El autor de la publicación editada por la Fundación de Cultura Universitaria, Osvaldo Mantero, reconoció que le llevó mucho tiempo escribir el libro. La tarea comenzó mientras se desempeñaba como docente en la asignatura Derecho del Trabajo y la Seguridad Social en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República. Actualmente el profesional -doctor en Derecho y en Ciencias Sociales- ya no da clases pero mantiene a flor de piel su interés por el estudio y la investigación. “Migración siempre hubo, desde que el Homo sapiens se puso de pie”, comenzó diciendo Mantero a la diaria. Luego, a modo de ejemplo mencionó a nuestros antepasados que llegaron desde Europa al ser expulsados de sus países de origen por distintos motivos. “Existen migraciones desde mucho antes de que existieran los estados, las naciones y las razas”, explica el texto.

Aclaró que “el concepto de los derechos humanos es más moderno”, por lo que todavía existe confusión y no siempre se considera un derecho la migración. “El derecho a migrar es un derecho humano fundamental que, como tal, no puede ser quitado por ningún Estado ni renunciado por ninguna persona. No solamente ningún Estado puede prohibir que se llegue a su territorio; tampoco ningún Estado puede crear las condiciones que me obliguen a salir del territorio”, especificó Mantero.

Pero al considerar las políticas establecidas en algunos países, generalmente en los más desarrollados, es evidente que no todos ven el derecho a migrar como un derecho de todas las personas. Sobre este punto, el entrevistado no dudó en afirmar que no todos sus colegas compartían su tesis y que en muchos estados la migración no se reconoce.

“Es evidente que el derecho a migrar internacionalmente es hoy reiteradamente negado por parte de la opinión pública, por los órganos de las Naciones Unidas, por la jurisprudencia de las cortes internacionales, por la mayor parte de las jurisprudencias nacionales y por parte importante de la doctrina jurídica universal”, cita el texto. Asimismo, el autor recuerda la existencia, en algunos estados, de normas que niegan explícitamente o implícitamente el derecho a migrar, confirmando de esta manera que hay países que no respetan ese derecho humano.

Sobre el tema comentó: “Los que violan el derecho no son los mexicanos que cruzan el río o los africanos que cruzan el Mediterráneo; ésos son los que ejercen sus derechos”. Desde su óptica, tanto los países receptores que establecen leyes represivas para los inmigrantes como los emisores, desde donde parten esas personas, no cumplen con ese derecho humano. Los primeros lo hacen al no recibir en condiciones mínimas de vida a los migrantes; los otros, por no ofrecer ni ayudar a generar condiciones de vida apropiadas.

Seres invisibles

El derecho a migrar hace referencia al concepto de “invisibilidad de los migrantes”. Quienes están indocumentados no gozan de ningún derecho básico y no son tenidos en cuenta. “Los migrantes no están en ninguna estadística de ningún país, trabajan como locos, son los que mantienen la producción, pero casi siempre son invisibles; no los ve nadie y nadie quiere verlos, y la cosa se pone fea cuando los ven”, comentó a la diaria Mantero.

Explicó que la actitud común en los estados europeos y en Estados Unidos es ignorar el fenómeno, porque de esta manera evaden derechos laborales y disponen de una mano de obra más barata.

Pero en nuestra época no todos los inmigrantes son mantenidos en la clandestinidad. Los profesionales calificados son invitados a los países desarrollados, donde se les ofrecen beneficios y facilidades, y son tentados a permanecer la mayor cantidad de tiempo posible; si es necesario, de por vida. Existe una gran diferencia entre los trabajadores comunes y los altamente capacitados, y ambas formas de migración son consideradas de manera opuesta pese a que todos son necesarios en la cadena productiva.

Negar la realidad

Uno de los aspectos que se destacan cuando se hace referencia al fenómeno migratorio es el intento de los principales países receptores de inmigrantes de prohibir o limitar ese desplazamiento. La política represiva principal que se aplica es la reducción salarial y el empeoramiento de las condiciones laborales de los migrantes. Sin embargo, “el intento de reprimir o prohibir total o parcialmente el proceso migratorio internacional ocurre al mismo tiempo que la evolución de las tendencias demográficas, tanto en los países de salida como en los de arribada, [lo que] hace que el fenómeno migratorio se vea incrementado”, establece el libro. Pero estas movilizaciones parecen tener motivos claros, generalmente son forzadas por circunstancias económicas, políticas o por la violación de otras manifestaciones de los derechos humanos.

Consultado sobre la responsabilidad que tienen los países, si está más en falta el que no genera las condiciones de vida apropiadas para que las personas permanezcan o el que destrata a la población migrante, Mantero explicó: “Hay gente que piensa que los derechos humanos hay que ponerlos en escalera, que unos valen más que otros, pero no es así, valen todos igual porque se trata del respeto a la dignidad humana. Si hablamos de derechos humanos, no se pueden negar ni uno ni otro. Ni el derecho uruguayo, por ejemplo, que me niega el derecho a la vivienda o al trabajo, ni el derecho italiano o español, que me niega el derecho al trabajo o a radicarme en un lugar determinado en el mundo; ninguno de los dos pueden impedir eso que es un derecho fundamental”.

En cuanto la forma en que los migrantes pueden volverse visibles y dejar de ser rechazados, el especialista dijo: “Se revierte simplemente ejerciendo el derecho como todos los demás derechos”. Y agregó que la mayoría de las veces se revierte “luchando y sufriendo, porque los derechos normalmente no se regalan, se conquistan”.