“Si alguien todavía cree que una radio comunitaria es una radio ‘trucha’, está mal informado. Si bien aún hay algunas funcionando sin autorización, hay 38 que están debidamente autorizadas”, anuncia un comunicado emitido por la 87.7 FM, una radio comunitaria de Pando, antes conocida como Del Centro y posteriormente regularizada al amparo de la ley Nº 18.232 del 22 de diciembre de 2007 y el decreto del Poder Ejecutivo 885/08. La campaña, dirigida a comerciantes y empresarios, se enmarca en un movimiento más amplio que incluye la reciente fundación de la Asociación de Radios Comunitarias (Arco) que supone la creación de una red de ocho radios comunitarias de Montevideo y Canelones, departamentos donde se ubican 21 de las 38 radios comunitarias habilitadas en el país.

Al Arco

Luego de una primera reunión realizada el 22 de mayo en el Ateneo de Montevideo, el pasado viernes 4, la Asociación de Radios Comunitarias fue presentada en sociedad en la Cámara Comercial, Industrial, Agraria de Pando.

“El 10 de diciembre del año 2005 a las diez y cuarto de la mañana, nos subimos al barco de la radiodifusión”, relató Claudio Lapidus, representante de la 87.7 FM de Pando. “Teníamos la antena en la mano, una pequeña consola y un equipo muy casero con muy pocos vatios”, recordó Lapidus en relación con las primeras salidas al aire de esta emisora. Por su parte, Julio Dodera, asesor en temas técnicos de la radio, con una extensa trayectoria en la radiodifusión del interior, expresó: “Han sido muy duros los inicios para las radios comunitarias”.

Es en esta emisora pandense que se genera la idea de Arco, que luego se fue proponiendo en varias radios comunitarias de Montevideo y Canelones, hasta conformar el grupo de ocho emisoras fundantes de la asociación. Dodera ve en ella la posibilidad de importar equipos conjuntamente, intercambiar ideas y tecnología y hacer frente común ante la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones (Ursec) para obtener beneficios que permitan su desarrollo, así como exoneraciones como los que ha logrado Andebu para sus asociados. No hay nada que diferencie a las radios comunitarias del resto, excepto la potencia, que está limitada por la ley y por la existencia de “equipos caseros” que “muy buen resultado nos han dado y que han sido el sostén y han permitido que estas radios estuvieran en el aire. No se autorizó ninguna radio que no estuviera ya en el aire”, puntualizó. Todas las radios comunitarias que hoy están funcionando legalmente tuvieron que hacerlo en el vacío legal previo a la ley Nº 18.232. Para Dodera, el hecho de que las radios comunitarias no tengan fines de lucro hace que los recursos se vuelquen al mejoramiento de los equipos de sonido, transmisores, antenas y recursos humanos, proceso que se piensa acelerar con la puesta en marcha de Arco. La asociación también persigue la generación común de contenidos que estén a disposición de las radios que la integran. La producción de un informativo y puestas en el aire en conjunto también forman parte de la agenda de Arco, cubriendo eventos deportivos y culturales de interés. De hecho, la presentación en sociedad del emprendimiento en Pando anunciaba la cobertura del Mundial de Sudáfrica, tomando la transmisión de Alberto Kesman, con la previa de una mesa de debate con periodistas locales. Los 30 vatios de potencia (0,030 Kw) y 30 metros de antena -que se permite para las radios comunitarias- pretenden ser compensados con la transmisión en cadena de algunos contenidos, la incorporación de nuevas tecnologías y el reclamo conjunto de mayor potencia ante las autoridades. “Para comenzar está bien, pero en el futuro tenemos que ir procurando aumentos de potencia, mayores alturas de antena y áreas de cobertura”, señaló Dodera.

Principios quieren las cosas

En la reunión del Ateneo se aprobó una declaración de principios de la asociación, así como el nombramiento de sus primeras autoridades. La declaración refiere a la defensa y difusión de los “valores éticos y morales de la comunicación”, la “libertad de pensamiento y expresión” y la “diversidad de opiniones”. En el acuerdo inicial se resolvió difundir a la opinión pública y las autoridades “los contenidos y objetivos de esta cadena”, promoviendo las actividades desarrolladas por ésta y sus integrantes. Se acordó además facilitar el acceso a recursos y equipamientos tecnológicos necesarios para sus asociados; propender a la realización de actividades de interés público y contribuir a la mejora permanente de la “calidad y capacidad comunicacional” de la cadena y sus integrantes.

El presidente de Arco, Prof. Gustavo Vasconcellos, destacó la presentación pública de la asociación, en tanto las radios comunitarias hasta hace poco “tenían que andar escondiéndose” y no eran “bien consideradas”. Sin embargo, a su entender, la respuesta de la comunidad es “muy buena” hacia las radios comunitarias, pues se insertan directamente en el “mano a mano con la gente”, algo que “las grandes cadenas han perdido de vista”. Vasconcellos señaló que en las radios comunitarias “está el futuro”, y que en los nuevos escenarios de la comunicación, las radios comunitarias también deberían tener derecho a contar con emisoras de AM y canales por cable. Expresó que Arco tiene un mercado potencial de dos millones de oyentes en su área de cobertura, y que ha llegado el momento de “competir” en ese mercado. “Todo lo que podíamos hacer sin dinero ya lo hicimos. Pero ahora necesitamos plata, porque ahora tenemos que crecer, competir, consolidarnos y profesionalizar la actividad”, enfatizó.

Comentó además que las radios comunitarias no dependen de las grandes empresas, manteniendo los “principios que hicieron a los pioneros de la radio”, defendiendo la libertad de expresión y la libertad de pensamiento, en el marco de una visión “fraterna y solidaria con la comunidad”. Precisamente, el artículo 4º de la ley Nº 18.232 define la radiodifusión comunitaria como el “servicio de radiodifusión no estatal de interés público […] orientado a satisfacer las necesidades de comunicación social y habilitar el ejercicio del derecho a la información y a la libertad de expresión de los habitantes de la República”.

La iniciativa es de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc) y la Coordinadora de Radios Comunitarias de Uruguay (Ecos), que operan desde hace años en el país y están representadas en el Consejo Honorario Asesor de Radiodifusión Comunitaria (CHARC), previsto en la ley Nº 18.232 y reglamentado por decreto Nº 208/008 del Poder Ejecutivo.

Además de Amarc y Ecos, el CHARC está integrado por representantes del Ministerio de Industria, Energía y Minería, Ministerio de Educación y Cultura, Universidad de la República, universidades privadas, Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur) y la Asociación de la Prensa del Uruguay (APU). La ley establece que el referido Consejo actúa en la órbita administrativa de la Ursec, siendo órgano consultor para la reglamentación de la ley, la elaboración de los pliegos, los mecanismos de asignación de frecuencias y la consideración de solicitudes (Art. 15). El CHARC también asesora a la Ursec para que anualmente el Poder Ejecutivo reserve para la prestación de servicios comunitarios y sin fines de lucro, “al menos un tercio del espectro radioeléctrico por cada localidad, en todas las bandas de frecuencia de uso analógico y digital y para todas las modalidades de emisión”.

Radio escuela

Aunque le llamen “director”, Claudio Lapidus dice ser parte de un colectivo que lleva adelante el proyecto de radio comunitaria la 87.7 a partir de una asociación civil sin fines de lucro, tal como lo exige la ley de servicio de radiodifusión comunitaria. En diálogo con la diaria, define a las comunitarias como “radios escuela”, un “semillero que le da oportunidad a mucha gente”. Asimismo implica un campo experimental para mejorar el sonido y la transmisión. La radio fundante de Arco funciona con un procesador de audio que no es específico para la radiodifusión y un transmisor construido en el país por un técnico de Río Branco. La absorción del sonido en el estudio se logra con maples de cartón, pegados en las paredes. La primera meta planteada en Arco es la compra e instalación de transmisores y consolas de calidad “profesional” y que tendrán que ser importados de Argentina, ya que equipos de ese nivel no se fabrican en Uruguay. Esta meta supone la importación de transmisores M31 con un costo de US$ 1.000 cada uno, a lo cual hay que agregarle US$ 1.800 por gastos de importación, cargos que se mantienen invariables ya sea por uno o por diez transmisores. Para ello, como asociación ya están gestionando préstamos blandos y realizando relevamientos técnicos, para llegar a agosto definiendo la configuración de equipos más eficiente para su posterior adquisición. Más allá de todo lo que ha cambiado desde aquella mañana de diciembre de 2005 a la actualidad, existen algunas permanencias. Lapidus señala que uno de los pilares de la radio es “no estar atado a nadie”, política o económicamente; además de “enfrentar los monopolios” de la comunicación radial y de los propietarios de los grandes medios. Afuera, un contenedor de los grandes espera ser convertido en los nuevos estudios de la radio, al tiempo que ya se piensa en el “sueño” de la televisión abierta comunitaria, en el que los mismos principios intentarán ser llevados a la pantalla.