“Cuando se pidió a los estados miembro de la OEA que informaran sus experiencias de participación había una heterogeneidad muy grande y algunas eran participativas pero otras no, más bien eran de integración en muchos casos”, explicó Víctor Giorgi, redactor de la publicación y coordinador del Área de Promoción y Protección de los Derechos del INN.

El desconocimiento generalizado que existía sobre el concepto de participación evidenció la necesidad de trabajar en dos aspectos: por un lado, definir y caracterizar el término; por otro, disponer de instrumentos apropiados para monitorear el cumplimiento del derecho de participación que tienen los niños. En diciembre de 2009, representantes de los países de la OEA llevaron a cabo un encuentro en Panamá, donde abordaron el tema de forma de alcanzar un acuerdo. “Es la primera vez que a nivel de todos los estados del continente hay un consenso para acordar de qué hablamos cuando hablamos de participación”, destacó Giorgi respecto de la publicación que será presentada hoy en el Anexo del Palacio Legislativo. En función de los indicadores generados por los representantes de los estados miembro, desde el INN se trabaja en la capacitación de los adultos en general, principalmente con docentes y educadores.

¿Qué significa participar?

”La participación se basa en una concepción del niño y del adolescente como ser pensante capaz de hacer aportes”, dijo el responsable de la redacción de la publicación. Cabe señalar que en La participación de niños, niñas y adolescentes en las Américas, a 20 años de la Convención sobre los Derechos del Niño el concepto no fue definido en las primeras páginas sino que se analiza una vez avanzado el texto. Con el fin de no delimitar el objeto de análisis y no simplificar el concepto de participación como tal, surge luego del marco teórico conceptual, en el que, entre otras cosas, se aborda la necesidad de participar de los niños para alcanzar pleno desarrollo psicosocial del ser humano, la participación como un componente de la educación para la democracia y el ejercicio de la ciudadanía, y por su aporte para la convivencia armónica basada en el respeto mutuo y el fortalecimiento de la cohesión social.

Asimismo la publicación establece que “la abundancia de definiciones, lejos de sumar al esclarecimiento del tema, refleja la ambigüedad con que el término se utiliza y las dificultades para consensuar una línea de separación clara entre la participación y ‘otras cosas’”.

Según los conceptos trabajados por los involucrados: “El núcleo que caracteriza una experiencia o un proceso participativo es el reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como personas capaces de comprender su realidad, formarse opiniones propias sobre ella, expresarlas en forma responsable e involucrarse en la solución de los problemas comunes. El derecho a la participación lo tiene todo niño o niña desde su nacimiento; pero es necesario que el mundo adulto reconozca y valore esas capacidades que el niño adquiere gradualmente desde el inicio de la vida para así habilitar su pleno ejercicio”, cita el documento.

A partir de lo que aporta la publicación y lo dicho por Giorgi se desprende que el rol de los adultos es relevante, porque son responsables de reconocer la participación de niños y jóvenes, así como de brindarles la información necesaria para hacer que sean parte. “El derecho a ser informado implica, en el caso del niño y del adolescente, que la información tenga un lenguaje y una presentación accesibles, que respetuosamente se puedan emitir los contenidos en función de su grado de desarrollo, de su lenguaje y su manejo idiomático”, dijo Giorgi. Y una vez que el niño recibe la información proveniente de todos los espacios de su vida, construye una opinión personal y “es importante que haya alguien que la escuche con respeto y que sea tomada en cuenta”, aclaró el entrevistado.

Participación en Uruguay

Las experiencias de participación destacadas por autoridades de nuestro país en la elaboración del informe país inicial fueron tres: el Programa de Participación Infantil y Adolescente (Propia) del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), el Plan Ceibal y el Parlamento Juvenil.

En opinión de Giorgi, el primero de los ejemplos mencionados es el que mejor refleja la participación de los jóvenes, por ser un programa instaurado, a diferencia del Parlamento Juvenil, que es un hecho más puntual. Además destacó que éste tiene formalidades adultas. Sobre este punto en la conclusión del informe se establece que las experiencias de participación generalmente “coexisten con una aún fuerte concepción adultocéntrica vigente en amplios espacios de nuestras sociedades e incluso en las propias cabezas de los planificadores y operadores del campo de la infancia”.

En cuanto al Plan Ceibal, explicó que es un programa con “un enorme potencial” y que se está en la etapa previa de la generación de espacios donde los jóvenes puedan expresarse, ya que hasta ahora sólo acceden a información.

Al ser consultado sobre la situación de Uruguay en comparación con los catorce países restantes que aportaron material para la investigación, dijo: “Tomando en cuenta el tamaño del país, estamos por encima de la media en cantidad y calidad”.