Luis Polakof, director de Desarrollo Económico de la IMM, explicó a la diaria que el emprendimiento será llevado adelante por la empresa portuguesa Pestana, asociada a la española Neela Investments. “Se trata de un emprendimiento privado. El grupo Pestana fue uno de los que se presentaron a la licitación del Hotel Casino Carrasco y a pesar de perderla buscó una alternativa para invertir en Uruguay en otro proyecto hotelero”.

Pestana, una de las cadenas hoteleras más grandes de Portugal, con hoteles en Europa, África, América y Brasil, invertirá 20 millones de dólares en la restauración de la antigua sede del Jockey Club (ubicado en 18 de Julio y Andes). “Hemos visto el proyecto y mantiene las características básicas a la vez que añade pautas de modernidad. Creemos que esta iniciativa encuadra dentro de otros proyectos hoteleros que en los últimos tiempos han recibido las inquietudes de la IMM, porque el porcentaje de ocupación de Montevideo es muy importante, de ahí el interés de las empresas internacionales en participar”, agregó Polakof.

El representante de la IMM recordó que el Jockey Club estuvo cerrado durante años, fue a remate y lo compraron inversores uruguayos que posteriormente lo vendieron al grupo español Neela Investments. Luego Pestana se asoció a los inversores españoles.

“Actualmente el subsecretario de Turismo, Gonzalo Carámbula, se encuentra en Lisboa participando en un salón turístico donde se va a anunciar en Europa este proyecto”, agregó Polakof dejando claro que la iniciativa cuenta con el beneplácito porque coincide con otros emprendimientos en torno al Centro de Montevideo, como la recuperación del SODRE, la Torre Ejecutiva, el Palacio Salvo (cuyas marquesinas serán recuperadas), que han promovido que el centro de la capital sea un paseo disfrutable no sólo para los vecinos y los uruguayos en general, sino para los turistas.

Pura sangre

Por su parte, el arquitecto Salvador Schelotto, director de Planificación de la IMM y ex decano de la Facultad de Arquitectura de la Udelar, explicó a la diaria que se trata de un edificio de la década de 1930 con distintas influencias. “La influencia art decó se observa sobre todo en el interior. Fue obra de Joseph Paul Adrien Carre, un arquitecto muy influyente de origen francés que fue contratado -a través de un aviso que se publicó en la prensa en París- por el gobierno uruguayo para enseñar en la Facultad de Arquitectura y llegó al país a comienzos del 900”.

Tal como se explicita en una página de Presidencia, en 1907 el rector de la Universidad, Eduardo Acevedo, notó la falta de miradas y opiniones en el ámbito universitario, lo que tradujo en la necesidad de contar con un profesor extranjero que permitiera obtener puntos de vista y orientaciones que pudieran influir en la enseñanza de la arquitectura. Así fue que Carre llegó a Uruguay.

En términos arquitectónicos, Schelotto explicó que la fachada del edificio aparenta tener cuatro o cinco plantas, cuando en realidad son falsas plantas, cada una tiene entre dos y tres niveles, o más, porque en total el edificio tiene 14 pisos. “Son niveles interiores que no se extrovierten a la fachada. Tiene salones muy importantes que se destinaban a actividades sociales y fiestas. La propuesta que hemos considerado en principio estaría conservando esos valores, pero todavía es preliminar, estamos trabajando con la empresa Pestana, viendo las características de la intervención que quieren hacer. Hay un primer informe de la Comisión de Patrimonio que resultó favorable a la obra. Hay que tener en cuenta que el edificio es Monumento Histórico Nacional, la máxima figura de protección patrimonial”, dijo el director de Planificación.

En su opinión, todo es modificable siempre y cuando se sigan al pie de la letra unos criterios muy específicos y determinados al respecto. “Siempre es posible mejorar las condiciones originales de un edificio y eventualmente recuperarlas porque en algunos casos se han perdido. También es posible incorporar elementos contemporáneos. Sobre esa base se trabaja en todo el patrimonio, incluso en las antiguas pirámides. No hay nada que no se pueda tocar, pero con criterio”, agregó el ex decano.

En ese sentido señaló que el edificio está bien cuidado en parte por una competencia nacional del MEC (a través de la Comisión de Patrimonio) y otra departamental que corre por cuenta de la IMM que debe aprobar los permisos de construcción, entre otras cosas.

“Se presentó una propuesta preliminar que fue evaluada como positiva pero estamos a la espera de la presentación de los documentos técnicos. Hay un esbozo del proyecto arquitectónico con algunos elementos que permiten hacerse una idea, pero no es el tipo de recaudo que debe ser presentado para obtener un permiso. Hay un equipo de arquitectos brasileños y portugueses con representantes técnicos en Uruguay, a quienes hemos pedido más precisión en algunas cosas”, agregó.

Con relación al proyecto, Schelotto mencionó que en principio se conserva sin mayores intervenciones el bloque que da a la avenida 18 de Julio. Las habitaciones, cien en total, irían al fondo, donde actualmente se encuentran distintos salones. El club, que es típicamente inglés a pesar de tener una arquitectura muy afrancesada, albergó un gimnasio de esgrima, vestuarios, un frontón, biblioteca, sala de juegos, peluquería, además de espectaculares salones decorados con el estilo art decó. Los más importantes tienen más altura, dan al frente y están decorados con bajorrelieves, vitrales, maderas y mármoles que marcan diferencias sustanciales con la resolución externa del edificio.

Opina Schelotto: “El Jockey Club fue un edificio importantísimo hasta que entró en decadencia y tuvo una época de deterioro. Es importante para la ciudad que se recupere y se le dé uso”.

Todavía existen sus magníficas luminarias en forma de estrellas, que algunos recuerdan; no queda nada de la colección de arte que fue rematada por el Jockey Club, ni del amoblamiento que no se sabe adónde fue a parar ya que el proceso de crisis del club tiene varias décadas.