El escaso desarrollo del mercado de valores uruguayo se traduce, entre otras cosas, en la limitada cantidad de empresas que cotizan en la bolsa y en el desinterés de la sociedad por las acciones y bonos transados a nivel doméstico.
En plena campaña electoral, el hoy presidente José Mujica se reunió con representantes de la Bolsa de Valores de Montevideo para transmitirles la pretensión de ampliar su operativa, sin descartar que empresas del Estado coticen en la institución.
En realidad, la idea se refería a las empresas públicas de derecho privado, que en muchos casos son propiedad de entes públicos. Mujica manejó como ejemplos la Corporación Vial, Ducsa (propiedad de ANCAP), Ancel (de Antel) y proyectos y obras de gran porte como la refacción de vías férreas, la interconexión eléctrica con Brasil y la planta de regasificación con Argentina.
En la visión del entonces candidato presidencial, la oferta de acciones de esas empresas serviría como cebo para lo que él considera “la mentalidad promedio de los uruguayos”, según la cual “se sentirán más tranquilos si el Estado les da garantías”.
Con los empresarios privados “Juan o Pedro tenemos miedo”, por lo que “el Estado tiene que ayudar a ganar confianza”, declaraba Mujica el año pasado.
Como te digo una cosa...
El sector público ya tiene un peso muy importante en la operativa bursátil local, aunque no a través de sus empresas, sino por la incidencia en el total de transacciones de bonos del Tesoro y otros papeles emitidos por el Estado uruguayo.
Según el informe mensual de “principales variables del mercado de valores” publicado por el Banco Central del Uruguay (BCU), de un total de 19.457 millones de dólares de valores de oferta pública circulantes a setiembre, 18.688 millones corresponden a emisiones del sector público (96%) y apenas 768 millones a las de firmas privadas (el 4% restante). Del total de papeles de origen público, 9.093 millones de dólares fueron emitidos a nivel local (48,7%) y 9.595 millones a nivel internacional (51,3%).
Los principales instrumentos utilizados por el Estado uruguayo fueron las letras de regulación monetaria/letras del Tesoro (3.737 millones de dólares), las notas del BCU y del Tesoro (3.360 millones) y los bonos del Tesoro y previsionales (1.408 millones). El resto de instrumentos se divide entre fideicomisos financieros (351 millones), certificados de depósito del BCU (223 millones) y bonos hipotecarios (12 millones). De acuerdo con el informe del BCU, el circulante de valores privados se compone de obligaciones negociables (364 millones de dólares), acciones de empresas (231 millones) y fideicomisos financieros (173 millones de dólares).
La composición de los valores emitidos por los privados muestra la preferencia de las empresas locales por las obligaciones negociables, instrumentos de financiamiento a los que recurren algunas empresas sin abrir su capital accionario al público. Este papel rinde interés para quien lo adquiere, y puede ser transferido en todo momento mediante una sencilla operación bursátil.
A diferencia de las acciones, que ponen a disposición de los inversores una parte del capital de la empresa, los tenedores de obligaciones negociables no adquieren con ellas derechos de participación en las ganancias de la firma emisora ni control alguno en sus decisiones.
Viejo y joven de la Bolsa
La operativa bursátil local es llevada adelante por dos instituciones: la Bolsa de Valores de Montevideo (BVM) y la Bolsa Electrónica de Valores (Bevsa). Esta última está compuesta por 26 accionistas, de los cuales actualmente operan 21 (16 bancos privados, el República, el Hipotecario, una cooperativa de ahorro y crédito, una casa bancaria y una caja paraestatal de seguridad social), a los que se suman otros seis operadores denominados “especiales” (el Banco Central, el de Seguros del Estado y las cuatro Afap), según información disponible en su página web.
Bevsa no sólo opera en el mercado de valores. También abarca el mercado de cambios (allí se transan todos los instrumentos relativos a la compraventa de billetes y monedas) y el de dinero (préstamos interbancarios).
La BVM, en cambio, sólo se dedica a transacciones bursátiles, de valores tanto de origen público como privado. Sus operaciones tienen una fuerte vinculación con el mercado secundario, es decir, con transacciones de valores posteriores a su emisión.
La peculiaridad del mercado secundario es que en los intercambios comerciales de los distintos instrumentos no necesariamente participa el emisor (que sí lo hace en el mercado primario) y que el precio de los valores transados varía diariamente de acuerdo a una multiplicidad de factores.
La BVM proporciona a través de su web información contable de las empresas que forman parte del mercado de valores. Esta información es indispensable para que accionistas y tenedores de obligaciones negociables estén al tanto del resultado de las empresas en las que invirtieron.
Otra característica de la operativa bursátil nacional es la escasa profundidad o desarrollo del mercado secundario. Esto se debe a la enorme proporción del volumen operado referida a las denominadas emisiones primarias. De acuerdo al BCU, de 1.848 millones de dólares operados en setiembre, 1.765 millones correspondieron al mercado primario y sólo 83 millones al secundario.
La búsqueda de un mercado secundario de mayor envergadura es una de las principales demandas tanto de las bolsas como de los operadores bursátiles uruguayos, que en su momento vieron con buenos ojos el anuncio de Mujica sobre la participación de empresas del Estado en el mercado de valores.