en demostrar que si la crisis provocaba perjuicios de magnitud en algunos sectores o al país como tal, se debía a una mala o ineficiente administración de la coyuntura. La tarea no lucía sencilla. Mientras casi todo el orbe veía caer la economía tal cual la conocía, Uruguay exhibía resultados inéditos: noviembre había registrado un histórico 6,3% de desocupación cuando la crisis cerraba un ciclo nacional de crecimiento promedio del Producto Interno Bruto (PIB) de 7% anual, dejando atrás promedios históricos de 2%-3% y tasas de desempleo de hasta dos dígitos.

Secos e inflados

Antes de que pasaran 10 días desde el inicio del año, la intensidad de la sequía y sus efectos en algunos departamentos llevaron al gobierno a reconocer que el déficit hídrico era “grave”, activando medidas fiscales, administrativas y políticas para paliar las consecuencias. La otra dificultad de primer orden que el gobierno debía afrontar dando respuestas inmediatas era la inflación, y antes de que culminara la primera quincena de enero las autoridades económicas llevaron a 10% la tasa de interés de referencia de la política monetaria. Se trataba de encarecer el crédito para desestimular el consumo, uno de los factores que empujaban persistentemente los precios hacia arriba.

Entre tanto, aumentaba el sobrecosto energético derivado de la obligada generación de electricidad en centrales térmicas, abultando las onerosas erogaciones por compras de petróleo que habían quebrado las previsiones financieras de ANCAP y UTE para 2008. Hacia mediados de ese año el barril de crudo había trepado a 140 dólares y, como resumen del prolongado período de suba de los energéticos, hacia los últimos meses de 2009 el costo acumulado por ese concepto rondaba los 1.000.000.000 de dólares.

Pero la absorción fiscal resuelta políticamente por el Ejecutivo para no trasladar a tarifas los expansivos costos de suministro fue insuficiente para contrarrestar la presión inflacionaria, que también provenía del impulso recibido por el dólar a través de la desenfrenada adquisición mundial de títulos y papeles emitidos en su nombre, carrera compartida por agentes e inversionistas globales en busca de activos “seguros” en los que colocar sus fondos. Estos recursos habían quedado huérfanos de los créditos hipotecarios contaminados que se devaluaban al compás de las quiebras sucesivas de bancos de inversión y aseguradoras.

Entre las medidas adoptadas para alejar el fantasma inflacionario, el gobierno aplicó subsidios, exoneraciones tributarias y acuerdos de precios con frigoríficos y carniceros para negociar rebajas en algunos cortes. Ése fue el contexto en el cual el Banco Central adelantó que el crecimiento de la economía local se desaceleraría significativamente durante 2009 y 2010, al tiempo que la ONU, la OIT y el FMI transmitían a fines de enero su preocupación por las próximas caídas del crecimiento, el empleo y el turismo mundiales; en Uruguay, retrocedían la producción industrial, las exportaciones y la recaudación, y el dato de un nuevo récord de desempleo en Estados Unidos coincidía con el anuncio local de reapertura del programa Uruguay Trabaja, para recapacitación laboral de ciudadanos en situación de pobreza.

La buena noticia local de marzo dio cuenta de los ingresos turísticos de enero, que fueron 40% superiores a los de un año antes, en tanto que el Ejecutivo disponía un recorte de 5% en gastos de administración y el ministro interino de Economía, Andrés Masoller, admitía en diálogo con la diaria que la cartera revisaba a la baja sus proyecciones macroeconómicas. Sin embargo, el gobierno se comprometía a no abatir el gasto social ni las inversiones.

Con más previsiones negativas de los organismos internacionales, el gabinete productivo anunció un paquete de medidas focalizadas en algunos sectores para combatir los efectos de la crisis y el BCU, sin descuidar la batalla contra los precios, contempló la necesidad de apuntalar la actividad al reducir de 10% a 9% la tasa de política monetaria. Con un año de sobrecosto energético a cuestas, el gobierno autorizó la emisión de Bonos del Tesoro por hasta 300.000.000 de dólares. A fines de mes el BCU informó que el PIB creció sólo 0,8% en el último trimestre de 2008, confirmando la desaceleración, si bien aumentó 8,9% en todo el año.

No está todo mal

Pero no todos los resultados eran negativos y los indicadores de inversión privada, empleo y conflictividad laboral se mantenían estables. A principios de abril el BCU celebraba que el sistema financiero estaba “solvente y líquido”.

“Hay un panorama más distendido que hace unos meses” en cuanto a precios, decía a la diaria el titular de la Dirección de Comercio, Fernando Antía.

En la segunda corrección de proyecciones desde diciembre (4,5% a 3%) el ministro del ramo, Álvaro García, indicó que la economía en 2009 no crecería 3% sino 2% y que el déficit fiscal no sería de 1,5% sino de 2%. Días después, el Ejecutivo firmaba un decreto de ampliación del tope legal de endeudamiento público en hasta 100%, fundamentado en el sobrecosto por la sequía, el precio del crudo y la crisis mundial.

Mayo comenzó con una suba de precios de combustibles y UTE proponiendo al Ejecutivo elevar sus tarifas, al tiempo que Brasil siguió aumentando sus compras en Uruguay pesa a la caída general de las exportaciones. Aun en medio de la crisis las señales positivas no faltaron y en esos días el ministro de Turismo, Héctor Lescano, informó que la temporada había dejado 28% más divisas que la de 2008, casi 560.000.000 de dólares; la recaudación por IVA, tributo que refleja la evolución del consumo interno, siguió creciendo pese a los “sacrificios fiscales”, se destacaba desde la DGI. Promediando el mes se supo que las importaciones en abril bajaron 40% y Benjamín Liberoff, asesor de Turismo, informaba a la diaria que la primera cuenta satélite sectorial indicaba un aporte de 7% al PIB.

Junio se inició con el fracaso en el Mercosur de un acuerdo sobre información bursátil por el rechazo de Argentina a firmarlo, en momentos en que en Estados Unidos General Motors declaraba la quiebra, y se conoció el dato de que la caída de las ventas externas se desaceleró en mayo.

Los combustibles volvieron a subir y el BCU informó que el PIB cayó 2,9% en el primer trimestre del año contra el anterior pero creció 2,3% contra el mismo de 2008. Promediaba el año y los resultados negativos parecían estabilizarse, al punto que apenas dos días después de conocidos esos datos el ministro de Economía auguraba estabilidad para el segundo trimestre y crecimiento desde el segundo semestre. Con esa perspectiva y menor presión de precios, el BCU bajó otra vez, de 9% a 8%, la tasa de interés de referencia, priorizando nuevamente el nivel de actividad.

En julio el gobierno informaba sobre el próximo traslado de beneficios impositivos hacia los sectores más golpeados por la crisis, que habían sido principalmente los del cuero, metal, textil-vestimenta y madera. UTE solicitaba al Ejecutivo un aumento de 9% en las tarifas y la DGI mejoraba su recaudación, marco en el cual García anunció la tercera corrección oficial para 2009: de 2% a 0,7% en PIB y de 2% a 2,6% en déficit, confirmándose por otro lado que mayo quebró la caída de las exportaciones.

En agosto comenzaron a regir la tercera suba de combustibles y la segunda de electricidad, con la inflación de 1% de julio volviendo a amenazar la estabilidad económica y las Zonas Francas (ZF) tendiendo a convertirse en primer destino de exportaciones. Sobre esto, la diaria informó que al desagregarse los destinos finales de las colocaciones desde esos exclaves, China es el segundo destino real de las ventas externas de Uruguay, detrás de Brasil.

En setiembre informábamos que la soja y el trigo, productos estrechamente relacionados a las ZF, superaron el 70% de la superficie plantada del país y que la inflación en agosto fue de 1,23%, mientras Masoller explicaba a este medio que “existe margen” para reducir más la evasión del IVA y el titular del BCU, Mario Bergara, aseguraba a la diaria que los lineamientos macroeconómicos son “verdaderas políticas de Estado” que no cambiarán según quién triunfe en las elecciones. Los ingresos de la población siguieron subiendo, al igual que las solicitudes de empleo y la inversión privada de agosto, que casi cuadruplicó a la de 2008, en tanto que García celebraba que “lo peor de la crisis ya pasó”.

En la camiseta

Contra todos los pronósticos, el 15 de setiembre el BCU informó que el PIB creció 0,5% en el segundo trimestre respecto del primero, 0,2% contra el segundo de 2008 y 1,5% en enero-junio contra el primer semestre del año anterior, confirmando que no habrá recesión y que el diagnóstico del equipo económico fue correcto. Al día siguiente, Masoller rectificó las estimaciones de crecimiento por primera vez al alza: de 0,7% a 1,2% para el año y a 3,5% para 2010.

Fueron pocos los días que mediaron entre estas novedades y la liberación de encajes en dólares por el BCU, que devolvió recursos frescos a la operativa cotidiana de los bancos, al tiempo que el gobierno colocaba más deuda por 500.000.000 de dólares; siguieron creciendo la recaudación, los depósitos y los créditos, consolidados sobre una fuerte redolarización. En tanto, proseguía la recuperación del comercio exterior y los volúmenes de producción con la ayuda de la desaceleración de la caída global.

A comienzos de octubre y tras el retorno de las lluvias, Gerardo Rey, director de UTE, indicó a la diaria que “se normalizó” la situación hídrica y que la crisis energética llegó a su “punto final”, mientras el FMI evaluaba que la recesión global estaría finalizando. Los ingresos y el mercado de trabajo siguieron expandiéndose, así como la conflictividad bajando, con el dólar en plaza acumulando más de 15% de pérdida anual de valor y los socios grandes del Mercosur aplicando una lógica proteccionista, incluso a su comercio bilateral.

En víspera de la primera vuelta electoral el BCU anunció cuatro medidas para frenar la caída del dólar y el Crédit Uruguay Banco que dejará el país, difundiéndose también que en 2009 creció el uso de la capacidad instalada industrial.

En noviembre se supo que subió el poder adquisitivo de los ingresos entre enero y setiembre, que la demanda de empleo superaba en 50% a la de 2008, que hubo deflación en octubre y que la desocupación en el tercer trimestre bajó a 7,1%.

La Cámara de Comercio informó que las ventas internas crecieron en casi todos los rubros, destacándose las de electrodomésticos e informática. La construcción salió airosa de la crisis y continuará creciendo, según la evaluación de las cámaras del sector; el volumen de producción industrial siguió repuntando y el gobierno destacó que en los cuatro años previos el país casi duplicó sus exportaciones y llevó el desempleo a un mínimo histórico.

Winning the race

En el último mes del año el presidente de la Bolsa de Valores de Montevideo, Ángel Urraburu, declaró a la diaria que el gobierno del FA fue el que “más escuchó” al sector y, por ello, éste espera que el presidente electo de la República, José Mujica, abra los capitales de las empresas públicas que operan en derecho privado. Los salarios superaron a la inflación en octubre y en el año, y las exportaciones en noviembre crecieron por primera vez desde octubre de 2008 en las comparaciones interanuales. Asimismo, se supo que la desocupación en octubre bajó a 6,4% y Luis Almagro, embajador en China y futuro canciller, destacó la condición de China de segundo destino real de las exportaciones uruguayas. En el foro anual de ACDE el equipo económico corrigió su previsión de déficit fiscal de 2,6% a 2,4% y adelantó una pronta rectificación al alza de su proyección de PIB.

En el marco de la última cumbre del Mercosur y de la reunión del Consejo del Mercado Común, en Montevideo, se acordó que desde 2010 las empresas de Brasil y Uruguay podrán pagar sus operaciones comerciales bilaterales con las monedas nacionales.

En esos días se informó que los ingresos reales se incrementaron en el tercer trimestre, que la demanda laboral subió 2,1% en noviembre y que los presidentes del Mercosur y el Foro Empresarial Mercosur-Unión Europea acordaron impulsar una estrategia de acuerdos puntuales entre ambos bloques de cara a la cumbre birregional de mayo.

El Ejecutivo adjudicó, por recomendación de ANCAP, la exploración de hidrocarburos en los bloques 3 y 4 de la plataforma marítima al consorcio YPF-Petrobras, la finlandesa UPM adquirió finalmente los activos locales de Botnia y la inversión privada presentada ante el Estado hasta noviembre superó en más de 220.000.000 de dólares a la de 2008.

El 15, el BCU informó que la economía creció 2,5% en el tercer trimestre contra el segundo, 1,9% contra el tercero de 2008 y 1,7% en enero-setiembre, mientras que el Instituto Nacional de Carnes cerró su balance anual destacando que el sector cárnico representa el 25% de las exportaciones y que subió el consumo interno.

Al día siguiente, el equipo económico corrigió al alza su proyección de crecimiento para el año, de 1,2% a 2%, y para 2010, de 3,5% a 4%. El subsecretario Masoller dijo a la diaria que “la economía está en una franca senda de recuperación”, que “los indicadores de avance son favorables” y que, por lo tanto, “el crecimiento va a continuar”. La recaudación de la DGI en noviembre subió 3,8% en valores reales y las exportaciones en la primera quincena crecieron 40%, ambas en términos interanuales. El ministro García celebró que la economía uruguaya exhibió “muy buenos niveles” en “un año muy complicado” y el posterior anuncio del BCU, tres días antes de navidad, confirmó las aseveraciones de la conducción económica: reducción del rango-meta inflacionario a 18 meses, de 3%-7% a 4%-6%, manteniendo el eje en 5%; recorte de la tasa de interés, de 8% a 6,25%, apuntando a dinamizar el crédito y, por ende, la actividad, desestimulando también la afluencia de dólares al hacer más atractiva la opción por moneda nacional; y nueva disminución de los encajes que el BCU retiene a los bancos como garantía por sus operaciones, a 12% de los depósitos en moneda nacional y a 15% en divisas, buscando devolver más fondos a las instituciones financieras para su operativa diaria e incentivar adicionalmente la moneda nacional.

Con ese escenario, la gran urgencia financiera que el nuevo gobierno tendrá para 2010 y 2011 será solventar vencimientos de deuda por casi 5.000.000.000 de dólares.