Ayer, sobre las 14.00, decenas de personas aguardaban en el centro cultural el comienzo del taller de formación convocado en el marco del proyecto “Diseño y ejecución de dispositivos de inclusión social de base comunitaria en el abordaje del consumo problemático de drogas”. De las paredes de la sala donde realizaron la presentación y la posterior instancia de taller y debate colgaban largos papelógrafos; en dos de ellos los participantes expresaban sus expectativas sobre el taller, que se extenderá hasta el viernes 29.

“Generar alianzas para pensar y trabajar”; “Intercambio y generar vínculos, experiencias y conocimiento, generando y fortaleciendo verdaderas redes sociales e institucionales”; “Procurar objetivos claros hacia donde queremos ir con los programas teniendo en cuenta ‘la comunicación’”; “Aprender, aplicar”; “Qué hacer con un usuario que ha dejado de consumir por más de seis meses”; “Inclusión laboral para los y las jóvenes del interior del país”; “Herramientas concretas para el abordaje del tema desde o con la perspectiva hacia una verdadera inclusión social” eran algunos de los mensajes escritos por los participantes sobre las expectativas de la actividad.

La primera dinámica propuesta para las aproximadamente 100 personas inscriptas en el taller del formación implicó la construcción de vínculos y la promoción del encuentro de los participantes provenientes de distintas organizaciones, instituciones y barrios. Un aspecto a destacar es que el desarrollo y la organización de las distintas actividades estarán coordinados por colaboradores de las facultades de Medicina y de Psicología de la Universidad de la República, puesto que, tal como señaló Milton Romani, secretario de la JND, “siendo [el consumo de drogas] un problema de salud, no es únicamente un problema de salud, es un problema de desazón, de desperanza, de desarticulación social, de desintegración social”.

De abajo hacia arriba

El encuentro contará con la participación de especialistas internacionales que se encuentran abocados a trabajar la temática en sus países de origen y que colaboran en Uruguay desde el inicio del programa, en marzo de 2009.

La colombiana Susana Fergusson, del Ministerio de Protección Social de aquel país, explicó en conversación con la diaria cuál es el modelo que se está construyendo en Uruguay y en otros países de la región, donde la problemática del consumo se ha incrementado en los últimos años. “El modelo impulsado plantea la necesidad de construir prácticas y políticas de abajo para arriba, de construir participación desde la gente, con las comunidades involucradas”, expresó.

Según la especialista, la participación es uno de los beneficios que trae el sistema, aspecto que hoy genera más problemas: “La gente no participa, asiste pero no participa; la gente es parte del problema pero también es parte de la solución”.

Otro punto que destacó Fergusson es la posibilidad de dar continuidad al trabajo y las acciones más allá del funcionario de turno: cuando se logra que las comunidades participen es indiferente quién esté al frente, puesto que los procesos, de alguna manera, siguen solos.

Eduardo Gómez, entrenador y docente de la Dirección Nacional de Deporte, aporta su granito de arena desde la Plaza de Deporte número 6, ubicada en La Teja, promoviendo la participación. Contó a la diaria que el deporte da importantes resultados aunque no en todas las situaciones; para quienes están solos y no cuentan con el respaldo familiar la actividad física generalmente no es una salida ni representa alejamiento del consumo.

Gómez dijo que en los últimos tiempos ha trabajado con personas que viven en la calle, y ha obtenido muy buenos resultados. “Generé vínculos con muchos. Salí de la plaza y empecé a caminar [...] Lo primero que hay que hacer es arrimarse, romper el tabú de que la persona te va a robar y lastimar; una vez que te acercás, le preguntás qué precisa, cómo está; al hacer eso me empecé a vincular con ellos”, describió el referente de la comunidad. A partir de eso solicitó ayuda a comercios solidarios de la zona para conseguir alimentos, y generó una interacción cotidiana que en varios casos tuvo un buen final, porque algunas de las personas adictas decidieron retornar a sus hogares y volver a encauzar sus vidas. El entrenador recordó la importancia de esto: “Una de las formas de empezar a curarse es empezar a vincularse nuevamente, y ése es el trabajo nuestro: traerlos, ver de qué manera los vinculamos nuevamente con su familia”.