El 12 de agosto, la diaria publicó en la página 13 un breve artículo titulado “Volver”, en el que informaba sobre la construcción de un complejo habitacional en el mismo lugar donde estuvo el “conventillo Ansina”, en el barrio Reus al Sur. La nota, basada en declaraciones del director de Acondicionamiento Urbano de la Intendencia, afirmaba en su subtítulo: “Recuperarán el antiguo conventillo Ansina”. Y en su copete (párrafo inicial) indicaba: “El intendente municipal de Montevideo, Ricardo Ehrlich, y el ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Carlos Colacce, firmaron un convenio para la revitalización del barrio Ansina, Reus Sur”.

A continuación, el artículo afirmaba: “En la calle San Salvador, entre Ansina y Lorenzo Carnelli, se construirá un conjunto habitacional para una quincena de familias que fueron desplazadas del barrio durante la dictadura, cuando se demolió el conventillo”.

Sin embargo, como lo hace notar un lector, esto es sólo parcialmente cierto. Es un hecho que se está construyendo un conjunto habitacional que solucionará el problema del techo de muchas personas, entre ellas algunas que vivían en ese mismo lugar en la antigua construcción. Pero no es correcto que ese conventillo, uno de los últimos bastiones de la cultura negra en Uruguay, haya sido totalmente demolido por la dictadura. En realidad, la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM), con la autorización de las autoridades actuales, tiró abajo lo que quedaba de esa histórica construcción en 2008, luego de que la Comisión de Patrimonio declarara que ya no era necesario protegerla.

Esto mismo es lo que plantea el lector, vecino de esa zona, quien criticó el encare de la información por considerar que ignoró ese dato fundamental: “Qué lástima. Lástima que hasta hace pocos meses aún quedaba una cuadra entera (la de Lorenzo Carnelli entre Isla de Flores y San Salvador) del Reus al Sur en pie, y con gente viviendo adentro. Lástima que FUCVAM la tiró abajo para hacer viviendas, previo echar a la última familia que vivía ahí.

Lástima que ese conjunto fuera patrimonio histórico nacional, y que por no sé qué motivos se lo desafectara”. Este lector critica también a la diaria por haber ignorado la noticia “cuando las últimas familias negras del Reus seguían peleando por que no los echaran y no tiraran abajo su emblemático edificio”. “Lástima que la diaria decidió que no era importante cubrir aquello -ni luego el desalojo, ni la posterior demolición-. Lástima que ahora la diaria saca un artículo diciendo que al conventillo Alsina ‘lo demolió la dictadura’”, comenta.

Efectivamente, hasta mediados del año pasado el edificio seguía en pie, mientras la obra del complejo habitacional avanzaba.

En aquel momento, la Comisión de Patrimonio decidió mantener una esquina (en San Salvador y Ansina) como recuerdo de lo que fue ese lugar, mientras que parte de la comunidad negra y Mundo Afro intentaban sin suerte defender el lugar. Incluso legisladores como el diputado frenteamplista Edgardo Ortuño y ediles como el blanco Fernando Benzano prometían en febrero de 2008 defender lo que quedaba del conventillo y evitar su derrumbe.

La autora de la nota en cuestión argumentó que ésta se basó en declaraciones entrecomilladas y que la noticia de la demolición previa del conventillo no se dio por razones de espacio y de tiempo. “Sociedad tiene una sola página cuatro días por semana (tres y media los martes) y no siempre hay espacio para todas las noticias que llegan a la redacción”, señaló.

Este defensor de los lectores cree que no es cuestionable que la noticia de la demolición haya quedado sin cobertura. Eso es entendible, y un diario debe seleccionar constantemente a qué acontecimientos les da un lugar. Sin embargo, sí es criticable que en la nota publicada el 12 de agosto no haya aparecido ese dato de contexto.

Podría decirse, en palabras de Juan Carlos Onetti, que la información, tal cual fue publicada, “dice la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos”. Al registrar sólo lo divulgado por el funcionario municipal se omitió que el nuevo complejo de viviendas -con todos los méritos arquitectónicos y de solución habitacional que pueda implicar- estuvo rodeado de una fuerte y muy reciente polémica. Que en lo que quedaba del conventillo funcionaba una “fábrica” artesanal de tambores, que a su alrededor se realizaron llamadas de “despedida”, y que la comunidad negra realizó varios pedidos de que se conservara el lugar, incluso con acusaciones de racismo.

la diaria pretende, desde las raíces de su “compromiso” inicial, hacer algo más que “periodismo de declaraciones”. Ahondar, poner en perspectiva la noticia cuando es necesario. Y en este caso lo era.