La crisis global presentó una caída industrial mundial al menos igual que la registrada en la Gran Depresión de los años 30, al tiempo que los signos de recuperación también son más rápidamente apreciables, aunque en Estados Unidos la caída industrial habría sido menor a la mitad de la verificada en aquel proceso, y el declive de los mercados de valores fue mucho más rápido en esta oportunidad, así como el colapso de 2008-2009 fue mucho más sincronizado.
Dado que aún no son claras las señales de recuperación de la demanda, la acumulación de stocks arriesga próximos recortes en los niveles de producción, con la consecuente recesión que se producirá de no consolidarse aquélla.
La reducción del volumen comercial mundial fue dramáticamente más acentuada en esta crisis que en aquélla, habiendo quedado comprendido el período crítico entre agosto de 2008 y febrero de 2009: en enero-marzo de 2009 el comercio mundial cayó 36% respecto de julio-setiembre de 2008, pero desde marzo y hasta setiembre la recuperación fue del 16%, quedando julio-setiembre un 25% menos que un año antes y un 11% menos que dos años atrás. Cabe señalar que esta diferencia evidencia la excepcionalidad del año 2008 para el comercio y la economía mundiales. En 2007, el 73% de las importaciones mundiales corrió por cuenta de Unión Europea, Estados Unidos, China, Japón, Canadá, Hong Kong, Corea y México.
Al analizar los factores de directa incidencia en la caída comercial, se observa que “inicialmente la caída en el valor comerciado (-16,5%) obedeció mayoritariamente a una disminución en los valores unitarios (-13,6%)”, pero desde noviembre de 2008 “se produce una aceleración en la caída de las cantidades intercambiadas (-16,4%), que se suma a la continuidad de la caída de los valores unitarios (-14,8%)”. Entre ambos subperíodos, “la incidencia de los precios en la caída global (-22,8%) es algo superior a la de las cantidades (-18,1%)”. Los commodities energéticos y demás materias primas fueron los productos más afectados por ese proceso.
Contagio global
La caída del banco de inversiones Lehman Brothers, a mediados de setiembre de 2008, generalizó tanto entre consumidores como entre empresarios una actitud precautoria de “esperar y ver” qué ocurriría, que pospusieron decisiones de compras que no fueran valoradas como imprescindibles, proceso que provocó un shock bajista de la demanda a escala global.
Pero además, la fragmentación física de los procesos productivos entre países, que caracteriza a las actuales organización económica y división mundial del trabajo, explicó en gran medida la magnitud del colapso comercial, actuando en los hechos coordinadamente con la quiebra de aquella emblemática compañía financiera. Esa fragmentación, potenciada desde los años 90 por el desarrollo tecnológico y la liberalización económica, que conforma las llamadas “cadenas internacionales de producción”, profundizó la relevancia de las importaciones frente al PIB y tornó más sensible al comercio ante las variaciones del ingreso. Mientras que en la década de los 60 un cambio de 1% en el PIB implicaba otro de 1,9% en el comercio, en la década que terminó equivale a 3,7%. Una desaceleración de 5 puntos en el crecimiento del Producto mundial representa una caída real del comercio de entre 12% y 20%.
En esta crisis retrocedió más la demanda de bienes que de servicios, y más los bienes de consumo durables y de capital que el resto, afectando a fuertes exportadores de éstos, como Alemania y Japón. En el consumo de servicios sólo descendió el de turismo, considerado “postergable”.
El proteccionismo como respuesta no fue excesivo ni mucho menos cercano al rol que adquirió en la década del 30, si bien operó parcialmente por la vía de los paquetes de asistencia fiscal aplicados por los gobiernos para mitigar los efectos de la retracción de la demanda. Si bien se estima que entre el 80% y el 90% del flujo comercial global depende de financiamiento crediticio de distinto tipo para realizarse, el desplome de los volúmenes comerciados cuadruplicó la velocidad de contracción del crédito destinado al intercambio exterior de bienes.
En cuestión
En los primeros meses de 2009 se evidenciaron señales de recuperación, consolidadas desde mayo para los precios y desde junio para los volúmenes, si bien persisten sistemas financieros no saneados, altas tasas de desempleo y agudas asimetrías comerciales. Hasta julio de 2008 las ventas externas de la Aladi crecían al ritmo del dinamismo mundial y los precios en alza, desde agosto cayeron los precios y desde noviembre los volúmenes. Mientras que en julio de 2008 la región vendió por 85.000.000.000 de dólares, en enero de 2009 lo hizo por 41.500.000.000. Iniciada la gradual recuperación, el ingreso promedio para marzo-mayo rondó los 50.000.000.000 de dólares mensuales y para el cuatrimestre junio-setiembre los 55.000.000.000.
Hasta setiembre pasado, la recuperación de las materias primas agrícolas llevó su valor a un 12% menos que en su máximo anterior, en febrero de 2008; en el caso del petróleo, se encontraba en -46% respecto de su pico previo; alimentos y bebidas en -16%; minerales y metales en -38% con relación al período precrisis.Como resumen de las exportaciones Aladi durante enero-setiembre, su valor marcó -31% contra igual lapso de 2008, -11% contra 2007 y -2,4% que en 2006.
Las importaciones de la región Aladi, en tanto, alcanzaron su máximo nivel en julio de 2008, con compras por 72.600.000.000 de dólares, valor estable hasta octubre, acumulando luego una caída de 45% desde noviembre y hasta febrero de 2009. Acompañó ese proceso una caída del crecimiento del PIB, de 5% a 1,2% en el cuarto trimestre de 2008 y a -2,5% en el primer trimestre de 2009.
Entre marzo y mayo las compras habían caído a 43.000.000.000 de dólares mensuales y comenzaron a recuperarse desde junio, en línea con la evolución del PIB en varios países de la zona, trepando a 53.000.000.000 en setiembre, 34% más arriba que el mínimo de febrero pero -27% que el pico de julio. Las compras de los nueve meses fueron -29% que en enero-setiembre de 2008 y -8% que en el mismo período de 2007.
Cada barrio
En la comparación interanual 2008-2009 del trimestre julio-setiembre, las exportaciones de Uruguay cayeron 15%; las de Colombia, -18%; las de Perú, -19,5%; las de México, -25,9%; las de Brasil, -30,5%; las de Argentina, -35,1%; las de Paraguay, -37,5%; y las de Venezuela, -49%. Uruguay fue el país de mejor desempeño regional en la materia, en tanto que Brasil, México y Venezuela explicaron casi el 75% del retroceso de las exportaciones regionales.
En cuanto al comercio intrarregional medido a través de las importaciones, siguió la pauta global aunque el dinamismo se extendió hasta octubre de 2008, cuando marcó el máximo histórico de 13.700.000.000 de dólares, para derrumbarse en noviembre (-22,7%) y llegar al mínimo de febrero (2009): 7.000.000.000 de dólares.
La recuperación, iniciada paulatinamente en marzo, permitió que en setiembre las compras externas intrarregionales fueran +38% que en febrero pero aún -30% que en octubre de 2008; entre julio y setiembre fueron -31,3% que en el mismo lapso de 2008. Venezuela mantuvo sus compras intrarregionales casi hasta el final de 2008, siendo el país que menos las redujo (-14,6%), y México fue el que lo hizo más (-42,9%); las de Brasil se contrajeron en 24,9%; las de Argentina, -39,3%; y las de Chile, -40,3%. Para las exportaciones intrarregionales y en la misma comparación temporal, las de Ecuador cayeron 16,4% y las de Paraguay -44,5%, que representaron los extremos; las de Argentina, -26,5%; las de México, -32%; las de Chile, -32,7%; y las de Brasil, -38,7%, que implicaron el -40% de la reducción total regional.