Había que estar a las 11.00 en Puntas de Maciel, sobre el mojón 152 de la ruta 5, a seis kilómetros del establecimiento de Francisco Crosa, en el que se registró el conflicto con González y su familia. La reunión se organizó en una de las casas más apartadas, a metros de la vía de tren de AFE y frente a la escuela rural. Hacía frío, la lluvia amenazaba y el movimiento en la calle principal era escaso. En el pueblo viven unas 280 personas, y los pocos que estaban afuera miraban con curiosidad a los que se acercaban a la asamblea.

En la mañana, María Flores, la esposa de Ebelio, había recibido mensajes de texto: “Mil disculpas pero cayó mucha agua y en la moto no puedo salir”; “Queda lejos y perdí el ómnibus”; “Estoy jodido, creo que son los años”. Ella asegura que los interesados en afiliarse al sindicato son más de treinta, provenientes de diferentes puntos de la cuenca lechera. “Muchos tienen miedo y es lógico, porque arriesgan su trabajo. A un compañero de un tambo allá en la entrada le dijeron temprano que si venía para acá de tarde no se presentara a trabajar”, graficó.

Luego cortó el diálogo porque la reunión tenía que empezar. En total había unas veinte personas. Además de los doce fundadores del sindicato, participaron representantes de la Unión Nacional de Trabajadores Rurales y Afines (Unatra) y del Plenario de Florida. Un vecino de Puntas de Maciel y su mujer se acercaron para dar su apoyo; él tenía puesto un gorro con los colores y el logo del Frente Amplio, ése que parece un faro.

Cerca del mediodía, todos entramos a una de las tres piezas de la vivienda y se armó una ronda, en sillas de plástico y sobre un piso de madera. A pesar de la hora fue necesario prender la luz porque no se veía mucho. Afuera cortaban leña para el fuego y procuraban una parrilla para los chorizos. Curiosamente, el encuentro comenzó con lo que uno imaginaba que llegaría al final. Uno de los convocantes leyó lo que tenía redactado en un cuaderno: “Reunidos en la fecha en la localidad de Puntas de Maciel, departamento de Florida, los abajo firmantes decidimos la creación del Sindicato de Trabajadores Rurales de Florida, afiliado a Unatra y al PIT-CNT, y nombramos a tres delegados provisorios”. Se lamentó porque nadie llevó una máquina de escribir y sugirió hacer copias del manuscrito para llevar a Florida y Montevideo. Uno de sus compañeros le recordó que en el pueblo no había fotocopiadora y otro planteó que sería mejor generar una discusión antes de estampar las rúbricas. Todos estuvieron de acuerdo con lo último. Una empleada doméstica aprovechó para aclarar que había ido “sólo a escuchar” y que no pretendía firmar nada, y algo parecido expresó otro empleado de tambo, quien no ocultó temores sobre la conveniencia de formar un sindicato.

Achique, patrón

En un mes y medio se conocerá el dictamen del Tribunal de Apelaciones por el reintegro de González, pero el fallo en primera instancia ya provocó malestar en los empresarios. En el programa Revista agropecuaria, de CW33, La Nueva Radio de Florida, Francisco Crosa (padre) dijo que “va ser muy difícil vivir” con el trabajador restablecido, y alertó que eso “va a complicar la tarea en el campo”. En ese mismo periodístico, el representante de la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL), José Noel Alpuín, evaluó que el dictamen judicial genera “un antecedente malísimo” y “un golpe muy grande” para los tamberos, mientras que el presidente de la Sociedad de Productores de Leche de Florida, Héctor Javiel, habló de una “bomba de tiempo”, porque hasta una “peleíta de dos niños puede generar un problema imprevisible” en el tambo, luego del reintegro de un trabajador despedido y su familia.

Dramas de aplicación

El debate se había instalado y el abogado de Unatra, Antonio Rammauro, comenzó con una comparación: “Hace cuatro meses en Salto se armó un sindicato del arándano, más o menos con este número de gente. Arrancaron catorce. Enseguida el patrón despidió al presidente del gremio, pero después la justicia pidió que lo reintegraran, como pasó con Ebelio. Pasó de 14 a 70 afiliados. Al final la apelación la ganó el empresario, pero no lo quiso echar porque el sindicato era fuerte y el trabajador nunca entró en provocaciones”. El peón con dudas salió al cruce: “A eso iba. Por estar en un sindicato uno no tiene que creerse con derecho a generar problemas, como provocar al patrón”. Otros participantes se sumaron a la polémica. “El sindicato no es para tener coronita, sino para hacer valer derechos, que terminan donde empiezan los del patrón”, le replicaron. El discrepante retomó su argumento y se refirió puntualmente a la aplicación de la ley de ocho horas, que en definitiva generó todas estas movidas.

-A veces uno se pone de acuerdo y le terminan pagando de otra forma. Uno tiene que reconocer que existe el lado bueno del patrón. Aunque no sea siempre bueno. Ya se sabe que uno no puede agachar la cabeza y trabajar de sol a sol, doce o catorce horas, como era antiguamente.

-El único lado bueno del patrón es cuando genera plata. El día que no haga más se va a olvidar de usted.

-En mi caso trabajo algunas horas de más, pero gano encima de los 6.000 pesos que dice la ley. Cobro 10.000 pesos, y me dan la carne y la leche. Yo no quiero defender al patrón, ni le tengo miedo, pero quiero que entiendan lo que está pasando. Capaz que le reclamo las ocho horas porque son legales y él me dice que me paga lo mínimo porque lo dice la ley.

-Pero no podemos dejarnos pasar por arriba por unos gramos más de cosas. Porque esa carne y esa leche no es gratificación. Él la saca de acá [se señala la espalda]. Escuche lo que dice el doctor [por Rammauro], al tipo de Salto lo tomaron de nuevo porque sería un buen trabajador. Aparte, ¿vos sabés por cuánto te tienen en caja?

-Me tiene por el mínimo, y el resto por afuera.

En ese punto el abogado de Unatra explicó que en esa situación estaba González cuando fue despedido, y que el seguro de paro que le correspondía era por 6.000 pesos de aporte al BPS, cuando en realidad cobra 12.000. “Antes que surtido es preferible aportar y poder jubilarse por lo que corresponde. Tal vez mañana le toca ir al seguro y ve que no le hicieron tantos favores”, sostuvo. Una muchacha comentó que el patrón de su marido regularizó la situación frente al BPS luego del caso en el tambo de Crosa. “Ellos se llevan bárbaro, acá no se trata de pelearse con nadie. Al revés, hay que actuar como las personas educadas que somos para que no salgan a decir que ahí andan los sindicalistas haciendo la revolución”, sugirió.

Rammauro admitió que no será sencillo modificar pautas culturales “que han estado presentes durante 150 años”, pero destacó el valor de tomar conocimiento de cuáles son los derechos laborales vigentes. “Lo importante es que los patrones sepan que los trabajadores saben cuáles son sus derechos, porque entonces es más factible que exista respeto”.

La asamblea estaba finalizando y el cuaderno comenzó a circular. Firma, aclaración y cédula. Lo hicieron siete hombres y cinco mujeres, pero uno no recordaba su número de cédula. Los dos trabajadores que manifestaron reparos no firmaron, pero se comprometieron a participar en las siguientes reuniones. A otros les avisaron por mensajes de texto que pasaran a firmar cuando pudieran.