Como bien saben, el estilo de titulación de la diaria escapa a lo convencional para la prensa uruguaya. Como lo argumenta su campaña publicitaria, éste es un diario que no se hojea, se lee, y quien pretenda estar informado sólo leyendo los títulos estaría cometiendo un error. Los títulos de tapa, así como los de cada nota, buscan por lo general un giro creativo, original, una frase con gancho que lleve honestamente al lector a picar el anzuelo y leer lo que sigue. Evidentemente, tal política editorial conlleva riesgos inevitables.

José Luis Pittamiglio manifestó su queja por uno de esos títulos: “Hoy no hay liceo”. Formalmente el lector tiene razón. El hecho de que un gremio docente convoque a un paro no implica necesariamente que no habrá clases. El título preciso, menos interesante tal vez, debió haber sido: “Hoy hay paro docente en los liceos”. Pittamiglio argumentó que “cuando la Fenapes resuelve un paro, generalmente tiene buena adhesión en los liceos de Montevideo y parte de Canelones y muy poca adhesión en el resto del país. Digamos que un importante porcentaje de los liceos del Uruguay tuvieron clases con absoluta normalidad”. Según el lector, además, tal título invita a adherirse al paro.

Está claro que ésa no fue la intención de la redactora de la nota, Silvana Silveira, quien explicó que considera sobreentendido que el hecho de que un gremio decida una huelga no implica necesariamente la ausencia de clases. “Del mismo modo que cuando para el transporte se supone que no hay ómnibus, aunque siempre hay alguno en la vuelta”. Sin duda, escapa a la posibilidad de un vertiginoso cierre de cualquier diario averiguar cuáles liceos o cuáles profesores acatarán el paro y cuáles no.

Por su naturaleza, los títulos de la diaria convocan al lector a aportar su granito de arena. Son textos, por lo general cortos, que invitan a la interpretación del lector y a su perspicacia.

Una de las más recientes teorías de la comunicación y de los efectos supone que todo texto, todo mensaje difundido, es una especie de red, cuyos huecos llena cada receptor utilizando para ello su información previa, subjetividad y cultura. Todo mensaje emitido incluye un porcentaje de información que siempre se da por sobreentendida. Los títulos de la diaria apelan a ese lector cómplice e informado, que rellene todos esos huecos.

Canarios Gilder Rojas nos plantea su descontento por el cierre de la diaria canaria. Argumenta que más allá del anuncio del fin o el “hasta luego” de la publicación, se debió haber explicado los motivos, ya que para él ese periódico departamental fue un motivo importante al momento de decidir suscribirse.

Las autoridades de la diaria explicaron que, como se podía sospechar, la edición canaria dejó de salir por razones económicas, y que quienes estaban suscritos para recibir los martes esa publicación habían sido llamados para darles las explicaciones correspondientes. A vuelta de correo, Rojas señaló que a él nadie lo llamó y volvió a manifestar su “lástima” porque se dejara de publicar el suplemento.

Palabras y erratas Un lector señala algunos errores cometidos en la edición del 23 de julio. En primer lugar cuestiona la afirmación de que “un objeto del tamaño de la Tierra impactó con Júpiter”. El objeto, supuestamente un cometa, tenía en realidad unos cientos de metros de diámetro.

Lo que tendría el tamaño de la Tierra es el cráter o la marca del impacto registrado por los telescopios. El mismo lector agrega que este tipo de fenómenos se llama “astronómico”, no “astrológico”, como se escribió equivocadamente.

Otro lector, Jorge Roland, corrige la sintaxis de una frase del 25 de mayo: “Niños y adolescentes privados de libertad, como así también normas...” Debió decir “así como también...”.

Sergio Villaverde también señala los que considera son errores lingüísticos, como el incorrecto uso de la palabra “arriar” en lugar de “izar” una bandera, o la utilización de la palabra “progresionalmente”, en referencia al cálculo de las contribuciones inmobiliarias. El lector está en lo correcto en cuanto a que la palabra “progresional” no figura en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Sin embargo, Cecilia Álvarez, autora de la nota, explica que las tasas en cuestión son llamadas precisamente “progresionales”, al igual que las del IRPF, y que se aplican de manera distinta a las que se llaman “progresivas” (palabra que sí registra la RAE). Se trata de un término técnico utilizado desde hace tiempo. Teniendo esto en cuenta, sería aceptable periodísticamente utilizar “tasa progresional”, aunque evitable su derivación “progresionalmente”.