El pasado fin de semana se desarrolló el Primer Congreso Nacional de Apicultura. Se realizó en Sarandí Grande, departamento de Florida, en el marco de la 7ª Fiesta de la Miel. Fue organizado por la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola (CHDA) y asistieron más de 300 productores, según informó a la diaria Mario Mondelli, presidente de la comisión y representante del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

La instancia tuvo por finalidad actualizar los avances científicos y los temas técnicos relacionados con la apicultura. Participaron profesionales del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA), de la División de Laboratorios Veterinarios (Dilave-Mgap), del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) y de las facultades de Ciencias y Agronomía de la Universidad de la República. Concurrieron también dos conferencistas extranjeros: el francés Gilles Ratia, presidente de Apimondia, máxima autoridad mundial en apicultura, y el italiano Franco Mutinelli, director del Instituto Zooprofiláctico de Venecia.

El encuentro abarcó tres áreas: clínicas de campo, conferencias y un taller de planificación sobre el trabajo a realizar en 2010 por la CHDA. Los temas tratados reflejan las necesidades del sector. Las clínicas de campo abordaron la apicultura en la forestación de eucaliptus; preparación de colmenas para la invernada; operativa y controles en salas de extracción de miel; administración y gestión de empresas apícolas. Las conferencias abarcaron temas de sanidad, de producción, trazabilidad, causas del despoblamiento, apicultura en cultivos de soja, mortandades por agrotóxicos y relacionamiento con Apimondia.

Crisis

El declive de la actividad apícola puede observarse en el descenso de colmenas y de apicultores -registrados en la Dirección General de la Granja (Digegra-MGAP)-, y en los volúmenes de miel exportada (que representa el 90% de la producción total). En 2007 había 517 mil colmenas, en 2008 la cifra descendió a 491 mil y en 2009 volvió a caer y se registraron 486 mil colmenas. En cuanto a número de productores: en 2007 había 4.039, en 2008 cayó a 3.314 y en 2009 se registraron 3.144.

El descenso es más notorio en los volúmenes de producción: en 2007 se exportaron 14 millones de kilos de miel; en 2008 el número descendió a 6 millones de kilos; y para el corriente año, se estima que lleguen a exportarse 8 millones de kilos. Si bien se registra un aumento respecto de 2008, la producción sigue siendo deficitaria, y a su vez, los costos de producción son mayores. Éstos abarcan los medicamentos, el de traslado de colmenas para evitar las mortandades por aplicación de agrotóxicos, así como para encontrar regiones donde haya alimentos; y desde hace algunos años se le suman los costos del montaje y mantenimiento de las salas de extracción de miel, exigidas a nivel internacional para poder exportar, y los costos de la alimentación artificial que debe realizarse durante el invierno, con azúcar, porque las colmenas no llegan a abastecerse por sí solas. Por otra parte, los ingresos descendieron significativamente con el bajo precio del dólar, moneda en la que cobra el 90% de los apicultores.

Consultado por la diaria, Ruben Riera, presidente de la Sociedad Apícola Uruguaya (SAU), afirmó que la apicultura sigue en crisis: “Estamos perdiendo hoy a cientos de apicultores, probablemente más de mil. Ya no hablamos de que se está perdiendo al productor chico, se está perdiendo también al mediano y al grande [propietarios de más de mil colmenas], porque por lo que hemos podido hablar con muchos de ellos, tres años es lo que les permitía a las empresas subsistir en régimen de pérdida y muchos ya están planificando destinarse a otra actividad”.

Agrotóxicos

Riera explicó que esta misma problemática se vive en Europa y Estados Unidos. Indicó que los investigadores extranjeros coinciden en que “ya no vamos a ver las mortandades naturales de las abejas, que estaban entre 5% y 10%, hoy tenemos que asumir en el arranque pérdidas del 20% al 30% de las colmenas todos los años, ellos ya lo asumieron así y lo mismo nos está pasando a nosotros, estamos viviendo la problemática en diferido”.

El dirigente de la sociedad apícola recalcó la importancia de trabajar la problemática en los cinco continentes: “Hay cambios que se están dando en todo el mundo; si todos los que estamos siendo afectados no actuamos en forma sincronizada, va a ser muy difícil que podamos lograr cambios en estos modelos agropecuarios. Nosotros no estamos contra los productores agropecuarios, lo que queremos es que el modelo no afecte la calidad del medio ambiente y que realmente sea sustentable y permita que todos los rubros del agro puedan convivir. Hoy el modelo es muy agresivo y está dañando fuertemente el ecosistema, la biodiversidad vegetal está disminuyendo, y lo mismo pasa con la animal, y dentro de pocos años vamos a tener mucha soja, mucho maíz transgénico, muchos eucaliptos, pero ya no vamos a ver ciertos pájaros ni ciertos insectos”.

En Uruguay actualmente están permitidos agrotóxicos que han sido prohibidos en países europeos, luego de que se demostrara su incidencia en las mortandades de abejas, aunque hasta el momento estas demostraciones no alcanzan como referencia para que las autoridades sanitarias de nuestro país suspendan el uso de algunos agrotóxicos.

Buscando compatibilizar

En el marco de las conferencias, Inia La Estanzuela y docentes de la facultades de Ciencias y de Agronomía presentaron una investigación sobre la factibilidad de realizar apicultura en cultivos de soja. Éste es un tema prioritario, porque este monocultivo que hoy abarca 700.000 hectáreas, ha desplazado a apicultores del litoral del país, que era el área más productiva para el sector.

Estela Santos, bióloga y técnica apícola, explicó a la diaria: “Si hubiera más comunicación entre las dos partes y acordaran plantar ciertas variedades de soja que sabemos que podrían aportar néctar y polen a las colmenas lograríamos hacerlas convivir, por lo menos en alguna instancia durante el período de floración de la soja, que es cuando la abeja lo puede aprovechar. Sería un momento puntual dentro de todo el ciclo de la soja, que es la floración (de 20 a 35 días, dependiendo de la variedad), después el apicultor tendría que retirar las colmenas o acordar los momentos de fumigación para mover sus colmenas o taparlas durante algunos días”.

Santos indicó que hay investigadores de Facultad de Agronomía estudiando “distintas variedades de soja para tratar de ver si alguna es más compatible con la apicultura, sabemos que hay variedades de soja que no producen néctar o que no aportarían mucho polen a la colmena incluso”. El estudio se realiza considerando las más de 40 variedades de soja transgénica cultivadas en el país.

Por otra parte, Santos explicó que “la dieta de las abejas se ve afectada por cualquier monocultivo, no es lo mismo tener distintos recursos florales, que realizan diversos aportes nutricionales de proteínas y aminoácidos. Hay pólenes que aportan aminoácidos, otros son carentes de algunos aminoácidos esenciales para la abeja, como el eucaliptus, cuyo polen es rico en proteínas pero deficiente en algunos aminoácidos, y necesariamente para que la colmena pueda estar bien nutrida tiene que tener pólenes alternativos en la vuelta”.

En cuanto a la fragilidad de la especie, el presidente de la sociedad apícola indicó que “las abejas son una de las especies más endebles a estos cambios, pero tienen una virtud frente a otras: es la especie más vigilada, hoy están bajo los ojos de por lo menos 3.000 apicultores.Cuando ellas fracasan nosotros buscamos las razones y hoy por hoy no es solamente el clima lo que las está afectando, eso es clarísimo. El clima nos dañó un poco, no digo que no, pero hay daños que son muchísimo más graves”, alertó.