La fábrica se ve a la distancia si uno va hacia el este por la ruta 8. Empalme Olmos, a pocos kilómetros de Pando, en el departamento de Canelones, es un pueblo con casas que delatan años que alguna vez vieron pasar el tren.

Lo primero que se disfruta al llegar a la planta, una inmensa superficie de galpones con techos de dolmenit que desde afuera lucen semiabandonados, es el silencio del entorno. Adentro es diferente: una suerte de laberinto caótico conformado por hileras interminables de mesas donde se procesa la loza, pilas de waters que harían las delicias de Duchamp, máquinas que hacen platos, enormes cubetas donde se almacenan los esmaltes, y un gigantesco horno abierto instalado en el centro del proceso que levanta 1.200 grados y puede quemar 140.000 piezas por mes, que los trabajadores lamentan nunca haber visto trabajar a pleno.

Estoy verde

La reunión prevista para el día de ayer entre el sindicato de trabajadores de Metzen y Sena, el PIT-CNT y el SUNCA, con la Dirección Nacional de Trabajo (Dinatra) no se formalizó. Los representantes de los trabajadores se reunieron con la Unidad de Recuperación de Empresas del Ministerio de Trabajo, en donde se acordó recabar datos para evaluar la situación. Todos están dispuestos a ver cuál es la salida mejor y más rápida, pero las conversaciones todavía “están verdes”.

El espacio está atravesado por un sinfín de tubos de ventilación y rieles que trasladan azulejos, del techo cuelgan ventiladores que no alcanzan a disminuir el calor de los galpones que en verano -dicen- se torna infernal, en todas partes se respira polvillo, olor a pintura, y por momentos el ruido es lo único que se puede escuchar.

Después de recorrer las instalaciones y gracias a las indicaciones de Marcelo Marchiori, integrante del sindicato de Metzen y Sena, el caos empieza a tener cierto orden: hay un sector de sanitaria, una zona donde se preparan los esmaltes, una de inspección, otra de esmaltación (en donde supo funcionar un robot que esmalta solo), clasificación, envasado y un depósito. También hay un área de administración y otra donde se trabaja la vajilla.

Para el personal que ayer estaba en la empresa realizando su faena, como todos los días, era un día como cualquier otro, sólo que sin la gerencia, los supervisores y el capataz de la empresa. Pero detrás de la aparente calma todos estaban ansiosos, preocupados y a la espera de buenas noticias. “Estamos con el nerviosismo de lo que va a pasar mañana, que todavía no lo tenemos claro”, dijo Marchiori. La cadena de producción no se paró, los trabajadores que tomaron la resolución de gestionar la empresa respetan los turnos, los descansos y los horarios. Tienen materia prima para diez días, de modo que esperan que la solución llegue antes. Hasta ese entonces van a cumplir con los pedidos, pero nada saldrá de la fábrica hasta que se designe y se haga presente el síndico propuesto por el gobierno. “Si apagamos los hornos va a ser muy difícil volver a prenderlos, porque necesitaríamos mucha plata y mantenimiento para ponerlos en condiciones”, agregó. Además, perder un mercado sería catastrófico.

El 80% de la plantilla de trabajadores de Metzen y Sena es de Empalme Olmos y alrededores, también hay quienes llegan de Montevideo, Soca, Barros Blancos, Pando y Salinas. En promedio producen unas 300 piezas sanitarias por día. Además de unos 10.000 metros cuadrados de loza, tiraje que en mejores condiciones puede ser mucho mayor. También manufacturan artefactos chicos como toalleros, perchas, jaboneras, etcétera.

Berta hace más de 30 años que trabaja en la empresa y se encarga de colar esos artefactos pequeños. “Yo tengo fe en que esto va a salir adelante. Si esto cierra, el pueblo se muere, porque es una cadena. Esperemos que se nos dé, porque si no fin de año va a ser muy feo”, dijo con poco ánimo, pero dispuesta a defender la fuente de trabajo.

Los pisos tienen charcos de agua, están rotos, hay cables tirados y motores sin protección. Hay rodillos que fácilmente se pueden llevar un dedo. En los pasillos de la fábrica hay carteles con indicaciones que dicen: “problemas con la carga, pide ayuda”, “si pierde la vista perderá mucho más, use los protectores”, y otras consignas por el estilo. Los trabajadores reconocen que falta educación en el uso de material de seguridad, pero dicen que la empresa tampoco se encargaba de proporcionarlo. El trabajo continuo y en mala posición, las cargas pesadas, el polvillo y las sustancias tóxicas que flotan en el ambiente han causado más de una jubilación anticipada y seguros por enfermedad.

Hace poco tuvieron que parar un sector por falta de mascarillas. “Estamos trabajando en condiciones riesgosas, no hay implementos de seguridad porque para Alejandro Barreto (el principal accionista) no había dinero para ocuparse de esos asuntos menores”, agregó Marchiori. La maquinaria está deteriorada y cuando se rompe “la atamos con alambre”, dijo.

Leonardo Rodríguez hace cinco años que trabaja retirando las piezas de los moldes. Saca unas 30 piezas diarias entre inodoros y lavatorios, entre otras. “Estamos con el miedo a perder la fuente de trabajo, pero hay que esperar a ver qué deciden los compañeros del sindicato”, dijo. Las alternativas se están conversando con el Ministerio de Trabajo, el de Industria y Energía, y el de Economía. Además de la posibilidad de conformar una cooperativa se maneja la posible participación de un grupo inversor. “El 99,9% de los trabajadores empujamos para el mismo lado: salvar la fuente laboral”, coinciden los entrevistados.

En 1998 la empresa sufrió un impacto grande y 400 trabajadores fueron enviados al seguro de paro cuando cerró el sector que hacía el famoso azulejo de 15cm x 15cm, que no se fabrica más. En aquel entonces, la directiva dijo que cerraba por un problema de mercado, porque la tendencia era hacer azulejos más grandes. “Cuando hay reconversión lo primero que se quiere cortar es la mano de obra”, dijo Marchiori. Metzen y Sena es la fábrica de loza sanitaria más grande del país.

Aproximadamente el 70% de su producción se destina al mercado local. Tiene mercados en Chile, Argentina, Europa, África y Sudamérica. ¿Cómo se funde una empresa de estas dimensiones? Los trabajadores aseguran que esto no es de ahora y comienzan a enumerar la cantidad de préstamos que la antigua directiva de la empresa recibió, pero no invirtió ni pagó. “Es plata de todos los uruguayos que fue despilfarrada por este tipo. La tranquilidad que tenemos los trabajadores es que este señor no está más. Tomamos esta decisión para asegurar que lo que está quede para nosotros o para el Estado. La planta sigue funcionando, creo que es una buena señal para el que la quiera ver”, concluyó Marchiori.