La historia política y económica de Haití encadena una sucesión de períodos en que la inestabilidad política y la falta de oportunidades para su gente aparecen como una constante. Tras el arribo de Cristóbal Colón en 1492 y la posterior anexión de la isla La Española a los dominios de la corona de España, la influencia sobre la parte oriental de la isla, área que hoy corresponde a la República de Haití, fue reiterado motivo de disputas entre españoles y franceses.
Color humano
De acuerdo a su PIB nominal Haití ocupa el lugar 133 en el ranking de economías del mundo. Ajustado por paridad de poder adquisitivo (PPA) su PIB desciende al lugar 137, en tanto que su PIB nominal per cápita es de 791 dólares, lo que ubica al país en el escalafón de las 30 naciones con menores ingresos nominales per cápita en dólares corrientes. Según el informe de desarrollo humano publicado en 2009 por el PNUD, el índice de desarrollo humano de Haití (IDH) lo sitúa en el lugar 149. Si bien su IDH está comprendido en el grupo de países con desarrollo humano medio, su número índice se encuentra más cercano al de los países con bajo IDH. El desarrollo humano mide otras dimensiones además de la económica, incorporando indicadores vinculados a la educación y a la salud.
En el siglo XVI, una pujante e incipiente burguesía criolla dedicada al comercio informal comenzó a ser mal vista desde la metrópoli, debido a su interferencia en los intereses comerciales de España. La situación dio pie a la configuración de una tensa relación entre criollos y conquistadores, quienes llegaron al extremo de tomar medidas para despoblar por la fuerza buena parte del territorio. Por esa vía, la corona buscaba retomar el control político y económico de la zona.
La iniciativa tuvo como efecto no deseado una paulatina reocupación de los territorios que habían sido despoblados. Los nuevos asentamientos se conformaron mayoritariamente con pobladores de origen francés, dedicados principalmente a la caza de reses y cerdos, al comercio de pieles y al cultivo de tabaco. El origen de los nuevos habitantes sirvió como excusa para que Francia reclamase formalmente ante España la anexión a su imperio de esa parte de la isla. Finalmente, Haití se convirtió en colonia francesa tras ser cedida por España en 1697 mediante el tratado de Ryswick. El dominio francés se extendió por más de 100 años, incorporando a la inmensa mayoría de los nativos al régimen esclavista inicialmente establecido por los españoles. Haití llegó a ser la principal colonia francesa en el siglo XVIII: se calcula que en 1780 exportaba el 60% del café y el 40% del azúcar que se consumía en Europa.
El país emergió como Estado soberano en 1804, siendo la segunda nación en América que declaró su independencia después de Estados Unidos y la primera república negra del mundo. El siglo XIX estuvo pautado por un hecho económico devastador para la economía haitiana; según el economista Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia, el impacto económico que sufrió Haití se debió a que “Europa aprendió a producir azúcar de un cultivo de zonas temperadas, la remolacha, en lugar de utilizar la caña de azúcar tropical. Los precios mundiales del azúcar se desplomaron y Haití cayó en un desorden aun mayor.
Comida y democracia
En un discurso efectuado en setiembre de 2007 ante representantes del PNUD, el presidente brasileño, Lula da Silva, se refería al drama haitiano en los siguientes términos: “En todo el mundo se sabe que Haití es uno de los países más pobres del mundo; todo el mundo sabe que Haití prácticamente no tiene más árboles, porque las personas se han visto obligadas a talarlos para quemarlos y poder cocinar. Mientras tanto, los países denominados donantes continúan diciendo desde hace más de un año que destinarán mil millones para ayudar a Haití, pero casi siempre ese dinero demora demasiado en llegar. He manifestado a las Naciones Unidas y también a mis colegas presidentes que es imposible sostener la democracia en Haití si el pueblo haitiano no puede desayunar, almorzar y cenar todos los días y si no tiene perspectivas de trabajo”.
La pobreza extrema produjo analfabetismo y capacidades de gobierno miserables, lo que a su vez empeoró el hambre, la enfermedad y la inestabilidad”. Ya en el siglo XX, la influencia de Estados Unidos comenzó a hacerse sentir en sus asuntos internos. Entre 1915 y 1934 el país permaneció ocupado militarmente por tropas estadounidenses. Luego de la ocupación militar, la injerencia de Washington se haría permanente en la vida política del pequeño Estado. A partir de 1957 Haití atravesó un largo período durante el cual se sucedieron los sangrientos gobiernos dictatoriales de François Duvalier y de su hijo Jean-Claude, conocidos por los haitianos como Papa Doc y Baby Doc, respectivamente; este último fue derrocado en 1986. Los hechos posteriores abarcaron todo tipo de situaciones propias de un proceso político sumamente inestable, y la lista va desde gobiernos electos popularmente pero derrocados por militares, pasando por juntas militares de gobierno, hasta presidentes anteriormente derrocados que vuelven al poder.
Buscando a la economía
Los permanentes enfrentamientos por el poder político más la ola de desastres naturales que ha venido sufriendo Haití hicieron difícil el surgimiento de una economía capaz de generar puestos de trabajo y alimentación suficiente a sus ciudadanos. El país tiene una fuerte dependencia de la agricultura y sus principales exportaciones están vinculadas al sector. Entre estas últimas se destacan las ventas de café, azúcar, aceites y mango. Pese a que el suelo es la principal fuente de ingresos de sus habitantes, el país enfrenta serios problemas con la productividad de su tierra, lo que se debe al uso de prácticas agrícolas poco eficientes y a un incesante proceso de deforestación. La tala indiscriminada de árboles y bosques está estrechamente vinculada a las crecientes necesidades alimenticias y energéticas de un país cuyo ritmo de crecimiento demográfico se situaba en un 2% anual en 2004. El fuerte incremento de su población hace necesarias nuevas superficies aptas para sembrar cultivos alimenticios. Otro factor que apuntala la deforestación es la falta de infraestructura energética: 70% de la energía, tanto la de uso familiar como industrial, proviene de la madera y del carbón, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Según recoge el portal en español de la BBC, el Banco Mundial (BM) estima que el reciente terremoto le costará a la economía haitiana en 2010 una caída superior al 15% del Producto Interno Bruto (PIB).
“Prevemos que el costo económico será mayor que el 15% del PIB experimentado en el 2008”, dijo Yvonne Tsikata, directora de las operaciones del BM en el Caribe. Durante ese año, Haití fue sacudido por cuatro huracanes consecutivos. Actualmente, el 70% de su población vive con menos de dos dólares diarios, y 56% lo hace con menos de un dólar al día. El impacto del desastre reciente podría hacer empeorar estos ya paupérrimos indicadores. La comunidad internacional parece reaccionar ante ese drama humano; sin embargo, el desastre que vive el país es muy anterior al terremoto del 12 de enero y a los que le siguieron hasta el martes. Mientras algunos líderes internacionales parecían tenerlo claro (ver recuadro) otros observan, entre sorprendidos y consternados, el nuevo golpe mortal que la naturaleza propina a un pueblo que ya tenía suficientes motivos para desvelarse.